Cuatro fechas de Liga Profesional y los candidatos, que no necesariamente llegarán a buen puerto, están arriba de todo. Racing y Talleres punteros, River a un punto. Huracán y Unión son las gratas revelaciones, por ahora, al lado de los líderes.
¿Y los rosarinos?
Ahí, apenitas arriba de la mitad de tabla. Newell’s con seis de doce, Central con uno menos. Falta un montón, pero el problema son las sensaciones que dejan partido tras partido ambos equipos.
Por eso, lo que parecía cierta inestabilidad, terminó siendo ciclo terminado en Newell’s con la decisión de la comisión directiva de despedir a Larriera.
El uruguayo se fue más por las bajas sensaciones que transmitía su equipo que por los resultados. Su cosecha superaba el 50 por ciento de los puntos.
También es cierto que las realidades son bien distintas y esa coyuntura tuvo una gran influencia en la decisión.
Central viene de tropezar en la Libertadores, pero al menos le queda la Sudamericana. Y ambos están con vida en la Copa Argentina. Además, como sucede desde hace unos cuantos años, el equipo de Russo tiene el paraguas de los clásicos.
"Yo estoy en permanente autocrítica de todo. Hago balance cuando se termine. Siempre me considero interino. Analizaremos tranquilos y bien profundo. La lógica indica que cuando se termina una parte de un proceso, todas las partes hacen un balance. Es lo más normal”, dijo Larriera luego de perder con Banfield insinuando claramente que algo estaba por pasar.
Cuando Larriera fue consultado sobre los refuerzos, aseguró que todavía no lo había hablado con la dirigencia. Es que su continuidad no estaba confirmada.
“Siempre me considero interino”, sorprendió Larriera en la conferencia de prensa posterior a la derrota en el sur del Gran Buenos Aires.
El técnico de Newell’s disparaba, probablemente de manera involuntaria, un montón de especulaciones sobre el futuro rojinegro.
Y a las pocas horas esos rumores se hicieron realidad.
Para colmo, mientras el uruguayo no hablaba sobre futuras incorporaciones con la dirigencia, Central ya sumó dos. Y de peso.
En ese punto es donde se notan las diferencias entre unos y otros.
Las comparaciones son odiosas, pero en el fútbol rosarino son imposibles de evitar.
Ojo, un par de resultados pueden derrumbar las proyecciones canallas como un castillo de naipes, pero es indudable que Newell’s necesitaba reaccionar.
Definir la continuidad, o no, del entrenador, debía ser el primer paso. Y es lo que pasó.
Mauricio Larriera, que dejó la sensación de ser un hombre íntegro, cabal, no pasó la prueba de entrenador de Newell’s.
El club del Parque necesitaba reaccionar y lo hizo, pero ahora la dirigencia tiene otra misión, muy compleja: no puede equivocarse en la elección.
Y sin perder tiempo, porque además el plantel requiere retoques que lo hagan más competitivo lo más rápido posible.
A propósito de comparaciones. Parte de la culpa de la salida de Larriera la tiene Central, que no vive un presente excepcional, pero es mucho mejor que el de Newell’s.
Las comparaciones son odiosas, pero inevitables. Y suelen generar grandes cimbronazos.
Newell’s necesitaba ese sacudón para sacarse la modorra.