En espejo a la posible construcción de una alianza electoral entre Juntos por el Cambio y el Frente Progresista –el llamado “frente de frentes”–, en la otra vereda toma impulso la posibilidad de construir un acuerdo entre el justicialismo y Ciudad Futura con un objetivo excluyente: que de esa alianza surja el próximo intendente.

En ambas fuerzas creen que es momento de limar diferencias y cerrar una estrategia común, pues ven que ganar la ciudad es una posibilidad firme para la oposición local. El electorado rosarino ya manifestó voluntad de cambio en las Paso de 2019, cuando Pablo Javkin le ganó la interna a la socialista Verónica Irizar. En el PJ entienden que esa tendencia se puede profundizar en el turno electoral de 2023 porque los niveles de aprobación de la actual gestión están en baja, los oficialismos en general atraviesan tiempos complicados luego de la pandemia y en el marco de una crisis de múltiples factores, y porque está en condiciones de armar una oferta electoral atractiva. 

Eso contrasta con lo que pasa a nivel provincial, donde el peronismo es oficialismo y son los sectores no justicialistas –o al menos la gran parte de ellos– los que consideran que es momento de postergar diferencias y apostar a la construcción de un frente de frentes, porque la Gobernación está a la vuelta de la esquina. 

Ambos escenarios son relativos: las elecciones generales recién serán en septiembre del año que viene, las gestiones –local y provincial– aún tienen margen para mejorar, gana terreno la posibilidad de que Javkin vaya por la reelección y postergue su idea de saltar a la pelea por la Gobernación, mientras que el PJ tiene un piso a nivel provincial que obliga a no darlo por perdido en esa disputa.

Las cuentas que hacen en el peronismo de cara a la pulseada por la Intendencia llevan al antecedente de 2019. En esa elección, Javkin le ganó a Roberto Sukerman por menos de 8 mil votos: 180.173 contra 172.563. El candidato de Ciudad Futura, Juan Monteverde, sacó 78.106 mil votos. Del lado de enfrente le pueden contestar con otra cuenta: Roy López Molina, el candidato del PRO, obtuvo 80.484, lo cual marca que la suma entre las fuerzas que se integrarían en el frente de frentes seguiría estando por encima del total del PJ más Ciudad Futura. 

El partido, está claro, hay que jugarlo. Lo que se puede anticipar es que si efectivamente se conforman ambas alianzas electorales la disputa será para alquilar balcones y tendrá una polarización infrecuente en Rosario, lo que dejará poco espacio para terceras opciones. Aunque seguramente las habrá.

Los candidatos “naturales”

 

En 2019, para las elecciones primarias, Sukerman intentó que hubiera en el peronismo rosarino una interna fuerte –algo que tuvo el Frente Progresista con Javkin y Verónica Irízar–, y que incluso participara Ciudad Futura. No lo consiguió. Esta vez las conversaciones parecen mucho más encaminadas. ¿Por qué? Porque ahora esa idea es abrazada por casi todo el resto del PJ y porque Ciudad Futura definió, en un plenario realizado la semana pasada, que su prioridad en la estrategia electoral para el año que viene es la disputa por la Intendencia, con lo cual manifiesta disposición a negociar lo que haya que negociar por arriba –cómo juega a nivel provincial– y por abajo –cómo busca sostener e incluso aumentar su representación en el Concejo Municipal–.

Sukerman está decidido a intentar una vez más ir por la Intendencia con la convicción de que en el 2019 la no concreción de esta alianza fue uno de los factores que le impidió llegar. Siente que por eso y por la experiencia que adquirió como ministro de Trabajo y de Gobierno de la provincia y ahora como funcionario del Ministerio de Trabajo de la Nación es algo así como el candidato natural del PJ. En realidad, su aspiración de máxima es ser el candidato único, pues si el peronismo divide demasiado su oferta en las Paso puede correr el riesgo, incluso, de perder una interna con Ciudad Futura, cuyo postulante será Juan Monteverde.

Pero parece muy lejana la posibilidad de que el peronismo tenga una única referencia en la interna rosarina, pues son muchos los que, como Sukerman, tienen aspiraciones de ser candidatos a intendente.

Quien podría ordenar la situación no da señales de que vaya a hacerlo. El gobernador Omar Perotti por ahora juega su propio juego político: agita nombres de posibles candidatos propios, y tiene poco y nada de diálogo con quienes integran los otros sectores, incluso con los que fueron sus aliados en las últimas elecciones, en las que fue como postulante a senador suplente en la lista que llevaba a Marcelo Lewandowski a la cabeza. 

Justamente por eso, Lewandowski hizo una movida significativa en las últimas semanas, con la decisión de que quien lo reemplazó como senador del departamento Rosario, Miguel Rabbia, abandonara el bloque perottista en la Legislatura provincial. Rabbia el jueves pasado fue el único legislador que votó en contra de todos los pliegos que envió el gobernador, algo que no hizo ni el más opositor de los opositores.

