“Nosotros somos la nueva generación de los Cantero”, se ufana Uriel Luciano “Lucho” Cantero en una conversación del 11 de agosto, desde un teléfono fijo del penal federal de Marcos Paz, su contacto con el exterior, además de las visitas que recibe semanalmente. De la intervención a esa línea surgió gran parte de la evidencia para acusarlo, este jueves y viernes, como mandamás de una organización dedicada al robo de vehículos, extorsiones, homicidios y venta de drogas.

Sin pruritos, el hijo de la leyenda del hampa local Claudio “Pájaro” Cantero, se explaya en órdenes, que recaen sobre todo en su mano derecha Dylan “Capocha” Baldon, considerado organizador de la asociación ilícita. Una franquicia de la banda de Los Monos que se muestra con armas en redes sociales, graba videos probando ametralladoras y “se comporta como dueña del territorio: ninguna actividad puede tener lugar en su terrotorio sin su venia”, a decir de la acusación.

La fiscal Marisol Fabbro presentó 200 páginas de evidencias para acreditar el liderazgo de Lucho, de su pareja Érica Bullón y de su madre Lorena Verdún sobre un grupo de adolescente y jóvenes dedicados al delito.

El culto a la violencia y a las armas de fuego; el acopio de autos robados que son “legalizados” por una gestora cómplice y el celoso control –rayano en la paranoia– sobre sus soldados son la constante en gran parte de las horas de encierro de este joven de apenas 19 años, que apenas tiene relación con su tío, el célebre Ariel “Guille” Cantero: "Guille no corta ni pincha conmigo y el barrio «es mío»".

Tres crímenes

 

La fiscal acusó a 28 integrantes de la “nueva generación” de la banda narco Los Monos. Entre los imputados se encuentra parte del núcleo duro del clan Cantero, que fue allanado el lunes pasado en 80 allanamientos realizados por la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y la Tropa de Operaciones Especiales (TOE). No sólo se les atribuyó formar parte de una asociación ilícita, sino también haber perpetrado tres resonantes homicidios, perpetrados entre junio de 2021 y julio pasado.

Los crímenes fueron los de Damián Gómez, cometido el 22 de junio de 2021, fecha que, por criterios formales de la Fiscalía, fue el inicio de la asociación ilícita; el Ulises Gastón Gamarra Urquiza (23 de febrero pasado) y Luciano Roberto Muscio (3 de julio pasado), el joven de Arroyito que fue asesinado en la autopista Rosario-Buenos para robarle una moto que era codiciada por la banda de Lucho.

Por el asesinato de Damián Gómez, de 24 años, cometido en Anchorena y Balcarce, ya fue imputado en enero pasado Luciano Cantero en carácter de instigador. Sobre ese ataque se pudo conocer que la víctima había mantenido una amistad con el hijo del “Pájaro”, pero después de una detención por narcomenudeo hubo un quiebre en la relación con “Lucho”.

Gómez, mientras era trasladado al Heca con diez impactos de bala, envió siete mensajes de voz de Whatsapp en los que aseguró a sus amigos que lo había mandado a matar “Lucho” Cantero, de acuerdo a la evidencia recolectada por investigadores judiciales.

El otro homicidio que habría cometido esta “nueva generación” de Los Monos es el de Ulises Gastón Gamarra Urquiza, de 23 años, quien fue acribillado a tiros mientras estaba adentro de su Fox blanco en San Francisco Solano al 2500, en barrio Las Delicias.

Desde un primer momento se sospechó de un móvil mafioso en el crimen de Gamarra, ya que en el interior del auto se encontraron 23 mil pesos y 24 mil dólares que no habían sido tocados por los sicarios. Además, la víctima salía con “La Muchi”, una joven a la que habían amenazado Los Monos, según fuentes de la investigación, por un conflicto en barrio Plata, en la zona sudoeste de la ciudad.

A Muscio lo mataron de varios disparos para robarle su Honda Tornado 250 en la autopista Rosario-Buenos Aires, frente a la planta de General Motors, ubicada a la altura de la localidad de Alvear.

"Nosotros siempre sabemos todo si queremos"

 

Parte de la evidencia citada por la Fiscalía son las constantes comunicaciones de Lucho Cantero con "Capocha" Baldon, su hombre de confianza en el territorio. Capocha, detenido a fines de agosto, cumple un rol de organizador, pero también debe soportar las presiones y caprichos de Lucho que, en una ocasión como reprimenda le mandó a balear la casa.

“Yo soy –le recriminó Capocha a Lucho, entre sollozos– el que está todo el día con vos, yo no ayudo ni a mi familia, a nadie le hago mandados, es porque estoy con vos, yo te quiero porque sos mi amigo”.

Y yo también, pero vos me haces renegar”, le replica Lucho .

“No, me dejás mal delante de todos, dos tres veces ya me vas haciendo cosas y yo nunca te hice nada a vos, nunca te traicioné, nunca a salí con ninguna y vos me hacés de todo a mí”, contesta Capocha.

Las comunicaciones citadas son profusas en relación al robo de vehículos –motos y autos– y a la compra de armas de fuego. En una ocasión, Lucho lamenta el encierro y anhela tener la pistola a mano: “Es bien cuadrada, unas ganas de tenerla acá, unas ganas de verla tengo”.

“Fijate cómo me hablás”, le advierte Lucho Cantero a uno de sus súbditos cuando sintió que le levantaron el tono. El diálogo era sobre una moto robada y sobre la recompensa que quieren para devolverla.

En un pasaje que para la Fiscalía denota el grado de jefatura de la banda que detenta Lorena Verdún, la madre de Lucho, que esta presa en el penal federal de Ezeiza, se hace mención que miembros de la banda que estaban en la calle estaban comiendo en un restorán. En la conversación había tres interlocutores, debido a la triangulación de llamadas, método habitual de comunicación.

“Están cómodos”, lanza Lucho.

“Viste, ellos se piensan que nosotros no sabemos nada, hijo, no nos enteramos nosotros que estamos preso. Lo que es la vida del millo, pero mirá cómo es, Lucho, nosotros dos en cana, y sabemos dónde están sentados ellos comiendo, a qué hora, nosotros siempre sabemos todo si queremos. Cuando queremos saber sabemos, es así”, sentencia Lorena Verdún

En una conversación que Lorena mantuvo con un grupo de soldados de Lucho, con el celular en alta voz, da una orden: “Cada vez que lo vayan a ver a mi hijo, vayan hacer lo que tienen que hacer y hablar de lo que tienen que hablar, no a llevar puterio barato, porque mi hijo está en cana y yo estoy en cana y después yo termino discutiendo con mi hijo por puterio. Yo voy a decir una cosa, nadie se crea superior de nada, porque cuando yo salga el que se crea superior que está arriba se va a bajar de un ondazo, porque nadie me va a superar a mí así, se los digo. Porque la que manda y la que da las ordenes ahí, con respecto a mi hijo, con abogados y todo soy yo”.

Sobre Dylan Cantero, hermano de “Guille” y tío de Lucho, no hay demasiado más que un par de conversaciones sobre armas. El hijo del “Viejo” Cantero es reacio a las comunicaciones por teléfono y sólo fue captado en una conversación con Lucho, a quien, el 27 de julio, le avisó que “iba a cagar matando a todos” porque un grupo había efectuado disparos cerca de donde estaba su pequeña hija.

La audiencia con 28 imputados continuaba este viernes hasta entrada la tardecita. Tras el duelo entre la acusación y las defensas el lunes el turno del juez Héctor Núñez Cartelle de resolver sobre las medidas cautelares. La mitad de los imputados ya se encuentra en prisión.