Una mona carayá, un grupo de loros habladores y otras aves fueron reinsertadas en sus hábitat naturales por la provincia de Santa Fe. La acción, que llevó adelante el ministerio de Ambiente por intermedio de su dirección de Fauna ocurrió en las primeras semanas de julio en el norte de la provincia.
Las especies fueron rescatadas de situaciones de mascotismo y de tráfico ilegal por parte de los agentes provinciales que primero los sometieron a controles y cuidados para luego devolverlos a su entorno.
En el caso de la mona carayá (Alouatta caraya), luego de pasar por el protocolo de observación que se le realizó a su ingreso -y tras un periodo de readaptación en La Esmeralda- pudo volver a su ambiente natural en la zona de Villa Guillermina, General Obligado.
En tanto que el grupo de loros habladores, fueron rescatados del tráfico ilegal en diferentes partes del país y se encontraban en la provincia en el marco del proyecto de conservación "Loro Hablador" desarrollado en el centro de rescate, interpretación e investigación de fauna silvestre de La Esmeralda. En total fueron 24 las aves liberadas.
En lo que va de julio, agentes de Fauna también rescataron del tráfico ilegal y reinsertaron otros animales, entre ellos diversas aves como cardenales (Paroaria coronata), jilgueros dorados (Sicalis flaveola), reinamoras (Cyanocompsa brissonii) y urracas (Cyanocorax chrysops).
Cada caso de animal silvestre traficado o tenido ilegalmente como mascota debe ser evaluado por personal capacitado. Liberar un animal sin tener en cuenta el lugar en el que se hace y/o desconociendo su estado de salud representa un riesgo para su supervivencia y para el ambiente.
“Este trabajo forma parte de las políticas públicas que llevamos adelante para el cuidado y la conservación de la biodiversidad, una de nuestras prioridades de gestión”, destacó el ministro de Ambiente, Enrique Estévez.
Además, desde el Ejecutivo provincial instaron a la sociedad a tomar conciencia sobre los problemas que conlleva adoptar como mascota a animales que no son domésticos.
“La domesticación de animales silvestres afecta diferentes aspectos de nuestra vida y de la de ellos. Además, es una actividad que está penalizada. Los animales silvestres pueden transmitir enfermedades al ser humano, por lo que se transforman en una amenaza seria para nuestra salud cuando se pretende tenerlos como mascota. Y, en contrapartida, estos animales pueden estresarse, enfermarse e incluso morir por no vivir en un ambiente acorde a sus necesidades, sin una dieta adecuada y sin poder convivir con otros individuos de su misma especie”, remarcaron.