Muchos aficionados al futbol vieron las imágenes del partido por la Eurocopa entre Dinamarca y Finlandia en Copenhague. Poco antes del entretiempo, Christian Eriksen se desplomó súbitamente sobre el césped y fue asistido de inmediato dentro de la cancha por médicos de ambos equipos mediante maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y descarga eléctrica de un desfibrilador externo automático (DEA). Esa rápida reacción fue clave para que el jugador se recuperara sin secuelas neurológicas, tras lo cual fue retirado en camilla desde el estadio para su traslado a un hospital.

Sin duda, estuvo cerca de la muerte. Un paro cardíaco como el que sufrió tiene una mortalidad cercana al 100% si no se actúa rápidamente: por cada minuto que pasa, se reducen 10% las chances de sobrevida. Lo primero que hay que hacer tras reconocer el problema, es iniciar las maniobras de RCP con para asegurar un mínimo de irrigación a órganos clave como el cerebro y el corazón hasta la llegada de recursos más sofisticados.

La RCP es una práctica sencilla que se realiza manualmente sin necesidad de conocimientos médicos, pero requiere de un entrenamiento que diferentes instituciones llevan a cabo y debería ser obligatorio para toda la población a partir de los 13 años (cuando los voluntarios tienen la fuerza física para realizar las compresiones torácicas).

Iniciadas las maniobras de RCP, el próximo paso consiste en la desfibrilación precoz. En el 80% de los paros cardíacos, se registra una arritmia conocida como "fibrilación ventricular", con una actividad eléctrica totalmente caótica y ausencia de contracciones efectivas del corazón, lo que la hace incompatible con la vida. Una descarga por un DEA (un dispositivo que puede ser manejado por personas con entrenamiento previo) aumenta las chances de sobrevida sin daño neurológico hasta 70 por ciento. Todo lo que hay que hacer es colocar unos parches adhesivos sobre la piel del tórax y seguir las instrucciones que el dispositivo emite. Si la víctima padece una arritmia apta para la desfibrilación, quienes participan en las maniobras deben alejarse para evitar sufrir la descarga y limitarse a apretar un botón cuando el DEA lo indique.

Lamentablemente, la sociedad no está lo debidamente preparada. Lo importante es la optimización de la cadena de supervivencia y, en este sentido, muchas son las falencias.

Las diferentes instituciones sin fines de lucro empeñadas en evitar un desenlace fatal en personas con "corazones demasiado jóvenes para morir" no han logrado un marco legal que efectivamente respalde estas buenas intenciones. Hay legislación que obliga a enseñar RCP en diferentes ámbitos o a realizar chequeos pre-participativos en deportistas, pero, por tratarse de un país federal, cada provincia debe reglamentar estas leyes, lo que en muchos casos se pierde en laberintos burocráticos.

También es deseable contar con un gran número de personas capacitadas en RCP. Lo ideal es que frente a una víctima de paro cardíaco haya dos resucitadores. Mientras uno llama al sistema de Emergencias y corre a buscar un DEA, el otro confirma que se trata de un paro, verifica la seguridad de la escena y comienza con las maniobras de RCP. Por otra parte, como estas maniobras causan gran desgaste físico, ambos voluntarios se van alternando. Sin embargo, el costo de los honorarios de los instructores, de los maniquíes y, por ende, de los cursos (para afrontar los gastos mencionados) limita la multiplicación de voluntarios capacitados. Un paso adelante que se considera significativo es la utilización de botellones de 6 litros que se utilizan para contener el agua mineral rellenos con bolsas de plástico en lugar de los costosos maniquíes, idea que tímidamente ya se está poniendo en práctica.

Un factor fundamental es el tiempo para la respuesta adecuada, lo que varía según en dónde ocurra el evento.

Si bien el paro cardíaco de una persona famosa (exitosamente reanimado o no) genera una toma de conciencia transitoria, esto no se traduce en acciones y resultados concretos a mediano y largo plazo.

En la Argentina, los escasos DEA suelen estar en algunos lugares públicos y existen aplicaciones –poco conocidas- para saber su ubicación mediante los teléfonos móviles.

"Salvar una vida" no tiene precio y solo se requiere del trabajo mancomunado de todos.