Algunos apuntes, en principio dispersos y registrados en los últimos días, permiten acercarse al fenómeno complejo de las nuevas campañas políticas digitales y sus posibles efectos en cómo se informan las juventudes. El Observatorio de Medios de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) detectó que los menores de 30 años no buscan las noticias sino que éstas llegan a ellos desde las redes sociales que utilizan: Twitter, Instagram y Tok Tok (ya no Facebook). Y en esa práctica se esconden algunas trampas de los publicistas, como por ejemplo el rol de las enigmáticas “cuentas C”.

Apunte uno

 

La sobreinformación convive con la confusión. Una muestra de eso es la encuesta que produjo el grupo @indisciplinadxs. En el video, preguntan a los jóvenes sobre temas que podríamos calificar de secundarios, como cuál es el club de fútbol con problemas de deuda (y todos responden Independiente) o quién ayudó con una colecta (Santi Maratea, repiten) pero no pueden precisar quién tomó la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Le atribuyen ese acto a este gobierno nacional en lugar del anterior de Mauricio Macri. Creen que el ajuste del Estado lo propone Sergio Massa y no Javier Milei. Son apenas ejemplos de una edición compartida, que siempre implica un recorte.

Sería imprudente e impreciso atribuir ese desconocimiento a un cruce de votos que se dio en Rosario. Si bien en el centro de la ciudad se impusieron Pablo Javkin como intendente y Juntos por el cambio en las primarias presidenciales; en los mismos barrios de la periferia donde ganó Javier Milei triunfó Juan Monteverde. La mayoría de sus votantes son jóvenes. Los mapas (violetas unos, rojos otros) quedaron contrastados.

Puede que esa mixtura no responda a la existencia de propuestas similares de libertarios y de Rosario sin miedo (muy diferentes en cuanto al rol del Estado, por ejemplo) sino a otros factores (candidatos que no responden a las viejas estructuras, se presentan como algo nuevo, disruptivo de un sistema que fracasó) pero habilita a revisar la pregunta que se hizo el Observatorio de la UNR: ¿cómo se informan las juventudes sobre las propuestas de las y los candidatos durante las campañas a nivel local y nacional?

Apunte dos

 

Edgardo Toledo y Silvana Comba coordinaron el estudio conjunto del Observatorio y la cátedra Seminario Ciberculturas de Comunicación Social. Toledo resumió a Rosario3 que los chicos y chicas se informan a través de las redes sociales y no con los medios tradicionales: “Tiene predominancia Twitter, luego Instagram y Tik Tok. A Facebook casi no la usan”.

Con las 70 entrevistas semiestructuradas a jóvenes de entre 18 y 30 años que estudian y/o trabajan, realizaron síntesis audiovisuales por ejes. Además de si les interesa la política, el imán de los videos cortos o su relación con las fake news es llamativa la pastilla sobre “noticia incidental”. Ese concepto implica no buscar información (en un diario, en un informativo específico) sino que ésta irrumpe frente a ellos en las redes.

“No me pongo a buscar información, la escucho, me llega”, dice uno de ellos. “No le dedico un tiempo específico, voy consumiendo en redes sociales”, cuenta otro. Uno más agrega que vio el spot de un candidato que no responde a sus ideas y cree que eso ocurrió “porque paga la publicidad”. La dinámica se repite: mientras navegan les “llegan”, les “aparecen” informaciones ligadas a los candidatos y sus propuestas. Detrás de esa acción pasiva, existen estrategias activas.

Apunte tres

 

La vinculación de la “noticia incidental” con la lógica de los algoritmos y los avisos rentados es evidente. Pero las nuevas campañas (o no tan nuevas) despliegan estrategias basadas en el engaño. El consultor político especializado en lo digital Daniel Vico fue explícito en ese sentido.

Vico dijo en el programa Podría ser peor (Radio 2) que en redes se montan sistemas sobre tres cuentas distintas. Las de categoría A son las que responden de forma directa a los candidatos. El ejemplo fue el hipotético caso del conductor del programa, Juan Manuel Fontana (@Fontijm), lanzado a la política. Las B son grupos de apoyo y en este caso podrían ser: @TodosconFonti o @PelucaFonti.

Lo inquietante es que Vico, quien se presenta como “ayudo a ganar elecciones con las redes sociales”, fue más lejos y develó que existe un tercer grupo oculto, que permanece en un universo paralelo y que solo se activa los últimos días, en medio de la veda: las cuentas C.

