Es sabido que la primera víctima de toda guerra es la Verdad. Y, en estos tiempos, marcados por los avances en la Comunicación, sin embargo se hace mucho más difícil discernir, entre las motivaciones profundas, los intereses en juego y la trama obscena de negociados más que sospechosos. ¿Qué hay, realmente, detrás de todo lo que ocurre? Se preguntaba con insistencia Umberto Eco en su novela “El péndulo de Foucault”.

Pero también este momento representa un verdadero asedio a la Esperanza porque los bombardeos no sólo destruyen edificios y puentes; las vidas perdidas estaban cargadas de Proyectos que murieron con ellas; allí la Esperanza más que asedio sufrió un asalto feroz. Y vale lo del asedio para la Esperanza y los proyectos amenazados de todos los habitantes del Planeta.

Frente a este panorama desolador caben las palabras del Obispo Anglicano y premio Nobel Desmond Tutu: “Estamos hechos para el bien. Estamos hechos para el amor. Estamos hechos para la amistad…Estamos hechos para decirle al mundo que no hay forasteros”. Por eso nos resulta tan difícil comprender esta ruptura con la verdad y este asalto y asedio a la Esperanza.

Desde cada corazón que late al ritmo de la vida, sin dejar de comprender también nuestra fragilidad, y llegando a cada palabra que suena y se multiplica por la búsqueda de mejores caminos para el entendimiento y la fraternidad; debemos escuchar el clamor de los hermanos y hermanas que nunca hubiesen deseado este fin y hacernos eco del anhelo universal de una Paz que nos devuelva la Dignidad y la grandeza de nuestra Condición Humana.