Las rutinas de limpieza son muy sencillas pero, de hacerse de manera incorrecta, pueden desencadenar consecuencias indeseables. Por ejemplo, el uso de productos incorrectos, los elementos que se usen y la temperatura mal regulada del agua son factores que contribuyen a una piel grasa, mayor sensibilidad e incluso la aparición de acné y manchas.

A continuación, los cinco errores que deben evitarse:

- Frotar de forma brusca

Ya sea para lavar con jabón, exfoliar, utilizar aparatos extras o limpiar con toallitas desmaquillantes, nunca debe usarse la fuerza en demasía. Esto generará mayor irritación y sensibilidad, repercutiendo directamente en la aparición de manchas y paspaduras. Lo ideal es realizar movimientos circulares suaves con la yema de los dedos, y exfoliar con dispositivos un máximo de dos veces por mes.

Deben realizarse masajes circulares suaves con la yema de los dedos

- Optar por cualquier jabón

La piel del rostro es más delicada que la de otras zonas del cuerpo, es por eso que no es correcto utilizar el mismo tipo de jabón que se escoge para el resto, ni siquiera para las manos. Debe consultarse con la o el dermatólogo de confianza que indicará cuál es el mejor según el tipo de piel que se posea.

El tipo de jabón para lavar el rostro, no debe ser el mismo que para el resto del cuerpo

- Realizar movimientos descendentes al lavar

Si se realizan movimientos "hacia abajo" para lavar o masajear, se generará un efecto de poca firmeza y elasticidad. Deben realizarse masajes circulares suaves, con dirección hacia arriba y, a su vez, desde adentro hacia afuera.

Al lavarse, deben realizarse movimientos ascendentes y hacia afuera

- Secarse con cualquier toalla

La toalla que se utiliza comúnmente para secarse las manos o el resto del cuerpo, contiene un gran número de bacterias así como contaminación propia del ambiente. Es por eso que se recomienda buscar una pequeña toalla aparte, destinada únicamente a secar el rostro. A su vez, lo ideal es lavar y cambiar esa toalla una vez a la semana, al igual que la funda de las almohadas utilizadas para dormir.

Se recomienda utilizar una toalla aparte para secar el rostro

- Utilizar agua muy caliente

Las grandes temperaturas del agua pueden, además de enrojecer y llegar a lastimar la piel, afectar la protección propia de la misma debido a generar deshidratación o, incluso, una sobreproducción de sebo -grasa natural que posee el rostro para lubricarlo-. Una temperatura ideal son 30°, siendo entonces tibia, preferentemente más fría. Esto a su vez colabora con la desinflamación y descongestión de los poros durante la mañana.

El agua con el que se lava el rostro debe ser tibia, casi fría