La interna del Frente Progresista prometía color y disputa. Y cumplió. El intendente Pablo Javkin apostó por una figura que llegaba desde fuera de la política y con conocimiento público. El resultado fue el deseado. De todos modos, su ojo clínico falló al momento de competir en senadores y diputados. Allí, dos figuras del socialismo se impusieron claramente. Podría hablarse de un empate entre las pretensiones del mandatario y la potencia del partido, que mantiene su peso específico. Sin embargo, ese empate no estuvo exento de controversias. La idea de trabajar sin gritos ni divisiones no cerró del todo puertas adentro. 

Ansiedad

 

Los primeros en llegar a los búnkeres fueron Ciro Seisas y Clara García. Eran las seis de la tarde, las escuelas aún estaban cerrando sus puertas y ellos ya estaban en el sitio elegido por cada fuerza. Tal vez, los nervios del debut para uno y la primera experiencia sin su compañero de viajes para la otra, jugaron un papel clave en la forma de abordar la espera de los resultados.

“Ciro está arriba desde hace rato”, se escuchaba en el lujoso auditorio del hotel de Mitre y Catamarca. “Clara fue la primera en llegar”, contaron los trabajadores de La Usina, el local de Jujuy al 2800.

En ese trance de ansiedad andaba unos de los fiscales de Miguel Cappiello cuando a las 19.30 arribó al local de 9 de Julio y San Martín y fue consultado por los resultados. El emisario alcanzó a decir, mientras transpiraba y se quitaba de encima los 29 grados de la jornada veraniega, que algunas autoridades de mesa se le habían escapado porque habían terminado antes de tiempo. Y tenía una tendencia tan chiquita que seguro que lo retaban (dijo utilizando otro término).

Escenarios dispares

 

Al subir al bunker de Capiello, un cuadro de Guillermo Estevez Boero observaba meditabundo el escasísimo movimiento a casi dos horas de cerrado el acto eleccionario. Dos paneles brillantes del Frente Progresista iluminaban el pequeño departamento de la esquina céntrica, a la espera de la contienda con el periodista y la excandidata a intendenta del entonces oficialismo.  

Los otros dos espacios del Frente se diversificaban entre la bohemia y el lujo. El espacio del socialismo, lejos de las grandes esperas en el Patio de la Madera, eligió La Usina, un espacio en pleno Pichincha con aires de bar sabinero. Luces tenues, mesitas para dos al borde de una suerte de escenario y empanadas o pizza para las visitas a modo de tentempié.

En el otro rincón, el amplísimo y coquetísimo espacio de convenciones del hotel 5 estrellas que vería celebrar que uno de los que allí habitaban lograría ser el candidato más votado de la ciudad. “¿Cómo estaban los macarrones?”, preguntó un hombre de la logística javkinista.

Y agregó: “Seguro que los que lo están pasando bien son los que festejan con choripanes. El país siempre fue y será... y no se atrevió a terminar la frase”. Tal vez porque se vio venir que, esta vez, no sería así y que el país se volvería a teñir de amarillo.

Los primeros resultados

 

En el bar sabinero alguien dijo que a las 21 estarían los primeros números oficiales y que ellos estaban arriba en diputados y senadores. Clara García esperaba desde muy temprano que eso fuera cierto, aunque a media luz, un gesto que anunciaba que no habría festejos desaforados aunque el resultado fuera positivo. Las alegrías momentáneas nunca son más potentes que el dolor profundo de la pérdida.

A las 21 se escucharon algunos aplausos, el presagio de un festejo tímido. Los referentes históricos del socialismo estuvieron ahí y oyeron a Joaquín Blanco anunciar sus -otra vez- certeras mesas testigo a las 21.30.

La victoria de Clara García sobre Giustiniani y de Mónica Fein sobre Palo Oliver desataron por un instante los gritos contenidos. Aparecieron los aplausos y hasta algún “dale campeón” se oyó.

Al tiempo en que Clara García agradecía, con voz entrecortada, a sus votantes y a los militantes; del otro lado, Ruben Gustiniani aceptaba públicamente la derrota y el gran ganador de la jornada rosarina, Ciro Seisas, habló de su triunfo. Fue Pablo Javkin quien volvió a cerrar los discursos. Si puso la cara en la campaña cómo no iba a hacerlo desde el escenario con su apuesta vencedora.

Sin gritos, pero con indirectas

 

El Frente trató de hacer visible durante toda la campaña, y lo volvió a hacer en los discursos de este domingo, que son una fuerza que no necesita de los gritos, las grietas y las divisiones. Sin embargo, parando un poco la oreja en cualquier lugar, las diferencias se oían.

Un resquemor, un velo de disgusto y desconfianza sonó entre los militantes socialistas al ver en la pantalla de El Tres a Javkin celebrando a los saltos con Ciro y sus allegados.

A su vez, en el hotel, se escuchó decir entre pares: “Habíamos quedado que nos iban a esperar”, en referencia al anuncio de Joaquín Blanco, que a las 21.35 salió a gritar el triunfo de la interna en diputados y senadores. "Nosotros íbamos a reconocer la derrota y que después salieran ellos. Ahora los vamos a esperar a que llamen", sumaron cuando se habló del día después y del rearmado pensando en noviembre.

La hora del megáfono

 

Ciro Seisas estuvo más de dos horas sin poder hablar más que con periodistas. Alguien le preguntó si había podido charlar con Irizar, que a esa hora esperaba en La Usina, y el periodista respondió: “No pude, si no hice más que hablar con ustedes”, le dijo a sus colegas.

Hubo luego un tiempo para los abrazos entre los suyos: “Nunca me saqué una foto con vos, hoy quiero sacarme la primera”, le dijo un joven de unos 22 años a su nuevo referente, que junto a tres chicas militantes lo abrazan como a una estrella de la TV. Se abrazaron y volaron las fotos. “Dale, yo quiero una con el puñito de la victoria”, sumó el muchacho que luego valoró la cercanía del candidato para con todos ellos.

Hay que salir a pelear, hay que salir a luchar, hay que volver a encontrar todas las cosas divinas, defender el lugar”, sonaba Fito Paez en el auditorio.

Luego, el candidato ganador tomó el megáfono que los acompañó durante la campaña y que sirvió de sinécdoque para ellos. Esa voz tan mentada ahora está más cerca de que sea real en el Palacio Vasallo.

El desafió está a la vista. El tiempo dirá como lo asumieron. La ciudad vive tiempos de tensión y Fito lo contó, tal vez sin quererlo, varias veces. Incluso en ese mismo tema, que sigue sonando: “Conectense de una vez y van a ver que es posible, despiértense de una vez, algo hay que volver a hacer en este puto lugar”.

En la puerta del bunker de Cappiello (que quedó detrás de Seisas e Irizar) a las 12 y media de la noche un grupo de militantes se sentaba en el cordón de la vereda a comentar los resultados. Mientras las luces de los celulares iluminaban la esquina algo oscura, desde el segundo piso, con la luz encendida del departamento, Estévez Boero los seguía observando. Pero parecía mirarlos a todos, a los de ese espacio y a los otros dos también.