Esta semana una noticia generó mucha expectativa en el vasto universo de personas que sufren por la caída de su cabello: la Agencia de Medicamentos de los Estados Unidos aprobó una droga llamada Baricitinib, que según se leyó en los medios llegaba lisa y llanamente para ponerle fin a la angustia de la calvicie. Pero la ilusión duró poco, porque rápidamente los dermatólogos salieron a aclarar que el medicamento en cuestión sólo sirve para un determinado tipo de alopecia y no precisamente la más frecuente.

El Baricitinib tiene una indicación específica para la alopecia areata severa, una afección que se hizo mundialmente famosa por ser la que dejó pelada a Jada Pinkett Smith (por quien su esposo Will pegó la cachetada más famosa de todos los tiempos) y que se da cuando el sistema inmunitario ataca los folículos pilosos, dejando comúnmente grandes círculos sin pelo en el cuero cabelludo y hasta en los casos más severos (denominados “universales”) haciéndole caer a quien la sufre todo el pelo del cuerpo, incluidas las cejas y pestañas.

Según el doctor Sebastián Mercau, médico dermatólogo y miembro de una familia tradicional de esa especialidad, “el desencadenante de la alopecia areata suele ser una situación de estrés emocional que provoca una destrucción del pelo potencialmente reversible, aunque hasta ahora no teníamos herramientas para tratarla”. De todos modos, el doctor aclaró que en los estudios hechos hasta ahora al Baricitinib (una droga inmunosupresora, de los llamados inhibidores JAK, con alto costo económico) se vio que al suspenderlo la enfermedad recae otra vez, por lo tanto es una droga de uso crónico. Por supuesto que no es lo ideal depender de esta droga para siempre, pero es una gran oportunidad para revertir un cuadro que genera mucha angustia a quienes lo padecen.

Porque por ahí va la cosa: la caída del cabello es para muchas personas un verdadero drama que los puede llevar a una baja de la autoestima, depresión y aislamiento social. No es sólo un mero conflicto estético, y menos aún en estos tiempos en los que el verse bien es casi un mandato social. Por suerte, la ciencia le ha dado a quienes reniegan de ser calvos diversas soluciones que vamos a detallar.

Distintos tipos de alopecia

Como ya se esgrimió, existen distintos tipos de alopecia: la de origen genético o hereditario, denominada androgenética; y otras adquiridas, causadas por algún tipo de enfermedad, como la alopecia cicatricial, areata o universal. 

El doctor Santiago Monti, miembro del equipo médico del Centro de Implante Capilar y Cirugía Plástica de Rosario, explicó que la androgenética “supone más del 90% de los casos de alopecia. Sus causas son la predisposición genética y un aumento en la acción de las hormonas masculinas o andrógenos”. Y aclaró que afecta de manera diferente a cada sexo: “La masculina castiga aproximadamente al 75% de los hombres y suele iniciarse en la adolescencia, siendo lo más habitual que los primeros signos se hagan evidentes entre los 25 y 40 años. La femenina, en cambio, puede llegar a darse en casi en el 50% de las mujeres, siendo de aparición más habitual con la llegada de la menopausia y la disminución de los estrógenos”.

“Los cabellos que se pierden son sensibles a la acción de los andrógenos: es decir, lo que se hereda genéticamente es la sensibilidad de los folículos pilosos de las zonas alopécicas a la acción de esos andrógenos. Es un proceso lento, que se produce de forma progresiva a lo largo del tiempo. El cabello sufrirá un proceso denominado miniaturización, volviéndose progresivamente fino, lacio y creciendo cada vez menos hasta llegar a atrofiarse. Este cabello que se cae ya no es reemplazado por cabello nuevo, dejando un espacio libre en el cuero cabelludo que tendrá cada vez menor densidad”, explicó Monti.

“En el caso de los hombres, la alopecia comienza a manifestarse en la zona de las entradas y/o coronilla, extendiéndose de forma progresiva hasta que sólo exista cabello en los lados y zona posterior de la cabeza, que son los folículos pilosos resistentes a la acción hormonal. En la mujer, esta alopecia es más difusa, no tan localizada como en el hombre, donde sí hay un patrón muy claro”, añadió.

