Otro caso más de ciudadanos amenazados y amedrentados para que entreguen sus inmuebles. A horas del crimen del taxista Juan Britos en barrio Triángulo –esta tarde está prevista una movilización para exigir justicia–se conoce un nuevo caso con características similares. En esta oportunidad, la víctima es Elba, una trabajadora a la que tras dejarle una nota amenazante el año pasado, la semana pasada sufrió una balacera contra su vivienda y anoche, el incendio de la puerta. Dos desconocidos que se acercaron a su ventana le dijeron que quieren su casa.

Desde Santa Fe al 7800, De 12 a 14 (El Tres), dialogó con Elba, una empleada doméstica que sobrevive cocinando viandas, las cuales vende en su propia casa. Los últimos días fueron un verdadero infierno para la mujer ya que ha sufrido amenazas de todo tipo para deje su hogar. “El miércoles pasado, cerca de las 22.30 pasaron dos pibes y me dijeron «plata o plomo», se acercaron a la reja, me dijeron que querían la casa”, contó con suma aflicción.

“Me paralicé, no tengo plata. Me fui para adentro y vi que los dos se fueron. Cerré todo y cuando me voy a acostar escucho explosiones. Me siento en la cama, salgo afuera porque escuché que estaban los vecinos y me llevé todos los vidrios puestos, me di cuenta que era mi casa”, continuó en referencia a la balacera feroz que descargaron contra su frente.

Esa noche arribó personal policial pero no se hizo presente ningún funcionario de la Fiscalía. “Nunca vinieron”, apuntó la mujer, quien debió soportar más violencia este domingo a la noche. “Me fui a acostar tipo 12.30, cerré todo y siento un golpe fuerte en la puerta y veo la llamarada. Los vecinos gritaban afuera, corrí al baño y llamé al comando como pude, casi me asfixio”, detalló.

“Es muy duro esto, trabajo todo el día, no le hago mal a nadie, hace 20 años que estoy acá y me conocen todos como una buena persona, no sé por queé se ensañan conmigo. Vivo sola, ¿esperan que me maten?”, expresó en llanto y recordó que esta sucesión de ataques tuvo su primer capítulo el año pasado, cuando le dejaron una nota en la que le comunicaban que tenía 24 horas para abandonar su inmueble.

“Le pedí a la comisaría que pasen porque a la noche es tierra de nadie. Anoche dormí en lo de un vecino, hoy no sé dónde duermo. No puedo abrir el negocio, no puedo vivir así”, exclamó como si fuese una súplica.