No solamente comer sano ayuda al cerebro, sino una adecuada combinación de ellos puede servir para evitar o ralentizar el riesgo de demencia.

Así lo determinó un estudio realizado por la Universidad de Burdeos en Francia, el cual fue publicado en la revista “Neurology” de la Academia Americana de Neurología. “Hay una compleja interconexión de los alimentos en la dieta de una persona, y es importante entender cómo estas diferentes conexiones, o redes alimentarias, pueden afectar el cerebro porque la dieta podría ser una forma prometedora de prevenir la demencia”, señaló la autora del trabajo, Cécilia Samieri.

La experta indicó que varios estudios han demostrado que comer una dieta más saludable, por ejemplo, rica en vegetales de hojas verdes, nueces, granos enteros y pescado, podía reducir el riesgo de demencia de una persona. Sin embargo muchos de esos estudios tenían limitaciones. “Nuestro estudio fue un paso más allá para observar las redes alimentarias y encontró diferencias importantes en las formas en que los alimentos se consumían conjuntamente en las personas que desarrollaron demencia y las que no lo hicieron”, manifestó.

En esta nueva investigación participaron 209 personas con una edad promedio de 78 años que tenían demencia, y 418 personas, emparejadas por edad, sexo y nivel educativo, que no tenían. Los participantes habían completado un cuestionario de alimentos cinco años antes describiendo qué tipos de alimentos comían y con qué frecuencia, además de someterse a periódicos controles médicos, según consignó Europa Press.

Los investigadores utilizaron los datos del cuestionario de alimentos para comparar qué alimentos a menudo comían juntos los pacientes con y sin demencia. De este modo encontraron que si bien había pocas diferencias en la cantidad de alimentos individuales que las personas comían, los grupos de alimentos en general diferían sustancialmente entre las personas que tenían demencia y las que no la tenían.

“Las personas que desarrollaron demencia eran más propensas a combinar carnes altamente procesadas como salchichas, embutidos y patés con alimentos ricos en almidón como papas, alcohol y refrigerios como galletas y pasteles”, indicó la experta. Las personas con demencia eran más propensas, cuando comían carne procesada, a acompañarla con papas, mientas que las personas sin demencia tenían más probabilidades de acompañar carne con alimentos más diversos, incluyendo frutas y verduras o mariscos.

En general, quienes no tenían demencia eran más propensos a tener una gran diversidad en su dieta, como lo demuestran muchas redes alimentarias pequeñas que generalmente incluían alimentos más saludables, como frutas y verduras, mariscos, aves o carnes.