A partir del Instituto se han escrito numerosos libros de formación cardiológica que van del tromboembolismo pulmonar, el prolapso de la válvula mitral, hipertensión arterial, cardio metabolismo; todas enfermedades prevalentes en nuestro medio y en nuestro país.

En 1980, crearon una residencia de cardiología, una de las primeras en el país. La misma tiene una duración de 4 años y a la misma ingresan dos residentes por año. Hoy podemos decir que hay 50 cardiólogos en todo el país formados en nuestro instituto.

Esto nos anima a seguir trabajando y progresando en la especialidad: hemos desarrollado una Unidad Coronaria moderna, inaugurada hace un par de años. Cuenta con todos los servicios necesarios como telemedicina, renovada electrónica, para que los pacientes puedan ser atendidos con la mejor calidad. Y, seguiremos profundizando aquel legado para poner al servicio de la comunidad, los mayores avances científicos, académicos y tecnológicos.

El médico en general y los cardiólogos en particular nunca dejamos de estudiar y de formarnos. En mi caso comencé mi especialización en el entonces Hospital de Emergencias Clemente Álvarez y luego, mediante una beca internacional que pude ganar fui a Ohio Cleveland Clinic Foundation para hacer ecocardiografía. Todos los días seguimos estudiando ya que el compromiso es equivocarse cada vez menos en elaborar el diagnóstico exacto y un tratamiento correcto. La única manera de llegar a ellos estudiando e investigando; en suma, esforzándonos para que cada día se minimicen los errores.

En nuestro grupo trabaja el doctor Roberto Lanzotti quien fue el que hizo el primer cateterismo en un equipo instalado a fines de la década del ´60 en el hospital Escuela Eva Perón, en el Servicio de Cardiología cuyo jefe era el doctor Pedro Tuero  y hoy tenemos en el Instituto uno de los equipos más modernos de hemodinamia de la ciudad que nos permite hacer ultrasonografías intracoronaria, lo que llamamos Albus, pasando por las mediciones de las presiones intracoronarias; es decir, la evaluación de la reserva de flujo; todos estudios que permiten un mejor diagnóstico y una mejor decisión de tratamientos. Además, contamos con un equipo quirúrgico liderado por el doctor Mario Argüello.

Tenemos una Unidad de Dolor de Pecho; ya que nos enfrentamos a un riesgo cuando las personas tienen dolor de pecho, ya que muchas veces se confunden los diagnósticos y muchas veces a una persona que consulta por dolor de pecho se las envía a sus casas sin el diagnóstico preciso, reingresando luego a la institución con un infarto. Nosotros sometemos, en nuestra Unidad de Dolor de Pecho, a la persona que nos consulta a un algoritmo que nos permite ubicar a ese paciente en un lugar cómodo durante algunas pocas horas durante las cuales le realizamos algunos análisis seriados de enzimas cardíacas que se llaman troponinas, más el monitoreo electrocardiográfico; eventualmente una ecocardiografía, una percusión miocárdica para ver cómo se mueven los 17 segmentos en los que dividimos el corazón; de encontrar alguna anormalidad lo internamos en la Unidad Coronaria. Hoy existen claras evidencias que en los síndromes coronarios agudos cuanto antes intervengamos destapando una arteria, más se benefician los pacientes.

En la Unidad de Dolor de Pecho, podemos hacer un diagnóstico precoz, evitar que el paciente en riesgo regrese a su hogar y poder proceder con las terapéuticas que más beneficiarán a ese paciente. Y, por lado, descartar aquellos que tienen dolores que no responden a enfermedades cardíacas ni coronarias y evitar de someterlos a procedimientos intervencionistas innecesariamente. Las Unidades de Dolor de Pecho son una herramienta fundamental, tanto para descartar a los que no tienen enfermedad coronaria aguda, como para detectar rápidamente a quien la padezca y resolver en el cuadro coronario.

Nosotros lo expresamos en un dicho: “tiempo es músculo”; ya que, cuanto mayor es el espacio del musculo cardíaco que se infarta, mayor es el riesgo de desarrollar una insuficiencia cardíaca; la que, dentro de este síndrome clínico que marca la etapa final de estos pacientes cardiópatas. De un infarto pequeño se puede acceder a una sobrevida normal; pero si, por el contrario, el paciente hace un infarto grande, la sobrevida se verá reducida además del deterioro de la calidad de vida.

¿Los pacientes en la cuarentena consultan menos por sus enfermedades crónicas?

Sí. Y continúan sin venir al consultorio a controlarse. Personas que han tenido infartos o tiene insuficiencia cardíaca; personas que tienen arritmias graves, no vienen a los consultorios. Sí concurren aquellos pacientes que cursan patologías más leves. Es un problema serio. Nos preguntamos qué es lo que va a pasar pospandemia cuando nos encontremos con gente que está mal controlada; gente que, por eso ha progresado en su insuficiencia cardíaca y en sus arritmias graves. Por lo que es una preocupación. Todos estos pacientes DEBEN controlarse. Las instituciones médicas en general han instrumentado planes rigurosos de mitigación para evitar los riesgos de contaminación por el Sars Cov II. Se han tomado todas las medidas necesarias reducir los riesgos; la gente no.

¿Cuáles serían sus recomendaciones para este momento que estamos atravesando en la ciudad?

Dos cosas, tener un estilo de vida saludable; el que implica salud psicológica y salud física. Hoy, a pesar de las restricciones, podemos salir a hacer actividad física en los 500 metros permitidos, se puede trotar o caminar. Siempre con el barbijo correctamente colocado; comer sano: frutas y verduras; cinco porciones al día. Y hacerse los controles médicos: estilo de vida saludables y controles médicos adecuados

*Daniel Piskorz, médico cardiólogo, matrícula 8509, especialista en hipertensión arterial, investigador e integrante del Instituto de Cardiología del Sanatorio Británico. Consultorios del Británico, Jujuy 1540 Piso 5°