En cuanto a las alopecias adquiridas, se destacan la cicatricial (aparición de tejido fibroso cicatricial donde antes existían folículos pilosos que impide el crecimiento normal del cabello y puede obedecer a causas traumáticas, infecciosas, neoplásicas, etc.), la areata (para la que acaba de aprobar el Baricitinib) y la universal (que es la evolución de la areata a la pérdida del cabello de todo el cuerpo, incluyendo cuero cabelludo, cejas, pestañas y vello corporal).

Sea como sea, “lo ideal siempre es diagnosticar lo más temprano posible para que no se pierda mucho pelo y se pueda definir qué tipo de tratamiento realizar”, subrayó Mercau.

Tratamientos: de las pastillas y las lociones a la cirugía

Para mejorar la calidad del cabello, detener el proceso de caída de la alopecia androgenética y recuperar parte o todo el pelo perdido, la ciencia ha avanzado mucho en estos últimos años. Y hay tres tipos de tratamientos: los cosmiátricos, los farmacológicos o los quirúrgicos.

Entre los primeros están los shampoos o las lociones, que mejoran las características exteriores estéticas del cabello (le dan brillo y suavidad) pero no detienen el proceso de pérdida. Para lograr eso, hay que ir por determinados fármacos o directamente a los implantes.

Uno de los tratamientos farmacológicos más conocidos son los aminoácidos: se encuentran entre estos la cistina, biotina o el zinc, que actúan sobre el folículo piloso fortaleciendo y estimulando el crecimiento de cabellos debilitados, mejorando su grosor y aspecto. Pero estos tampoco detienen el proceso de pérdida.

Medicamentos que sí detienen la caída del cabello son el Finasteride o el Dutasteride. Y lo hacen rápidamente por reducción de los niveles de la hormona masculina: según explicó el doctor Monti, “inhiben una enzima llamada 5-alfa-reductasa, la cual produce la transformación de Testosterona en Dihidrotestosterona (DHT), ésta última responsable de la atrofia y pérdida final de los cabellos”. Estos se administran por vía oral o local (con mesoterapia), pero deben ser prescriptos y controlados por profesionales médicos ya que pueden producir diferentes efectos adversos. Y si uno deja de tomarlos, la caída reaparecerá.

Para el doctor Mercau, “los efectos adversos del Finasteride se ven poco en la práctica diaria”. Y destacó otro medicamento que tiene un efecto similar: el Minoxidil, una droga de efecto vasodilatador que retarda la caída del pelo y fortalece el que aún queda sobre la cabeza. “Ingerido de forma oral es una muy buena opción, sobre todo si no se puede tomar Finasteride. Este medicamento actúa por otra vía y la verdad que si bien no lo reemplaza, logra un efecto positivo. También se puede combinar con Finasteride”.

Otro tratamiento que ganó lugar en los últimos años fue la aplicación de PRP (Plasma rico en plaquetas): según la explicación del doctor Monti, “es un material biológico del mismo paciente que se obtiene de una muestra de sangre: esta se centrifuga para separar los distintos componentes (glóbulos blancos, rojos, plaquetas, plasma) y una porción del centrifugado contiene plasma rico en plaquetas, que poseen un gran número de sustancias llamadas ‘factores de crecimiento’. Estas se aplican con pinchazos sobre el cuero cabelludo y promueven la respuesta reparativa de los tejidos mejorando sus cualidades. A nivel capilar, ayuda a aumentar el grosor del cabello y estimular su crecimiento. Pero no detienen el proceso de caída”.

Según Mercau, “el PRP está de moda pero yo lo considero como un complemento. Es útil en algunos casos para ser un coadyuvante, pero no como monoterapia. Como único tratamiento no funciona, en el largo plazo es difícil sostenerlo porque tiene un costo alto y genera molestias. Es útil para ayudar a repoblar zonas que cuestan mucho más, pero yo recomiendo tratamientos que puedan sostenerse en el tiempo durante muchos años”.

