El exfutbolista brasileño Adriano Leite Ribeiro (42 años), más conocido como Adriano, escribió una impactante carta abierta en la que reconoció que continúa luchando con su adicción al alcohol. En un escrito, publicado en The Players' Tribune y titulado "Una carta a mi Favela", también habló sobre cómo es su vida en Vila Cruzeiro, lo difícil que es lidiar con la muerte de su padre y el peso de ser una "promesa incumplida", a ocho años de su retiro.
"Bebo cada dos días, sí. (Y los otros días, también.) ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás. Pero aquí va una. Bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y a mi edad, la cosa empeora", expresó el verdugo de la selección argentina de Marcelo Bielsa en la final de la Copa América 2004.
El Emperador fue quien convirtió el gol del empate 2-2 que forzó los penales y contribuyó al triunfo de su equipo.
Adriano dio más detalles de su faceta autodestructiva: "El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No solo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un desperdicio frenético. Disfruto de este estigma", completó.
En su descargo, y luego de que hace unos días se viralizaran imágenes de él ingiriendo alcohol en la favela de Vila Cruzeiro, en Río de Janeiro, la exfigura de Inter y Parma aclaró: "No me drogo, como intentan demostrar. No estoy metido en el crimen, pero, por supuesto, podría haberlo hecho. No me gusta salir de fiesta. Siempre voy al mismo lugar de mi barrio, el kiosco de Naná".
En otro tramo de su extenso escrito, Adriano hizo referencia al reto que recibió de su padre, Almir Leite Ribeiro, conocido como Mirinho, la vez que lo vio tomando cerveza en una fiesta a sus 14 años, lo que, según el exfutbolista, abrió un "mundo de diversión" en su vida.
"El viejo se volvió loco. Me arrancó la taza de la mano y la arrojó a la zanja. «Yo no te enseñé eso, hijo», dijo", explicando también que su abuelo paterno murió como consecuencia del alcoholismo.
El también exfutbolista de Flamengo, San Pablo y Corinthians resaltó la importancia de su padre y cómo marcó un antes y un después en la vida familiar cuando el hombre recibió un disparo en la frente, producto de una bala perdida, en una celebración en Cruzeiro.
"Los médicos no tenían forma de sacarla. Después de eso, la vida de mi familia nunca fue la misma. Mi padre comenzó a tener convulsiones frecuentes. ¿Alguna vez has visto a una persona sufriendo un ataque epiléptico frente a ti? No quieres verlo, hermano. Da miedo", expuso.
La muerte de Mirinho se produjo en 2004, luego de que Adriano se consagrara campeón de la Copa América con Brasil. 20 años después, el exfutbolista no lo supera: "La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre. Hasta el día de hoy, es un problema que aún no he podido resolver".