Hemos pasado por el strobing y el baking, pero lo cierto es que el contouring sigue reinando en el mundo de las técnicas de maquillaje. El strobing se basaba en el uso de iluminador creando un efecto de esplendor, mientras que el baking consistía en aplicar gran cantidad de polvos traslúcidos a los que se dejaba actuar nivelando la piel.

El contouring juega con el claroscuro para potenciar la estructura natural del rostro y suavizar las zonas con imperfecciones. Utiliza para ello gran cantidad de producto, por lo que se ha ganado al mismo tiempo que fieles seguidores, firmes opositores que lo consideran excesivamente teatral.

El contouring ya es muy popular en el sector de la belleza y lo bueno de esto, es que siempre aparecen versiones nuevas como el dot contouring en esta ocasión.

Este método tiene como fin realzar las facciones y ocultar las imperfecciones. Consiste en llenar la cara de puntos con maquillaje y aunque no luzca muy bien al comienzo, al final te verás asombrosa.

Para empezar, debés tener una paleta y productos para iluminar y broncear el rostro. La diferencia con el contouring normal es que, en vez de maquillar el rostro con trazos y líneas, se deben hacer pequeños lunares por toda la cara.

El resultado será más natural, ya que no se utiliza tanto contenido del producto como en el contouring tradicional.

Para difuminar el producto, se puede utilizar una brocha, los dedos o una esponja, cuando lo hayás hecho, podés aplicar polvos sueltos o traslúcidos para que el maquillaje esté bien fijado.

Podés jugar con las tonalidades e ir pintando puntos de un tono más intenso u oscuro gradualmente

Esta técnica es más fácil y práctica, y la podés utilizar para una salida de fin de semana o para el diario.

¡No te quedes atrás y apostá por él!