La opción más contundente: el implante

Otrora un tabú para los hombres y mujeres que se “ponían” pelo, hoy bastante más aceptado por la sociedad y por lo tanto más extendido, está el famoso micro trasplante capilar (MIC), indicado por excelencia en la alopecia androgenética.

“Su fundamento consiste en trasladar unidades foliculares del propio paciente que sean resistentes a la acción hormonal hacia las zonas alopécicas afectadas”, comentó el doctor Carlos Aliseri, titular del Centro de Implante Capilar y Cirugía Plástica de Rosario, con varias décadas de actividad en la ciudad.

“En la actualidad tienen vigencia dos técnicas de MIC, que se diferencian sólo en el modo de obtención de las unidades foliculares del área donante y que ofrecen excelentes resultados si se llevan a cabo por profesionales experimentados: son las técnicas FUSS y la FUE”, dijo Aliseri.

“La FUSS (Folicular Unit Strip Surgery) es la técnica más tradicional y ampliamente realizada en nuestro medio. Consiste en la extracción de una tira (strip) de cuero cabelludo del área donante (habitualmente de la región occipital, en la zona de la nuca), de la cual se separan las unidades foliculares individualmente para luego ser implantadas de una a una en la región a tratar”, explicó.

“Por otra parte, la técnica FUE (Folicular Unit Extraction) es más reciente y laboriosa ya que se extraen una a una las unidades foliculares con un pequeño sacabocados cilíndrico (punch) del área donante y luego se implantan de igual forma que en la técnica anterior”, agregó.

Según Santiago Monti, “son procesos que duran entre cuatro y seis horas, tras las cuales el paciente vuelve a su casa. Las secuelas cicatriciales son mínimas y difícilmente visibles. Y ambas permiten regresar prontamente a la actividad laboral y deportiva. El resultado comienza a verse después de varios meses, pero el pelo implantado no se cae nunca más”.

El costo de estas intervenciones depende de cada clínica y el precio va variando casi mensualmente por los vaivenes de la inflación: hoy en día, a junio de 2022, oscilan en los 250.000 pesos.

Como puede observarse, ya no corre esa famosa frase que años atrás le decían a quienes empezaban a exhibir rastros de una calvicie incipiente: “La solución es ajo y agua: a joderse y a aguantarse”. Ahora, ya sea para frenar la caída, retardarla o directamente recuperar el pelo perdido, existen múltiples opciones a las que se puede echar mano para tener la imagen que uno desea y recuperar la autoconfianza.

¿Mitos o verdades?

El doctor Mercau derribó algunas frases que son tomadas como verdades irrefutables según la creencia popular y ratificó la veracidad de algunas otras acerca de la salud y la caída de nuestro cabello:

No hay que lavar el pelo seguido: "Eso no es así. No hay una frecuencia ideal: si el cuerpo cabelludo es graso y hay que lavarlo todos los días, se hace y no pasa nada. El pelo no se va a caer por lavarlo".

El secador y la planchita dañan el pelo: "Se recomienda que el secador no se ponga cerca ni muy caliente porque puede haber un daño térmico a la fibra capilar y puede hacerse una burbuja, ponerse frágil y quebrarse. Lo mismo la planchita: no hay que abusar".

Cortar el pelo hace que crezca más y mejor: "Es un mito. No hace falta cortar el pelo para que crezca".

La tintura y los alisados, enemigos del cabello: "No hay problema con usarlos, sí se recomienda que la tintura no tenga un componente químico para que no genere un daño químico a la fibra. Y de los alisados se recomiendan no más de dos al año y que no tengan formol".

Hijos de padre pelado, condenados a la calvicie: "Si la persona tiene una alta carga genética, las chances son altas, pero no en el cien por cien. Salvo que haya de las dos ramas: ahí estará casi condenado.

El rapado del cabello no tiene efectos negativos: "El pelo no es sólo estético, sirve de protección de los golpes, del sol, del frío: está bien que haya alguien que no quiera tratarse, pero a la larga los rapados se golpean, se lastiman o tienen más propensión al cáncer de piel. Deben cuidarse más".