Bertie the Brain, el primer videojuego de la historia, fue presentado el 25 de agosto de 1950 en la Exhibición Nacional Canadiense, una feria anual que se realiza en Toronto desde el año 1879 para celebrar la cultura y la innovación de esta nación norteamericana. Bertie era un sorprendente tatetí electrónico con el que los asistentes a la feria podían jugar, desafiando a una novedosa inteligencia artificial en tres niveles diferentes de dificultad. Las crónicas de la época mencionan que en el nivel más alto, este cerebro electrónico era prácticamente imposible de vencer.

Bertie corría en una enorme computadora de cuatro metros de alto diseñada específicamente para demostrar las capacidades del nuevo tubo Additron, una versión en miniatura de las válvulas de vacío que utilizaba esta primera generación de computadoras para sus circuitos lógicos. Los visitantes de la feria hacían largas colas para poder probar esta vanguardista "maravilla electrónica", ensamblada por la empresa Royal Majestic con fines estrictamente publicitarios. Una vez terminada la exhibición, Bertie fue desarmado y muy pronto se perdió en el olvido. 

Bertie, the brain, presentado en agosto de 1950.

Durante los años siguientes, estos primeros videojuegos permanecieron confinados a la órbita de los laboratorios computacionales universitarios, los únicos que junto a agencias gubernamentales y grandes corporaciones podían costear los exorbitantes precios de estos enormes ingenios electrónicos. Estos videojuegos fueron pasando de mano en mano entre programadores y personal con acceso a estas computadoras hasta comienzos de la década del 70, cuando comenzaron a aparecer las primeras máquinas de arcade operadas con monedas y la primera consola hogareña, la Magnavox Odissey.

Los avances tecnológicos fueron sucediéndose uno tras otro, permitiendo la aparición de hardware cada vez más accesible. Microcomputadoras como la ZX Spectrum, Commodore 64 y la Texas Instruments TI-99/4A inundaron los hogares del mundo, introduciendo a millones de personas en el maravilloso mundo de la programación y el entretenimiento. Al mismo tiempo, la nueva generación de consolas de juegos en cartuchos intercambiables, como la popular Atari 2600 y la fabulosa ColecoVision, transformaban al principal televisor de la familia en un centro de diversión que garantizaba horas de ocio y diversión. 

Magnavox Odissey, la primera consola de videojkuegos hogareña de la historia. 

Los videojuegos evolucionaron a la par de la tecnología, permitiendo gráficos e historias cada vez más complejas y sorprendentes. Sin embargo, siempre necesitaron de hardware específico para ser ejecutados. Para jugar los títulos de más alta calidad se necesita o bien una consola de última generación o una PC lo suficientemente vigorosa, y eso nunca fue barato. Pero afortunadamente, y gracias al gaming en la nube, eso está comenzado a cambiar.

A esta altura, la nube no necesita mucha presentación. Esencialmente, son computadoras alojadas en alguno de los miles de data centers que hay alrededor del mundo a las que se accede remotamente desde dispositivos propios, como la compu, el celular o el televisor. De hecho, es muy probable que usted utilice a diario varios de estos servicios para almacenar sus fotos, documentos del trabajo, escuchar música o mirar series y películas, sin detenerse a pensar mucho tiempo cómo es que funciona esta tecnología. Simplemente está allí, a un click de distancia.

Con las plataformas de gaming en la nube pasa lo mismo. En lugar de tener que comprar una consola o una computadora e instalarle juegos, todos los pesados procesos computacionales necesarios se llevan a cabo remotamente, ejecutándose en el hardware dedicado de un proveedor y llegando al dispositivo del jugador como video. Una suerte de Netflix o YouTube, pero interactivo, donde los inputs del jugador, como disparar o saltar se envían de vuelta al servidor, se ejecutan en el juego y vuelven a la pantalla en fracciones de segundo. 

Esta tecnología hace prescindibles el poder de cómputo y el espacio de almacenamiento local, por lo que permite no solo jugar en computadoras o consolas, sino en dispositivos móviles como celulares y tablets. En este caso, contar con una excelente conexión a internet es primordial, con baja latencia y generoso ancho de banda, algo bastante accesible y económico con la infraestructura actual. 

Una PC gamer que equipare el rendimiento de las últimas consolas, puede costar mucho dinero. 

La latencia, muchas veces referida como el “ping”, es el tiempo en milisegundos –preferentemente– que tarda un paquete de datos en ir a través de la red y volver al lugar de origen. En términos prácticos y hablando de gaming en la nube, es el tiempo que se tarda entre apretar el botón de salto y ver efectivamente al personaje saltar en nuestra pantalla. Cuanto más cerca se esté físicamente del servidor, más baja será la latencia y más inmediata la percepción de respuesta del juego. 

El ancho de banda también es importante al jugar en la nube, ya que en este caso el renderizado del juego ocurre  en un servidor remoto y es enviado al dispositivo de destino. Ese flujo de video cambia constantemente en función de los inputs del jugador, por lo que una conexión a internet congestionada afectará negativamente la experiencia del juego. 

La tecnología de juegos en la nube no es un invento reciente. Fue presentado por primera vez en el año 2000 en la E3, la Electronic Entertainment Expo, la convención anual más trascendental de la industria de los videojuegos, donde las empresas más relevantes presentan sus novedades y anticipan futuros lanzamientos de software y hardware. Sin embargo, en ese entonces la infraestructura de la red no estaba lo suficientemente desarrollada como para traccionar esa tecnología. 

Hubo que esperar algunos años para que gigantes como Microsoft, Sony, Nvidia y Google entraran de lleno para que el sector de los juegos por streaming comience a tomar forma. Actualmente, existen más de una docena de opciones, que van desde jugadores de peso como Amazon con su servicio de gaming en la nube Luna, o nuevos participantes como la española Nware y la rumana Boosteroid. Curiosamente, Google enterró su servicio Stadia el pasado 18 de enero luego de tres años online, tras no poder asegurar una base mínima de usuarios como para hacerla sostenible.

El gaming en la nube no requiere de inversiones costosas en hardware.

En nuestro país las opciones para jugar remotamente se reducen a dos proveedores, Xbox Cloud Gaming, de Microsoft, o GeForce NOW, de Nvidia. La diferencia de precios entre ambas es abismal, mientras que el servicio de Microsoft puede contratarse por $899 por mes (sin impuestos), GeForce NOW tiene un precio mensual estratosférico: $4,995 (sin impuestos) en su plan más económico. 

El gaming en la nube tiene innumerables ventajas, comenzando por el sustancial ahorro que significa no tener que comprar costoso hardware y el espacio necesario para el almacenamiento local. A medida que se popularicen los estándares de conectividad 5G y WiFi 6 y 6e, estos servicios ganarán cada vez más adeptos, personas de todas las edades que podrán disfrutar de sus juegos favoritos en cualquier momento y lugar, independientemente de la potencia de cómputo de su dispositivo. Podemos esperar un futuro que democratice la entrada a los juegos de calidad sin importar el acceso a los recursos técnicos. Se abre así un genuino mundo de posibilidades, una revolución que permitirá una mayor inclusión en el entretenimiento digital.