El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y el actual mandatario Jair Bolsonaro disputarán la presidencia de Brasil en una segunda vuelta el 30 de octubre, según confirmó este domingo el Tribunal Superior Electoral (TSE), que dio por matemáticamente definida la votación con el 99,99 por ciento de los votos escrutados. El resultado final del escrutinio arrojó un triunfo al líder del Partido de los Trabajadores (PT) con 48,43% de los votos, frente al 43,20% del presidente de ultraderecha.

Lula pasó a liderar el escrutinio cerca de la hora 20, contabilizadas el 70 por ciento de las urnas, luego de una ventaja inicial del actual mandatario, que pretende la reelección. A partir de allí comenzó a despegarse de su contrincante, a quien finalmente superó por más de 5 puntos, lo que representa un total de 6.186.367 votos.

En el comienzo del conteo, la diferencia a favor de Bolsonaro era de más de siete puntos porcentuales pero conforme se fueron cargando las mesas, Lula alcanzó el 45,74 por ciento (37.265.102 votos) y lograba así algunas décimas más que Bolsonaro, según datos del TSE.

El tablero parcial con menos de una hora de escrutinio y Bolsonaro al frente.


Para ganar en primera vuelta se necesita el 50% más uno de los votos. Si ninguno de los candidatos alcanza esa cifra, la Presidencia de Brasil se definirá en un balotaje el 30 de octubre.

El Tribunal Superior Electoral contabiliza sólo los votos válidos para elegir presidente, es decir, no incluye a los sufragios en blanco o los anulados.

Como se esperaba, el resto de los candidatos se ubicaron muy lejos de los principales aspirantes. Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, y Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, apenas superan el 4 y 3%, respectivamente. Los otros siete, en tanto, no logran alcanzaron el 1%.

El conteo pasadas las 20, ya con Lula liderando.

"La lucha continúa hasta la victoria final"

 

Con el escrutinio cerrado, Lula aseguró que "la lucha continúa hasta la victoria final" y celebró la chance de un futuro debate “cara a cara” con el mandatario Jair Bolsonaro antes del balotaje del 30 de octubre.

En sus primeras declaraciones en el bunker  en San Pablo, Da Silva afirmó que en los días que quedan hasta el balotaje “habrá que conversar más con la gente y convencer a la sociedad” de qué es lo conveniente para el país.

"Todas las elecciones a las que me he presentado han sido en segunda vuelta, todas ellas. La segunda vuelta es la oportunidad para madurar las propuestas y para conversar con la sociedad", manifestó Lula.

Ante sus seguidores, consideró que las próximas cuatro semanas servirán para "construir un abanico de alianzas para que gobierne".

Lula saluda a simpatizantes luego de sufragar. (EFE)

"El electorado demostró voluntad de cambio"

Por su parte, el actual presidente brasileño, y candidato a la reeleción, Jair Bolsonaro, afirmó que la mayor parte de la población tuvo una "voluntad de cambio" y adelantó que para la segunda vuelta intentará dialogar con la población de más bajos recursos, que que es la que más lo castigó en estos comicios.

"Entiendo que hay muchos votos que se debieron a la condición del pueblo brasileño, que sintió el aumento de los productos; en particular, la canasta básica de alimentos. Entiendo que hay una voluntad de cambio por parte de la población, pero hay ciertos cambios que pueden ser para peor", dijo a periodistas en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial de Brasilia.

“Intentamos durante la campaña mostrar ese otro lado, pero parece que no llegó a la capa más importante de la sociedad”, sostuvo Bolosonaro.

“Tenemos por delante una segunda vuelta en la que todo vuelve a ser igual, el tiempo de propaganda para cada lado será el mismo, y ahora vamos a mostrar mejor a la población, especialmente a la clase más afectada, que la situación es consecuencia de una guerra en el exterior, de una crisis ideológica también”, dijo.

Novena elección en democracia, la sexta de Lula

 

Se trató de la novena elección presidencial de la historia moderna desde el fin de la dictadura militar (1964-1985) y la sexta en la que participó Lula (1989, 1994, 1998, 2002, 2006 y 2022) teniendo en cuenta que en 2018 estuvo registrado, pero luego fue proscripto por tener una condena.

El exmandatario estuvo en prisión 580 días por la Operación Lava Jato, escándalo que permitió el ascenso a gran velocidad de Bolsonaro hace cuatro años como estandarte de la antipolítica y de un discurso contra la izquierda, e inclusive a favor de la dictadura militar y la tortura ejercida a presos políticos.

El Supremo Tribunal Federal determinó por mayoría la anulación de los procesos contra Lula al considerar parciales por manipulación y persecución política las causas encabezadas por el fiscal Deltan Dallagnol y al juez Sérgio Moro.

Ambos han declarado el voto a Bolsonaro: el primero es candidato a diputado y el segundo a senador por el estado de Paraná.

Pero la elección no es apenas la polarización entre Lula y Bolsonaro, ya que además puede devolver al gobierno al PT, que estuvo 13 años en el poder hasta que fue derrocada en un juicio político la presidenta Dilma Rousseff (2011-2016).

Tras esa destitución se impuso en el país una agenda conservadora en lo político y un rumbo neoliberal con reformas económicas de respaldo empresarial y congelamiento de salarios.

Las elecciones




Fueron habilitados para votar 156,4 millones de personas y el voto fue obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 69 años y opcional para los que tienen 16 y 17 y los mayores de 70. El Tribunal Superior Electoral contabiliza apenas los válidos para elegir presidente, es decir, no incluye a los sufragios en blanco o los anulados.

En Brasil, un candidato necesita más del 50 por cientos de los votos para ganar la presidencia en primera vuelta y esto vale también para los 27 gobernadores que deberán ser elegidos en estas elecciones.

Los comicios son claves porque también se deciden a los 513 diputados de la Cámara baja y a 27 de los 81 senadores nacionales, a la vez que se renuevan las asambleas legislativas de los estados.

En los principales estados la disputa está en altísima temperatura como en los comicios nacionales: en San Pablo, el más populoso del país con 46 millones de habitantes, el líder en las encuestas es el exministro de Educación y exintendente de San Pablo, Fernando Haddad, del PT.

Lo siguen el exministro bolsonarista Tarícsio de Freitas y el gobernador Rodrigo García, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1994-2002).

Es la primera vez que el PSDB puede perder San Pablo desde 1995 y reducirse a su mínima expresión, al punto que parte de sus dirigentes se sumaron al frente tejido por la campaña de Lula en la llamada campaña por el "voto útil" para ganar sin la necesidad de un balotaje y de enfrentar otras cuatro semanas de campaña para una nueva elección el 30 de octubre.

Otras elecciones para gobernador que están disputadas entre el bolsonarismo y la alianza del lulismo son los otros dos mayores distritos detrás de San Pablo: Minas Gerais y Río de Janeiro.

En toda la historia brasileña, los presidentes electos también salieron primeros en Minas Gerais.