Toda esa jugada da una pista. Lewandowski, que es el dirigente que más mide en la provincia, entiende que no tendrá el respaldo necesario del gobernador para dar la pelea por la Casa Gris –algo que requiere de recursos con los que su sector no contaría per se– y se planta por fuera del perottismo para construir su proyecto político desde un espacio propio. ¿Para qué? En su entorno dicen que Rosario –que con su candidatura a senador se convirtió en la única ciudad grande del país donde ganó el Frente de Todos en 2021– es su “lugar natural” y supeditan la posibilidad de saltar a la pelea provincial a si efectivamente aparece un respaldo de las estructuras provincial o nacional que le permitan contar con los recursos necesarios para armar una campaña de esa magnitud.

La Cámpora, el Evita y Ciudad Futura

El alejamiento de Perotti, que ahora coquetea con la posibilidad de impulsar la postulación a gobernador del periodista Alejandro Fantino, evidencia que la opción de que el comentarista deportivo rosarino se convierta en el candidato de la estructura provincial es muy lejana y tampoco los sectores con más influencia a nivel nacional dan señales de que lo puedan impulsar a la batalla por la Casa Gris: para La Cámpora, la agrupación que más influye en Cristina Kirchner, Lewandowski debería ser candidato a intendente pues propone para la Gobernación al diputado nacional Marcos Cleri

Es decir que el sello que a nivel nacional encabeza Máximo Kirchner no tendría postulante propio en la ciudad. Lo mismo que el Movimiento Evita, que ya lanzó al diputado nacional Eduardo Toniolli para la Gobernación, pero que para la intendencia está dispuesto a apoyar a Juan Monteverde, algo que, entienden desde este sector, le da fuerza a la posibilidad de que Ciudad Futura abrace la idea de integrarse con el peronismo.   

Juan Monteverde, el candidato de Ciudad Futura.

Ciudad Futura, que también dialoga con algunos gremios y movimientos sociales afines al peronismo, en realidad está dispuesta a jugar a fondo en esa dirección, algo que en 2019 se trabó entre otras cosas por su voluntad de ir a la interna por la Intendencia pero sin resignar la presentación de una lista propia de concejales por fuera. Esta vez pretendería hacer lo mismo, pero el escenario es otro: casi todos los actores se manifiestan dispuestos a flexibilizar posturas para que el acuerdo pueda concretarse. Lo que no quiere decir que no puedan aparecer nuevas trabas.

Perottismo y massismo

 

Pero claro, falta saber un dato clave: cómo se va a plantar el perottismo, que también amenaza con armar juego propio en la ciudad aunque otros sectores dicen que hoy por hoy, y con la crisis de la seguridad en su punto máximo, a nivel local la figura del gobernador resta más que lo que suma. 

Lo cierto es que en más de una conversación informal con otros referentes peronistas el diputado nacional Roberto Mirabella planteó que el oficialismo provincial tiene nombres para hacer fuerza en Rosario. Uno es el secretario de Turismo de la provincia, Alejandro Grandinetti, que ya hizo saber que tiene voluntad de competir. Otro, Lisandro Cavatorta, periodista que hizo una buena elección a concejal en 2021, cuando salió segundo detrás de Ciro Seisas. Una tercera opción sería la ministra de Salud de la provincia, Sonia Martorano, aunque se la menciona con más firmeza para ir por la senaduría provincial o en la lista de diputados nacionales. 

Alejandro Grandinetti, uno de los nombres del perottismo.

Por un andarivel ideológico parecido, hay otro nombre en danza para completar el menú de posibilidades del peronismo: el actual secretario de Transporte de la Nación, el ex concejal Diego Giuliano. “No hay que descartarlo”, dicen por ahora cerca del exedil con respecto a una eventual precandidatura a intendente. En todo caso, esa posibilidad tomará fuerza si con el correr de los meses su jefe político, el ministro de Economía Sergio Massa, consigue bajar la inflación y así reimpulsarse él mismo como aspirante presidencial.

Resto del mundo

 

Dentro de la política frentista que imaginan algunos sectores del peronismo también aparecía como posible interlocutor el nuevo agrupamiento político de centroizquierda que tiene como referentes a los diputados provinciales Rubén Giustiniani, Carlos Del Frade y Fabián Palo Oliver.

Pero, aunque sin dar nombres, fuentes de ese sector dijeron a Rosario3 que tienen la decisión de no integrarse a ninguno de los frentes mayoritarios, con la idea de constituirse en una opción de centroizquierda por fuera de la grieta y ocupar así un espacio que creen que el Frente Progresista dejará vacante si se termina conformando su alianza con Juntos por el Cambio.

Si se da ese escenario, la disputa por la intendencia quedará muy polarizada, con poco margen para terceras fuerzas, con la cual presentarían candidatura pero la expectativa estará centrada en cosechar bancas en la Legislatura y el Concejo.

Seguramente habrá también oferta de la izquierda tradicional y se constituirá otra –u otras– por derecha, con sectores provida que se acercaron a Javier Milei.

En las encuestas, en tanto, aparece además con una intención de voto nada despreciable el periodista Miguel Tessandori, que llegó al Concejo como un candidato disruptivo aunque luego, desde su banca, no hizo demasiado que lo diferenciara de los demás.

Es algo parecido a lo que pasó con los otros "outsiders", la mayoría periodistas, que llegaron al Palacio Vasallo. “Son figurines para ganar, no más que eso”, dice uno de quienes pretende gobernar la ciudad desde el año que viene y entiende que lo que en realidad necesita Rosario no es otra cosa que buena política.