En un mundo cada vez más tecnológico, hay que aprender a detectar cuándo hay que parar. El Estudio Anual de Redes Sociales, elaborado por IAB Spain en 2019 señala que se utilizan una media de 3,7 redes sociales por persona siendo las más populares WhatsApp (88%) y Facebook (87%); YouTube la más frecuentada por los jóvenes (el 76% de los usuarios tienen entre 16 y 30 años) e Instagram la que más crece en seguidores (de un 49% a un 54%), según publica 20minutos.

Cuando se aborda la frecuencia de uso aparecen las señales más reveladoras. Un 97% de los usuarios confiesa usar WhatsApp a diario, seguida de Facebook (73%) e Instagram (70%). También WhatsApp lidera el tiempo de uso (una media de casi dos horas por usuario) seguida por YouTube con una hora y 34 minutos. Un tiempo que se dedica sobre todo a chatear y enviar mensajes (65%), ver vídeos y música (57%) y ver qué hacen sus contactos (45%).

Si estar conectado se presupone el pan nuestro de cada día para el común de los mortales, ¿cuáles son entonces las señales inequívocas que pueden hacer saltar las alarmas y sugerir que su uso está afectando a nuestra salud física y mental? Los expertos hablan de cuatro motivos fundamentales:

Un peor descanso

Si lo último que ojeamos por las noches es la pantalla del móvil, la tablet o de la computadora y, a la vez, también lo primero que vemos por las mañana, esto es sintomático de que se está haciendo algo mal. La exposición excesiva a las pantallas puede afectar de manera negativa a la calidad y a la duración del sueño, especialmente antes de ir a la cama.

Varios estudios han comprobado que la luz azul de ondas cortas que emiten las tablets, los móviles y las computadoras pueden reducir la etapa REM del sueño, además de aumentar el tiempo que lleva quedarse dormido. A la larga, esto podría generar insomnio y otros trastornos del sueño.

Si se duerme menos por su culpa (o incluso nos despertamos de madrugada para mirar las notificaciones), rendimos menos en el trabajo y/o estamos más irritables durante el día, conviene buscar soluciones.

Miedo a perderse algo

Sentir la necesidad imperiosa de estar siempre disponibles y en línea para nuestros contactos así como la sensación de no poder perderse ningún detalle de lo que les pasa a los demás en redes sociales son otro síntoma de que algo no está funcionando bien. Este fenómeno tiene un nombre: FOMO (en inglés ‘fear of missing out’ y traducido como ‘miedo a perderse algo’).

Deseo constante de agradar y ser reconocidos

Refrescar constantemente los perfiles para ver cuántos likes tiene cada fotografía o comentario que se publica o sentirse extremadamente dolido por algún comentario negativo en las publicaciones puede hacer entrever que la ‘vida virtual’ está cobrando un mayor peso que la real. Si los ‘me gusta’ y los corazones marcan nuestra autoestima, ha llegado el momento de plantarse y reflexionar.

Estar más allá que acá

Estar más pendiente de las personas que están al otro lado de la pantalla de las que tenemos delante no solo demuestra una falta de educación sino también de sintonía humana. Chatear por la calle, consultar el móvil o tenerlo sobre la mesa durante una comida o encuentro con amigos, buscar excusas absurdas y constantes para conectarse ‘solo un momento’… alertan de la necesidad de una desconexión.

¿Cómo dar el paso?

No se trata de abandonar las redes por completo (salvo que nos notemos realmente esclavizados) ni de hacerlo solo por una razón concreta o especial (como puede ser, por ejemplo, irse de vacaciones unos días o en verano). Si se toma la decisión de reducir el acceso a redes, los especialistas recomiendan estos consejos para ser constantes:

1 Horas de ‘apagón’

Elegir momentos determinados del día para desconectarse por completo de las redes sociales, por ejemplo, antes de irse a dormir o por las mañanas durante la jornada laboral aprovechando que estamos más ocupados.

2 Limitar el tiempo diario

Conviene apuntar durante una o dos jornadas los momentos en que nos hemos conectado y, a partir de ahí, limitar el acceso diario, siempre de una forma realista (si el uso es de tres horas al día será complicado pasar a media hora de la mañana a la noche). En el mercado existen varias aplicaciones como StayFocusd que ayudan a restringir el tiempo de conexión a redes sociales.

3 Buscar otras pasiones

Lo ideal sería, además, reemplazar y aprovechar ese tiempo que dedicábamos a las redes sociales a otras actividades saludables que sean de nuestro agrado: hacer deporte, aprender un idioma, ir al cine, tomar un café con amigos, quedar con alguien que hace tiempo no vemos en persona… Resultará más fácil conseguir el objetivo si se tiene otra motivación.

4 Desactivar las notificaciones

Parece una obviedad pero funciona. Cuantas menos notificaciones recibamos menos tentados nos sentiremos a acceder a nuestros perfiles.

Fuente: 20minutos