“Se me ocurre pensarlo de este modo: nos ha mostrado un primer aprendizaje y un segundo pero…El pero es algo que “deshabilita”, que puede llegar a anular el aprendizaje; por ejemplo:

Aprendimos a extrañar, pero sólo añoramos volver a la normalidad anterior; en lugar de reflexionar y construir algo mejor mirando hacia adelante. El otro, que es importante, forma parte de mi vida; si me implica en todos sus actos. Cuál es el pero, entonces, que lo veo como algo peligroso.

En este tiempo nos hemos reinventado y tuvimos que usar la creatividad; pero para lo cual se generaron muchos desequilibrios; hubo gente que hicieron cosas por defecto y otros, cosas por excesos; y, algunos quedaron rezagados, y lo están pasando mal.

Aprendimos que el Sistema de Salud estaba desfinanciado y que éramos vulnerables; pero no invertimos en áreas prioritarias en los últimos 30 años.

Aprendimos que no vivimos solos; y, si creíamos que lo individual era importante, y nos íbamos a salvar solos, no entendíamos de procesos sociales colectivos. Entonces, aprendimos a vincularnos de otra manera, a través de las redes, en algunos casos se generaron acercamientos, pero en otros hubo una necesidad imperiosa del vínculo presencial que se hacía impostergable. 

Aprendimos, también, que la vida tenía cosas sencillas, pero que no las priorizábamos: abrazos, besos, encuentros…y no los terminábamos de valorar.

Aprendimos a vivir el día a día, y a no proyectar tan lejos.

Yo me pregunto, entonces, si habremos aprendido algo; o, solo, nos llenaríamos de peros, Ese pero que no habilita y que, encima, anula el aprendizaje que tanto nos cuesta.

Los aprendizajes tan dolorosos, quedarán sólo como un deseo, esos cuatro hitos que cambiaron la evolución del ser humano: cooperación, solidaridad, ayuda mutua, y convivencia. Allí es donde yo me resguardo para saber si, en realidad, hemos aprendido algo.

El pero hace que desaprendamos lo que con tanto esfuerzo aprendimos, y lo anule. Lo deshabilita, luego de haber transcurrido casi un año completo.

Al aprendizaje hay que ponerlo en acto. Como siempre, en la acción incorporamos ese aprendizaje, haciéndolo visible en actos concretos y necesarios.

Los integrantes del equipo de salud, asumimos el compromiso con el otro pero, sobre todo, con nuestra profesión; con nuestra adquisición del aprendizaje, con nuestra formación.

La nuestra es una profesión muy empática: necesitamos entender qué le pasa al otro, ponernos en sus zapatos, pero no quedarnos mucho tiempo porque nos podemos transformar en el otro y en ese caso, la posibilidad de ayuda se conflictúa. Metido en sus zapatos intento interpretar qué le pasa, luego me salgo y le habilito posibilidades para que él pueda hacer con sus propias herramientas; no con las mías. Creo que ahí está el secreto de la ayuda”.