Quienes vieron la serie The Wire esta semana recordaron el personaje de Frank Sobotka. La segunda temporada transcurre en el puerto de Maryland, Estados Unidos, donde empiezan a traficarse contenedores con “mercadería de contrabando”, desde seres humanos a drogas. Cómo no tomar los detalles de la exportación de tres cargas de cocaína desde Terminal Puerto Rosario que detalle en sus crónicas periodísticas Agustín Lago y asociarlas al desplazamiento de contenedores, puntos ciegos, cambios de guardias y camiones obstructores que planifica Sobotka para poder mover el contrabando.

La primera temporada de The Wire parece un calco de la Rosario de los barrios tomados por el narcomenudeo con su tendal de crimen; en la segunda la serie enfoca en el negocio grande, el que mueve toneladas, como las que salen de puertos argentinos (el primer gran caso fue la operación Langostino en 1987 en Mar del Plata). Ahora se comprobó que la terminal de contenedores de Rosario estaba siendo usada como un eslabón de la cadena global de tráfico de drogas. Lo demuestran la triple carga descubierta entre Brasil y Países Bajos y la que se encontró en un galpón de Empalme Graneros hace un par de semanas dispuesta para salir por los mismos muelles, seguramente a la espera de que un Frank Sobotka (que sea un sindicalista es arbitrariedad de la ficción) “mueva” el contenedor ya escaneado hasta un punto ciego, que un camión obstruya la visión para poder “contaminarlo” y se lo vuelva a su lugar para luego subirlo al buque.

Una aclaración que debe hacerse es que cargamentos de este tipo salieron anteriormente de puertos de Chubut, Buenos Aires, Mar del Plata, Zárate, entre otros. Rosario no es la excepción, lo cual no dispensa de responsabilidad al operador del puerto (el consorcio compuesto por la chilena Ultramar y Vicentin) y a las autoridades. La comprobación de que por el puerto se traficaron 3 mil kilos de cocaína exige una reacción política.

Si a unos les vino la imagen del personaje de Frank Sobotka, otros recordaron el paso del embajador estadounidense Mark Stanley por Rosario el 25 de agosto. Fue dos días antes de que un juez federal de Campana, a partir de datos de la DEA, encontrara los primeros 1.600 kilos en Empalme Graneros. Diez días después se conoce que en Santos y Rotterdam hallaron otros 1.400 kilos. ¿Coincidencia o causalidad?, se preguntan esos memoriosos. Y todo en un contexto en el que la hidrovía Paraguay-Paraná es uno de los cuatro o cinco objetivos geoeconómicos estratégicos que disputan los bloques globales liderados por Estados Unidos y China.

Y un dato que no debe pasar desapercibido: la detección de contrabando de drogas se advierte desde el exterior, lo que marca un alto nivel de fracaso de los mecanismos y fuerzas nacionales destinadas a prevenir el narcotráfico.

Seguridad

 

Lo que ocurrió adentro del puerto no está disociado de lo que pasa afuera. La seguridad volvió a ser tema de queja de la ciudad a la provincia por hechos como los balazos al Centro Municipal de Distrito Sur. Le siguieron una reunión con intendentes del Gran Rosario, el enésimo replanteo de la coordinación de fuerzas provinciales y federales, y finalmente el ministro de Seguridad, Rubén Rimoldi, rompió el silencio y salió a hablar en público en El Tres.

Rimoldi deberá presentarse esta semana en la Cámara de Diputados. Era la cita que tenía agendada su antecesor Jorge Lagna cuando unas horas antes lo despidió el gobernador Perotti. Para Rimoldi será una cita incómoda en un ámbito que le es ajeno. Lo espera una pregunta bastante sencilla pero que hasta ahora la gestión no pudo responder: ¿qué piensan hacer con el Gran Rosario?

El ministro Rimoldi rompió el silencio en De 12 a 14.

 

En ese encuentro le pedirán información sobre los cambios que se promueven en la carrera policial. Desde el oficialismo empujan distintas iniciativas sobre ese tema. El senador Joaquín Gramajo (PJ) consiguió media sanción (con abstención de la UCR) para el reemplazo del Instituto de Seguridad Pública por las antiguas escuelas de oficiales y la escuela de suboficiales. La Ley de Personal Policial de 2006, que creó el ISeP, instituyó el escalafón único abandonando la distinción entre oficiales y suboficiales, introdujo cambios en el sistema de ascensos, mediante concursos públicos con tribunal examinador externo a la PSF y un nuevo régimen disciplinario. Además, el ISeP adquirió independencia respecto de la cúpula policial y pasó a depender del Ministerio de Seguridad.

En sectores del propio peronismo, en la UCR, el socialismo y en especial en el Ministerio Público Fiscal se ve el proyecto votado en el Senado como la contrarreforma que reempodera y autonomiza a la fuerza policial en detrimento del control político, y que se contradice con las reformas propuestas en el primer tramo de la gestión del propio Omar Perotti. Para todos ellos implica un retroceso sobre aquellas reformas impulsadas por el ex ministro Roberto Rosúa en el segundo gobierno de Obeid. Esa reforma policial y la derogación de la ley de lemas son los dos temas que la vieja guardia del PJ santafesino nunca le perdonará, aun posmortem, al dos veces ex gobernador.

