Sanar. "Me prometí sanar a ese niño al que tanto daño le hicieron". Eso es lo que se propuso Juan Pedro Aleart hacer con la tremenda herida que le dejó el abuso infantil. Sacar a la luz su historia, señalar al abusador, reclamar públicamente la justicia que le niegan en la oscuridad de los despachos de Tribunales se convirtió en un paso fundamental en ese proceso. “Es muy liberador, te alivia muchísimo”, dijo sobre sus sensaciones varias horas después de sentarse durante 27 minutos frente a las cámaras de El Tres en el programa De 12 a 14 para contar su verdad.  

Juan Pedro abrió una puerta. Para él, por supuesto. Pero también para muchas personas que fueron víctimas de abuso y no pudieron denunciar ni contarlo. Fundamentalmente hombres, entre quienes la denuncia es mucho menos frecuente que entre las mujeres. 

"Les quiero hablar a los hombres que están del otro lado de la pantalla, que están ahí y que han sido víctimas de abuso sexual, no importa si fue hace cinco, 10, 15, 20, 50 años atrás. No importa. Yo sé lo que se siente. Es denigrante, es vergonzante. Sé que muchos no se lo han contado a sus mujeres, a sus hijos, a sus amigos, a sus psicólogos. Les quiero decir que el único camino para sanar es poniéndole palabras, es hablarlo, denunciarlo. El silencio es el mejor amigo de los abusadores", dijo el periodista en el final de su presentación televisiva.

Clarísimo. El silencio no es salud. Aunque romper los pactos que lo imponen no sea fácil. Nada fácil. 

Que Juan Pedro lo haya hecho; que se haya plantado en el programa más visto de la televisión rosarina, que su testimonio se haya viralizado hasta convertirse en el tema excluyente de conversación en Rosario en estos días, que se haya nacionalizado, tiene un valor inconmensurable que lo excede. Abraza a miles de víctimas silenciosas; puede animarlas a dar el mismo paso que él. Y genera conciencia en quienes no lo son pero conviven con ellas, incluso sin saber la herida que los atraviesa.

Juan Pedro es conocido, muy conocido. Entra todo los días en los hogares de la ciudad. Durante sus cerca de 20 años de trayectoria construyó empatía con los rosarinos porque a través de la pantalla, su ámbito de trabajo, supo transmitir calidad profesional y calidez humana. 

Mientras tanto, en su vida personal, estaba el dolor oculto. La herida profunda. Sobre la cual, como él mismo contó este jueves en De 12 a 14, trabajó, trabajó, trabajó y trabaja. Para sanarla. Para sanarse. 

Si hay algo que queda claro después del testimonio de Juan Padreo Aleart es que él ama la vida. Que supo abrirse paso y transitarla con una mochila de piedras que ahora, al hablar de manera pública, dice haber alivianado.     

Avanzó, como dijo este viernes a la mañana en Radio 2, lleno de miedos, porque “enfrentar todo esto genera terror”. Pero con una convicción: “La verdad siempre vence”. Estas cuatro últimas palabras parecen ser su mantra.

Virginia Ducler es una gran escritora rosarina que en 2019 escribió una novela, Cuadernos de V, basada en los abusos que ella y su hermano padecieron cuando eran niños por parte de su padre. 

Poner luz sobre aquello le llevó décadas. Quedó oculto para ella misma, aunque, al igual que contó Juan Pedro, tuvo síntomas que la invitaban a indagar sobre qué había detrás: “Tuve ataques de pánico entre los 10 y los 30 años, incontinencia urinaria hasta los 18 años y una vida muy difícil en lo emocional. Para escribir me metí en la cabeza de la nena para sanarla. Este libro es sanador porque pude sacarlo todo fuera de mí”, relató en una nota que le hizo Sabrina Ferrarese para Rosario3 a poco de la publicación.

La narración pudo hacerla ella, no el hermano. Virginia le dijo a otra periodista, Sonia Tessa, que se hizo escritora para poder “escribir eso”.

La fiscal Carla Cerliani, de la Unidad que investiga delitos contra la integridad sexual, sostuvo que para los hombres que fueron víctimas de abusos cuando eran niños es mucho más difícil denunciar cuando ya son jóvenes o adultos y que “eso tiene que ver con la cultura patriarcal y lo que les enseñan a los chicos de cómo llevar adelante su masculinidad. Siempre es difícil denunciar, mucho más si sos hombre”.

Este jueves en Radiópolis, Juan Pedro contó que después de su desgarrador testimonio recibió decenas de llamados de hombres abusados. También pidió que “como comunicadores” hagamos fuerza para que que “quienes no se animan a denunciar o a salir del silencio lo hagan”. Pero también para que termine la prescripción de ese tipo de delitos y que hablar, denunciar, no sea solo la posibilidad de sacarse algo de adentro sino también de que la Justicia cumpla su rol, que es castigar a los victimarios y brindar reparación a las víctimas.

"Hablar es terapéutico porque eso que queda guardado destroza la subjetividad de las personas. Pero hay un lugar donde lo que se requiere es que accione la Justicia", explica, consultado por Rosario3, el psicólogo Hernán Reynoso. Y amplía: "Es muy fuerte pedirle a alguien que denuncie, con el dolor que supone sacar eso, para que después no pase nada. Porque se convierte en una forma de revictimización si esa persona pasa por un tribunal, expone su historia, y después le dicen «bien, gracias, volvé a tu casa», dejándolo incluso expuesto a que se pueda cruzar con el agresor".

Acaso como Virginia Ducler dice que se hizo escritora para "escribir eso", Juan Pedro, sin saberlo, eligió ser periodista para esto. Para hacer visible lo que estaba invisible, que la verdad lo libere. Ambos tienen esas herramientas. La posibilidad de comunicar absolutamente a mano para, como dijo Juan Pedro, sanar a esa niña y a ese niño dañados. 

Para ellos no es poco, supieron encontrar un camino. Pero no es suficiente.