Rosario es una ciudad lastimada. Lo dijo el intendente Pablo Javkin este jueves en su discurso de apertura del período de sesiones ordinarias del Concejo Municipal y lo siente cada uno de sus habitantes.

Las palabras, como también señaló Javkin, pueden ser un bálsamo. Incluso más que eso: nombrar una situación es reconocerla, el primer paso para resolverla. Pero para sanar las heridas se necesitan acciones certeras, direccionadas en el sentido correcto.

Eso es lo que, entiende el intendente, empezó a pasar ahora con el combate del delito organizado en Rosario, a partir del cambio de signo político en la provincia principalmente pero también en la Nación. 

En ese sentido fue claro. “Contamos con el coraje de un gobernador al que no le tiembla el pulso”, dijo. El alineamiento con las políticas de seguridad que lleva adelante Maximiliano Pullaro es total: “Los mafiosos golpean porque les duele que al fin se les está desarmando esa agencia de empleo criminal que habían montado en cárceles que nadie controlaba, con la inteligencia para escucharlos desmontada, con complicidades y debilidades imperdonables. Ahora, cuando un gobierno valiente los enfrenta, buscan pararlo, pararnos”.

Foto: Alan Monzón/Rosario3

Al gobierno nacional le agradeció el envío de fuerzas federales pero fundamentalmente que al fin se entiende que el problema de Rosario no es de la ciudad sino de la “Argentina entera”. Pero también lo criticó por otras cuestiones: la eliminación de los subsidios al transporte y el corte de la asistencia a los comedores comunitarios en un marco de crecimiento de la pobreza que no encuentra freno.

En cuanto a lo que a él le toca frente a lo que definió como el desafío más complejo de la historia de la ciudad, volvió sobre un eslogan con el que en su momento buscó diferenciarse de la inmovilidad de las gestiones provincial de Omar Perotti y nacional de Alberto Fernández: “Hacemos nuestra parte”. Solo que ahora parece aclarar que todos la hacen.

¿Cuál es su parte? Cuidar y hacer, dijo en diferentes tramos del discurso.  “Como municipio, nos toca seguir haciendo, arreglando, manteniendo, creando. Pero sobre todo, nos toca seguir cuidando y cada día más, porque las únicas armas que tenemos son nuestra capacidad para estar cerca de los vecinos, ya sea para ponerle luz en la cuadra o llevar a su hijo al médico o a la salita de primera infancia y que lo atiendan bien y con amor. Hacer mucho y cuidar todavía más, esa es la tarea”, sostuvo en uno de esos párrafos.

Hacer

En el plano del hacer se concentró fundamentalmente en un programa de obras públicas que incluye pavimentación y ampliación de calles, desagües cloacales que llevarían la red a casi la totalidad de la ciudad en 2025 y mejoramiento de veredas, entre otras cosas. Pero también en proyectos más ambiciosos para los que a todas luces el presupuesto municipal es insuficiente y requieren sí o sí de la aprobación de Nación, ya sea para el envío de fondos propios o para que habilite la posibilidad de que se haga con créditos de organismos internacionales como el Banco Mundial.

Urbanizar o terminar los proyectos de urbanización de barrios que quedaron inconclusos, entiende el intendente, es la tarea fundamental de la hora porque “la dignidad de un barrio urbanizado cambia la vida de la gente para siempre”. Javkin mencionó lo hecho en barrio Banana, en barrio Moreno, en República de Sexta. Resaltó que la provincia avanza con las obras para Los Pumitas, el barrio donde mataron a Máximo Jerez (su padre estaba presente en el Concejo). Y pidió que Nación destrabe su aporte para otros proyectos como el de Sorrento y Cullén y el de La Tablada. No mencionó a Nuevo Alberdi, donde el municipio craneó los planes de transformación con Ciudad Futura, un sector con el que las relaciones quedaron tensas después de la elección que Javkin le ganó al concejal Juan Monteverde.   

Foto: Alan Monzón/Rosario3

Preocupado además por la posibilidad de que el gobierno de Javier Milei trabe otros proyectos menores por la participación organizaciones sociales, hizo una revelación a tono con la nueva época: “Le he comunicado a la Secretaría de Intervenciones Socio Urbanas del gobierno nacional, que si se nos disponen los recursos este Municipio está dispuesto a asumir la ejecución de las obras de urbanización de forma directa y sin intermediarios”.

Cuidar

En el plano del cuidar, defendió y enumeró las políticas del municipio en materia social y de salud. En este caso, bien a contramano de la agenda del gobierno nacional, al que criticó por haber interrumpido el envío de asistencia alimentaria. Por el contrario, dijo que habrá un aumento de las partidas del municipio en la materia en 3.200 millones de pesos.

Pero además anunció la apertura de nuevos centros Cuidar y de salud, y la creación de “una Casa de las Infancias, un espacio de 800 metros cuadrados, con una ludoteca, Cámara Gesell y espacios de entrevistas cuidadas y respetuosas para casos de ausencia de cuidados familiares, abandono, violencia, abuso y conflictos con la ley penal. La idea es llegar a más de 7.500 chicos y chicas con 60 profesionales”.

Simbolismos

La ceremonia fue austera, a tono con el estado de ánimo de la ciudad, y cargada de simbolismos. La apertura estuvo a cargo de la Mesa Interreligiosa, que hizo una bendición por la paz frente a la situación de “terror y violencia” que atraviesan los rosarinos. Fueron invitados especialmente familiares de víctimas de la violencia. Y la presencia del gobierno provincial fue, a diferencia de otras oportunidades, notoria: estuvieron, entre otros funcionarios, la vicegobernadora Gisela Scaglia y dos ministros muy vinculados a lo que fue el contenido del discurso de Javkin: el de Seguridad, Pablo Cococcioni, y el de Infraestructura, Lisandro Enrico.

Todo en un marco que esta vez fue de calma –tensa calma–, a diferencia de lo que pasó dos semanas atrás, cuando estaba previsto originalmente el acto pero se suspendió por la protesta de taxistas que rodeó el edificio del Concejo luego de los asesinatos de dos choferes. 

Foto: Alan Monzón/Rosario3

Frente a los familiares de víctimas, los funcionarios, los concejales y los invitados que representaban a un amplio abanico de entidades, Javkin cerró con un último párrafo que buscó despertarlos del sopor de resignación que parece ceñirse sobre la ciudad: “Le pido a cada uno de los que está acá que cuando este acto termine vaya y siga curando, enseñando, cuidando pibes, trabajando, predicando, produciendo… Les pido a todos y cada uno que salgamos juntos a decirle al país y al mundo que esta ciudad hermosa no se rindió nunca, que Rosario no se va a rendir jamás. Que no vamos a dar ni un paso atrás, y que vamos a ganar. No será fácil. No será de la noche a la mañana. Otra vez nos toca atravesar tempestades. Pero lo dije, lo diré siempre y lo dirán los hijos de nuestros hijos: nunca subestimen la fuerza de la gente buena de Rosario, porque Rosario siempre puede”.