“Son cuentas que en ningún momento hablan de política hasta el día previo a la elección, cuando dicen: «Voten a Fonti». Se empiezan a crear mucho tiempo antes de una campaña electoral para darle volumen a un segmento particular, por ejemplo con personas a favor del medio ambiente, o del «no al maltrato animal» o vinculadas a la cocina”, detalló Vico.

Y siguió: “Entonces se va subiendo contenido de esa temática y el día anterior a la elección esa cuenta que hablaba de cocina dice: «Voten a Fonti» o «En Cocina.com apoyamos a Fonti»”.

Según la experiencia del estratega político digital, el quiebre de dar recetas de budines a direccionar el voto no se percibe como una “traición” porque a esa altura del trabajo de fidelidad el usuario “ya está bastante educado”. Incluso, añadió otra capa de complejidad: “Hoy las cuentas C las venden para que las utilices con el objetivo que vos quieras”.

Vico aclaró en la entrevista que no se trata de cuentas falsas sino de espacios que comparten “contenido genuino, que pueden ser videos con recetas de cocina y se busca la participación ciudadana para lograr volumen dentro del distrito”. Conectar con el interés de personas concretas aunque “tiene un trasfondo político: únicamente hablará de política dos o tres días antes de la elección y no volverá a hablar de política hasta la elección siguiente”.

El licenciado en comunicación que trabajó en campañas como la del expresidente chileno Sebastián Piñera diferenció esa herramienta de los trolls o cuentas fake en Twitter, que se usan para “inclinar la conversación, imponerla primero y ganarla después, porque de ahí salta muy fácil a los medios tradicionales y se hace masivo”.

Apunte cuatro

 

¿Qué tiene que ver el pibe que sabe de Maratea pero no sobre el origen de la deuda con el FMI que altera (y alterará por años su calidad de vida), con los mapas que se pintan de violeta Milei o de rojo Ciudad Futura de forma cruzada, con las cuentas C y la información que ya no se busca sino que aparece sin saber cómo ni por qué?

En “Infocracia”, el libro del filósofo Byung-Chul Han, hay algunas pistas de cómo el régimen de una información digitalizada no atada a la verdad, un tsunami de datos sin narración, constituye una nueva forma de gobierno (y de crisis).

“La democracia cede al avance de una infocracia basada en datos y preocupada por optimizar el intercambio de información. Los análisis de datos mediante inteligencia artificial sustituyen a la esfera pública discursiva, lo que significaría el fin de la democracia”, dice en un fragmento del ensayo.

“Hoy estamos bien informados, pero desorientados. La información no tiene capacidad orientativa”, sigue el surcoreano y parece describir el video de @indisciplinadx. Y suma: “La información es lo contrario de la narración. El big data se opone al gran relato. No narra nada”.

Ni la confusión ni la infocracia son patrimonio de los y las jóvenes. El presente no se divide en esos términos. Según los coordinadores del informe del Observatorio de Medios de la UNR, ese grupo etario consume más contenidos de redes pero al mismo tiempo desconfía. “La particularidad es que se informan también a través de conversaciones con sus pares, familiares y entorno primario. Cobra mucha potencia esta información incluso por sobre la credibilidad que le otorgan a las redes”, amplió Toledo, docente y especialista en comunicación estratégica.

Quizás por eso, la campaña más efectiva es la que se sale de los carriles oficiales o publicitarios y llega desde el entorno, como un amigo o una cuenta virtual que seguimos (y que creíamos genuina y ajena a cualquier candidato).

Los adultos son los más propensos a caer en medio del hueco que se abrió entre los medios tradicionales y plataformas horizontales como Whatsapp. “Todos estamos expuestos a las campañas de desinformación y fake news, no solo los jóvenes”, señaló Silvana Comba, docente universitaria e investigadora.

Para la titular del Seminario Ciberculturas, el grupo que estudiaron de entre 18 y 30 años “parece tener más conciencia de la manipulación de contenidos e imágenes que se producen en las redes y quizás están menos propensos a compartir las fake news. Investigaciones muestran que la gente mayor es la que más comparte y hace circular en Whatsapp”.

Esa diferencia según redes y edades (o costumbres) hace que “la relación de la gente mayor con los medios antes era distinta, la daba más crédito a una noticia que veían en la tele o leían en el diario”. “Ahora hay más conciencia, de que los medios construyen la noticia y son empresas periodísticas, con respecto a la que había hace unos años”, afirmó.