La anemia, una afección causada por un número reducido de glóbulos rojos o una baja concentración de hemoglobina en casos de insuficiencia renal crónica, puede ser tratada con la eritropoyetina (EPO), una hormona producida por los riñones que estimula la médula ósea para producir más glóbulos rojos. Y un reciente descubrimiento sobre esta hormona podría representar una oportunidad para desarrollar nuevas terapias.

Un equipo de investigación internacional logró identificar, por primera vez, al principal productor de EPO. Se trata de las células Norn, un subgrupo de elementos renales cuyo descubrimiento acaba de publicarse en la revista Nature y podría tener implicaciones significativas para el tratamiento de enfermedades como la anemia, enfermedad renal crónica y el cáncer.

El cuerpo produce alrededor de dos a tres millones de glóbulos rojos (eritrocitos) que transportan oxígeno cada segundo para garantizar la supervivencia de las células. Este proceso está controlado por la hormona EPO, producida sobre todo por los riñones, pero que probablemente sea más conocida por el público en general como una droga que mejora el rendimiento del ciclismo y otros deportes de resistencia.

El descubrimiento

Aunque la EPO se descubrió hace décadas, aún se desconocía la identidad de las células renales que producen principalmente la hormona. Lo que logró un equipo internacional de investigadores de Suiza, Israel, Dinamarca y Alemania fue identificar un raro subconjunto de células renales como los principales productores de EPO en el cuerpo humano.

Los investigadores concluyeron que las células Norn tienen un gran potencial médico, dado que más del 10 por ciento de la población sufre de enfermedad renal crónica, que puede derivar en cuadros de anemia potencialmente fatales para casos graves.

"Este hallazgo permitirá comprender mejor cómo funcionan los tratamientos actuales", explicó Roland Wenger, profesor del Instituto de Fisiología de la Universidad de Zúrich. Tanto él como su coautor, Ido Amit, profesor del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel, comparan este descubrimiento con el de las células beta productoras de insulina en el páncreas y su impacto en la diabetes en la década de 1950. 

El equipo de Ido Amit, profesor del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel.

A diferencia de la insulina y otras hormonas proteicas importantes, que se almacenan en las células y solo se liberan cuando hay un estímulo correspondiente, la EPO se produce nuevamente en respuesta a la falta de oxígeno y se libera de inmediato.

"La producción en las células Norn aumenta bruscamente y vuelve a disminuir del mismo modo. Esta es la razón principal por la que identificarlas fue tan difícil", explicó Roland Wenger, quien ha estado investigando este proceso durante 30 años. En el modelo animal, en el que las células productoras de EPO se tiñen de rojo, pudo reducir el área específica de los riñones en la que se encuentran. Al enriquecer estas marcaciones, finalmente pudo decodificar su patrón molecular.

El desafío, sin embargo, era encontrar estas células en humanos. Los investigadores examinaron los riñones de víctimas de incendios domésticos que murieron intoxicados con monóxido de carbono y mostraron una fuerte inducción de la producción de EPO.

Usando estas muestras pudieron identificar las células Norn buscadas durante mucho tiempo en las personas, y descubrieron que éstas eran las mismas células que se habían encontrado en los ratones.

"El descubrimiento de un nuevo tipo de célula no es un evento cotidiano y la identificación de las Norn ahora ofrece la oportunidad de desarrollar técnicas que las estimularán para que produzcan más EPO. Esto permite mejorar la cantidad de eritrocitos y la calidad de vida del paciente sin tener que administrar EPO artificial", explicó Wenger.