El tabaco afecta la piel de quienes fuman, pero también de los que reciben pasivamente el humo. Hay que tener en cuenta que el tabaco contiene alrededor de 4000 componentes tóxicos, de los cuales al menos 300 son altamente peligrosos y pueden tener efectos dermatológicos.

En primera instancia, el tabaco afecta la piel porque genera efectos estéticos poco deseables. Aunque causa daños en la piel de todo el cuerpo, los efectos son más visibles en el rostro. Incluso hay todo un patrón que define “el rostro del fumador”.

Sin embargo, la forma como el tabaco afecta la piel no se reduce sólo a sus efectos estéticos. En algunos casos provoca enfermedades graves como el cáncer de piel. Lo bueno es que si alguien deja de fumar a tiempo, a mediano o largo plazo los efectos se revierten.

Según sostiene el portal mejorconsalud.com, el primero efecto biológico del tabaco sobre la piel viene dado por el aumento de los radicales libres. Estos son unos elementos químicos que dañan la membrana de las células. Llegan incluso a alterar la información genética y generar anomalías en las arteriolas de la dermis y la epidermis.

En esas condiciones queda comprometida la irrigación y la nutrición de la piel. Esta se ve privada de oxígeno y de nutrientes esenciales, lo cual lleva a la deshidratación y la sequedad. Así mismo la nicotina contiene un componente llamado vasopresina que aumenta la presión sanguínea y disminuye los estrógenos. Los estrógenos bajos incrementan la sequedad.

De otro lado, el consumo de tabaco disminuye la absorción de vitamina A y altera la elastina y el colágeno. El resultado de todo esto es una piel reseca, con poca luminosidad y con arrugas más pronunciadas.

El rostro adquiere un color amarillo grisáceo y los pómulos se hacen más prominentes. A veces aparecen manchas de color púrpura. Así mismo el cabello se torna reseco y quebradizo.

Una de las manifestaciones más evidentes de la forma como el tabaco afecta la piel es el envejecimiento prematuro. Este es más visible en las mujeres que en los hombres y se evidencia con especial intensidad después de los 39 años.

Los problemas de cicatrización son otra de las formas en las que el tabaco afecta la piel. El humo altera la oxigenación de los tejidos, hace que disminuya la circulación e intoxica la sangre. La consecuencia de esto es que las heridas, en particular las quirúrgicas, tardan más en cicatrizar.

Fuente: mejorconsalud.com