Silvia Fernández León es casi como la memoria oral del Concejo Municipal desde el regreso de la democracia hasta la fecha. Es una de las empleadas más antiguas del cuerpo, pese a que desde la pandemia trabaja desde su casa, y fue concejala a principios de los noventa por el socialismo democrático. La consultan desde los ediles y sus asesores hasta los estudiantes e investigadores. Atesora cajas de expedientes y trámites sobre hechos que marcaron la historia del organismo legislativo de la ciudad como los listados de concejales que pasaron y documentos inéditos de la Semana Santa de 1987, manuscritos o mecanografiados. Le pasa como a los archiveros: están en el fondo y casi olvidada, también porque es muy meticulosa de los reglamentos y no pasa inadvertida cuando opina.

De voz ronca y carácter fuerte, a Silvia la conocen todos en el Palacio Vasallo y muchos prefieren evitarla, no vaya a ser cosa que les cante cuatro verdades y tengan que mirar para otro lado. Conserva las formas, aunque cuenta mucho menos de lo que sabe o piensa.  
Silvia ingresó en al Concejo como auxiliar de la comisión de Planeamiento en 1985 cuando cerró el Diario Rosario donde era jefa de personal.

Estuvo contratada por seis años y en 1991 fue electa concejala por el PSD. Compartió bancada con Hermes Binner, del PSP, pese a sus diferencias. Cumplió su mandato y continuó como secretaria de bloque. Y desde 2000 está como empleada de planta permanente. Pasó por Prensa y Parlamentaria hasta que llegó a atender una oficina que hoy está casi sin funcionar pese a lo que significa: el Concejo en los barrios, orientación y gestión para la comunidad. “En una reunión de concejales hace algunos años dijeron que la oficina era para capitalizar un proyecto político individual pero se olvidan que cuando dejé de ser concejal dije que no volvería a una banca” cuenta indignada.

Sin embargo está convencida de su gestión y monitorea cada expediente que ingresa al cuerpo, hace un seguimiento de los principales temas y está al tanto de aquellas problemáticas barriales que en su juventud militante la ocupaban tiempo completo.
También se ocupó de rescatar parte del archivo que estuvo a punto a desaparecer como los listados de los concejales con respaldo documental. Así pudo conservar copias de los originales en tinta y letra caligráfica desde 1873 y fundamentalmente los que sucedieron desde el último retorno de la democracia redactados con máquina de escribir o de manera manuscrita.

“Es como atender un maxi-kiosco. El que necesita algo, viene. No sé todo. pero es como si supiera en qué biblioteca puede estar un libro. Mi trabajo fundamental es estudiar todos los expedientes en tiempo real y tengo a mano los documentos de temas que vuelven siempre”, apunta. Y va mostrando la pila de carpetas azules que arranca con expedientes del derrumbe en el Parque España, las que volvió a consultar hace poco. 

Silvia Fernández León, la mujer que conoce como nadie el Concejo de Rosario (Alan Monzón/Rosario3)

También conserva los originales de los comunicados cuando José María Vernet fijó sede de gobierno provincial en el Concejo durante la Semana Santa del 87 ante el alzamiento carapintada. Fue testigo de aquellas interminables jornadas y guardó cada papel que por allí circuló después que el gobernador dictase la emergencia constitucional y convocara a las fuerzas vivas de la ciudad a defender la democracia. Hasta se ocupó del homenaje en el recinto que se hizo con los sobrevivientes treinta años después.

La imagen de los concejales

Fernández León no le escapa a hablar de la poca empatía ciudadana para con el Cuerpo: “Desde el retorno de la democracia, hubo buenos y malos concejales, honestos y corruptos, trabajadores y vagos. Al Concejo que más le pegaron por casos de corrupción como Fibraca o Circo Vostok, en la década del 80, trabajaba todo el día, era de puertas abiertas. Claro, la mayoría de los ediles venían de la militancia en los barrios, atendían a todos”. 

Por eso la comparación con la actual conformación es inmediata: “Hoy hay concejales que recorren los barrios y que presentan proyectos, pero se ha modificado hasta la forma de trabajar. Hoy un proyecto debe recorrer por hasta cuatro o cinco comisiones. Esa cuestión fue impuesta por el socialismo porque si aparecía un expediente que no les interesaba lo frenaban en alguna comisión donde tenían mayoría”, dispara.

Silvia cree que a los ediles les falta capacitación en técnica legislativa y humildad de preguntar al personal de planta. Encima, “ya no hay asesores que pasen años en las comisiones y hasta ni siquiera les permiten hablar en las comisiones, como sucedía años atrás”, continúa. 

“Tengo mucho apego al reglamento porque si hoy lo violás porque te conviene, mañana se te puede volver en contra”, destaca. Y pone como ejemplo la delegación de funciones del Concejo al Ejecutivo para fijar el precio del boleto que comenzó con la intendencia de Binner o del antecedente de aumentar la tasa municipal por mayoría reglamentaria para un proyecto sin despacho de comisión como hizo (Héctor) Cavallero. “Como le explicas a uno que recién entra que eso no es correcto pese a que viene arrastrándose desde hace años. Si no te gusta el reglamento cámbialo”, desafía.

