Sergio Tomás Massa asumió como ministro de Economía tras la renuncia vía twitter de Martín Guzmán y en medio del tembladeral cambiario que desató aquella decisión del profesor de la Universidad de Columbia (EEUU).

La histórica restricción externa argentina, una oposición que solo se opone, el acuerdo de reestructuración de la deuda que tomó Macri con el FMI que selló Guzmán, la sangría de reservas covid por parte del Banco Central sumados a un gobierno tripartito y descoordinado al que casi se lo lleva puesto la corrida, son el piso de cristal desde donde se planta el Plan Massa.

La llegada de Massa al quinto piso del ministerio silla eléctrica de la Argentina circular tuvo marca de autor: agenda de gestión hiperquinética, lapicera y juego propio. Se materializaron los contactos de alto perfil en los círculos de poder de EEUU, su cercanía y diálogo directo con el agronegocio y los empresarios top de Argentina. Se puso en stand by la corrida por peso propio y el dólar soja ¿pero alcanza con eso?

Para el economista y analista financiero Federico Fiscella —invitado a Desde la Redacción para analizar la economía argentina y el plan de estabilización con el que sueña todo el oficialismo para frenar la inflación— el problema de Massa antes que económico es la indefinición histórica del sistema de decisores nacional para establecer un rumbo de desarrollo.

Sin eso —reflexiona Fiscella— cualquier medida para lo único que sirve es para atravesar la coyuntura. No resuelve el fondo y solo se hace más lenta la caída en que la se encuentra Argentina desde hace décadas. "Hemos agotado la caja de herramientas que ofrece la teoría macroeconómica", tanto el manual de imprimir pesos como el de financiarse en moneda extranjera, explicó el analista finaciero. Esto en palabras de Fiscella deja a este gobierno y al que lo reemplace o continúe sin opciones que traigan novedad.

Tal vez el comprender aquello sea lo que llevó a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a juntarse con el ortodoxo Carlos Melconian y después a militar en silencio un ajuste aún mayor que el que se le vetó a Guzmán. 

A lo largo del episodio el economista Federico Fiscella se esforzará en remarcar que el problema de la economía argentina es político —ideológico por momentos— antes que de generación de recursos y capacidad técnica de su población. "La proyección hacia adelante requeriría otro nivel general" del sistema que conforma la política, el empresariado y el poder judicial para el economista. "Tengo la esperanza de que haya una generación que comprenda lo colectivo diferente a como lo han internalizado la dirigencia actual que incluso algunos siguen repitiendo que te salvas solo y no dependes del contexto en el que vivís" y en el final Fiscella agrega: "Falta coordinación, comprender al otro, respetarlo no odiarlo...".

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