El nuevo ministerio comandado por comisarios de aquellos tiempos (Rimoldi se retiró en 2008) apoya esa reforma. Cuando Rimoldi se siente ante los diputados podrá dar sus argumentos, aunque en la Cámara baja no pareciera haber plafón para tanto, menos a un año de cambio de gobierno y con un ministro cuya misión es aguantar lo mejor posible.

El frente opositor provincial

 

“Para las próximas elecciones tenemos que volver a armar un frente. No podemos ir como Partido Socialista solos, pero un frente serio, con candidatos serios, que se armen no para ganar y después vemos, sino para gobernar”. El intendente de Villa Gobernador Gálvez Alberto Ricci se convirtió en uno de los que más empuja la idea de que el PS llegue a un entendimiento con la UCR, el PRO y el PDP para las próximas elecciones.

Otro que está muy activo es el intendente de Santa Fe, Emilio Jatón. Recuerda que Santa Fe es el gobierno más importante que le quedó al PS y por lo tanto hay que ponerlo en valor. Por eso construye escenarios amables para las corrientes internas que contienden, pero siempre bajo una premisa que es la misma que enarbolan Ricci y el rosarino Pablo Javkin (por más que no es socialista): “No vamos a empujar un armado provincial que no corresponda con la realidad política de las ciudades que gobernamos”, repiten. 

El pasado jueves Jatón armó la mesa para todo el socialismo: Fuerza del Territorio –del que es referente junto con Ricci y la rosarina Susana Rueda–, el ex gobernador Bonfatti y Rubén Galassi, y la conducción partidaria, ausente hace tres semanas, con Mónica Fein y los diputados Pablo Farías, Clara García y Joaquín Blanco. 

La vocación de llegar todos juntos al frente ampliado se traduce en una serie de rondas de consultas y debates con las bases en cada departamento, o encuentros como la reunión de la Juventud Socialista. La hoja de ruta es avanzar por parte y dejar para el final lo más espinoso: la estrategia electoral. ¿Con Clara García como precandidata propia, en alianza con Maximiliano Pullaro o con la hipotética candidatura a gobernador de Pablo Javkin? ¿O no habrá acuerdo y una parte irá en una lista a las primarias y la otra parte con otra? Y antes que eso hay grupos internos a los que les cuesta procesar la potencial convivencia en un mismo espacio con el PRO. Rosario, por ejemplo, es una partida de ajedrez en sí misma.

Hablando de Javkin, el intendente ayer recorrió barrios de zona sur junto con Carolina Losada (otra hipotética candidata) y el diputado Julián Galdeano, más socios PRO de esa corriente radical, como Ana Laura Martínez y Germana Figueroa Casas, entre otros.

Javkin recorrió zona sur junto a Carolina Losada, Julián Galdeano y otros dirigentes de ese sector. 

En el PRO las cosas están más definidas. Una parte competirá aliada a las corrientes radicales y la otra como PRO puro, con el vicepresidente del PRO nacional Federico Angelini como el potencial precandidato a gobernador. Todos reivindican la pertenencia a Juntos por el Cambio.

Angelini reunió a los propios este sábado en San Agustín, departamento Las Colonias. Un encuentro provincial donde además de revalidar su papel de potencial precandidato a gobernador, volvió a mostrar las fichas que cada vez que las pone sobre la mesa complican el juego de armonización que la UCR se propuso para arrimar a todas las terminales de la oposición.

“No tenemos problemas en que el espacio no se llame Juntos por el Cambio, pero debe estar alineado con el frente nacional. Se vienen tiempos muy duros y deberemos tirar todos para el mismo lado en cuanto cómo abordamos la seguridad y la relación con el gobierno nacional”, dijo Angelini, quien no ve al intendente de Rosario y el socialismo en esa línea. Y efectivamente, ninguno ni uno ni otros está dispuesto a comprarse los enfrentamientos internos de JxC ni a alinearse con un hipotético gobierno cuya primer medida, como lo recalca Angelini, será un “shock muy fuerte” para acomodar la economía.

No lo dice porque sí: Angelini cotiza el golpeado PRO santafesino al precio del PRO nacional con presidenciales como Macri, Bullrich y Rodríguez Larreta.

Por otra parte, los “dirigentes del PRO” que tienen alianza con los radicales distanciados de Angelini se reunieron por su cuenta el viernes en Rosario, ratificaron la necesidad de un espacio ampliado al de Juntos por el Cambio, pero con un mensaje para Angelini y, por elevación, para la cúpula nacional del PRO de la que forma parte y los respalda: “No es momento de anteponer proyectos partidarios o personales por sobre los intereses de todos los santafesinos. No hay que ser funcionales al kirchnerismo en Santa Fe…”.

Mientras tanto la UCR aplazó la foto entre todos los potenciales participantes del frente ampliado que venía trabajando para el 21 de septiembre. Es la misma foto que se frustró en abril en la sede del PDP. “¿Seguir amontonando fotos para qué si no se avanzó en nada concreto?, dice un dirigente socialista. 

No parece el momento de montar una foto para una alianza electoral que no está madura. Quizás se dé a principios de octubre, pero con un motivo concreto (¿quizás un reclamo en tono federalista, como los subsidios al transporte?) como en junio pasado con respecto al acuerdo Provincia-Nación por la deuda histórica.