Una de los puntos del actual reglamento que no se cumple es la organización de las sesiones en los barrios cuyo último antecedente fue en 2008. La ex edila defiende esta herramienta porque se trata del verdadero “contacto cara a cara entre los vecinos y el Concejo”. Y pese a la falta de criterio de los concejales a la hora de aprobar lo que la gente pedía, como ocurrió una vez en el Distrito Oeste donde los proyectos aprobados superaban en monto al presupuesto municipal del año _rememora_, “es la mejor forma de participación del vecino” y cita a la pavimentación del barrio Uriburu y La Guardia que se gestó desde un expediente iniciado en la primera sesión.

Silvia Fernández León, la mujer que conoce como nadie el Concejo de Rosario (Alan Monzón/Rosario3)

     Los más y los menos 

-Te animás a un ping-pong que propone Rosario3.

-Dale.

-¿El/la concejal/a que más trabaja o trabajaba?

-Hay muchos. Miguel Rolfo, Augsburger, Elbio Martínez, Angel Moral, Cavallero, Jorge Boasso, los actuales de Ciudad Futura por el laburo previo, Fernanda Gigliani…..(N. de la R: nombra a 51 en total, el corte es arbitrario). 

-¿Los menos?

-Rabanito Barrionuevo y Oscar Peresotti.

-¿El de personalidad más difícil o complicado de tratar?

-Boasso.

-¿A qué edil de los que estuvieron o están, hubieras votado?

-A (Miguel) Augsburger (Partido Intransigente, 1985-1988 hasta que falleció) por su honestidad, trabajo y apertura.

-¿A quién no?

-Ufff, tengo una lista….a Peresotti.

-¿El intendente que más importancia le dio al Concejo?

-Horacio Usandizaga. Antes de mandar un proyecto mandaba un borrador para que lo vieran, tacharan, incorporaran agregados, y además te atendían en el gabinete.

-¿El que menos? 

-Binner.

-¿Las sesiones más calientes que recuerda?

-Los primeros años del Concejo con la barra llena. Cuando concejales se agarraron a trompadas, o cuando tiraron un bife de hígado desde la barra que le pegó a un concejal en el cuello.

-¿Las sesiones más emocionantes? 

-Cuando a las Madres las reconocieron como ciudadanas ilustres, el día que se aprobó la comedia municipal, la de la sanción del medio boleto estudiantil y la distinción a Rosita Ziperovich.

-¿Anécdotas?

-En una época donde el Concejo sesionaba dos veces por semana, las comisiones funcionaban de mañana y tarde, las sesiones iban hasta la madrugada, había un concejal que se quedaba dormido en la banca y se sacaba los zapatos, y en una sesión se los escondieron y luego los andaba buscando. Otra menos risueña sucedió a fines de los ochenta cuando un tipo mató a tiros a un empleado en la puerta.

Silvia tiene para cada respuesta un documento, una argumentación o un recuerdo que los respalda. Nada parece alterarla pese a la intervención quirúrgica que pronto le harán. Sabe que siempre la peleó casi sola como la crianza de sus hijas Verónica y Julia. 

Silvia Fernández León, la mujer que conoce como nadie el Concejo de Rosario (Alan Monzón/Rosario3)

La vacuna contra la meningitis y la atención a los Fonavi

Silvia Fernández León fue una incansable concejala cuya gestión fue atravesada por dos iniciativas de su autoría: el convenio para traer la vacuna cubana contra la meningitis y la problemática de los Fonavi. Es más, vivía en uno de esos complejos y palpaba las necesidades de esos barrios. Su mandato se abocó a las problemáticas sociales y evitó las luces de un socialismo que iba a hegemonizar la gestión del municipio. Siguió fiel a sus luchas y permaneció en el Concejo pero sin banca. Sobre su gestión respondió: 

-¿Haber trabajado para traer la vacuna contra la meningitis fue tu principal logro?

-La gestión por la vacuna fue muy dolorosa y dura. Estuvimos dos años peleándola, me quisieron matar en Catamarca y Sarmiento cuando me tiraron una camioneta encima y me dijeron que parara con la vacuna. Fue una pelea dada en la más absoluta soledad en la que luego se montó Binner cuando era Secretario de Salud. El contenido de la firma del convenio lo escribimos el ministro de salud de Cuba y yo en La Habana. Sin embargo, el día que llegaron las primeras dosis al aeropuerto tras la firma del acuerdo todos los que se oponían a la vacuna estuvieron en primera fila.

-…….

-Me saco el sombrero con (Carlos) Reutemann. Su ministro de salud era (José Luis) Imhoff quien cada vez que yo salía al aire por una radio para hablar de la vacuna llamaba para contradecirme y decir que la vacuna no servía. De pronto el gobernador convocó a una conferencia de prensa donde anunció la compra de la vacuna por diez millones de dólares. Ese mismo día Imhoff había salido a contradecirme.

-¿Por qué resultó clave la gestión con los Fonavi?

-Es que se pudo lograr la escrituración, poner el alumbrado interno y concluir con la falta de finales de obras en los barrios. Armamos una comisión de representantes de cada FONAVI, la Unbafo, que luego se desintegró por cuestiones partidistas. Varios de los dirigentes participaron en cargos en Promoción Social y fueron candidatos a concejales convocados por Cavallero. Con la salud, la vivienda y la educación no se jode, no se partidiza.