Reformulamos la pregunta: ¿con qué saludo reemplazamos cada 8 de marzo el tradicional “Feliz día” ya que éste resulta ofensivo, desubicado, impreciso para algunas mujeres?

Ya quedó claro que el concepto de felicidad les resulta contrapuesto a una conmemoración, el Día de la Mujer, que tienen como punto de partida una masacre y como sujeto al género sometido a violencias e injusticias; que es más bien un día de lucha, recordación, reivindicaciones, conciencia. 

Por eso la inquietud es otra, bastante menor en estatura intelectual. Para reemplazar el acto de saludar con "feliz" día va a hacer falta otro saludo con similares prestaciones de practicidad, cotidianeidad, viabilidad fónica. 

No hablamos de adjetivos. Ya quedó clara la caracterización del día y por qué para muchas no debe registrarse como feliz. No es por eso que planteamos la cuestión; no es por lo conceptual sino por un acto del habla cotidiana.

Cuando desde los nuevos respetos y la corrección política fuimos desechando –o tratando de desechar– términos como "mogólico", "lisiado", "puta", "gorda", "loquero", lo pudimos hacer porque, además de entender los motivos, se nos proveyó con palabras –menos estigmatizadoras, más adecuadas a los tiempos, más precisas en la descripción– que podían usarse en su reemplazo.

Entonces, va de nuevo: ¿con qué reemplazamos "feliz día" cuando –desde el apoyo pleno a lo que se conmemora y reclama– queremos saludar a las mujeres el 8 de marzo?

En otras palabras: es probable que mientras no aparezca un sustituto de fácil utilización, incluso las personas mejor intencionadas sigan diciendo "feliz día".

Porque atenti: todavía hay mucha gente que directamente es enemiga del pliego de derechos y luchas que reivindica el 8 de marzo. Esos no dicen "feliz día"; no te ofenden con un saludo…

Resignificando

La lengua y el habla permanentemente se modifican a partir de un montón de factores. Polémicas como ésta de si corresponde o no decir "feliz Día de la Mujer" son muy enriquecedoras para eso. Ni hablar de la gran cuestión del castellano: la del género (las y los, les, lxs).

Pero que esté planteada la polémica no significa que hayan aparecido las soluciones. Porque además de la minuciosidad o de la justicia conceptual, para que el pueblo incorpore novedades a su habla cotidiana, es indispensable que éstas cumplan con reglas de practicidad, eficiencia, comodidad sonora que son constitutivas de la lengua como herramienta humana, y que tarde o temprano se terminan imponiendo, naturalizando.

Es una idealización errónea exigirle precisión a la lengua y al habla. No es por ahí. Vamos hablando con lo que tenemos a mano en nuestro bagaje, al tiempo que olvidamos, reemplazamos, resignificamos. Tratando de reflejar lo mejor posible lo que queremos decir: con frases, entonaciones, gestos, pausas. Pero jamás lo haremos con la precisión que tienen los lenguajes informáticos, la genética, la microfísica, la astronomía. El lenguaje humano carece de ese atributo; no se lo exijamos. 

Seguimos diciendo sin complejos que "el sol sale", cosa que hace siglos sabemos que no ocurre. ¿Qué pasa, por qué no nos actualizamos? Porque funciona, porque nos entendemos, porque además la lengua está llena de figuras estéticas que nos gustan más que otras, aunque no reflejen con exactitud la realidad que pretenden reflejar.

Al bellísimo colibrí (a sus docenas de subespecies) le llamamos picaflor, y en Brasil le dicen Beijaflor (Besaflor: beijo=beso). ¿Qué le hace el colibrí a la flor: la pica, la besa? Lo más probable es que ninguna de las dos cosas: la ciencia nos explicará que con algún terminal semitendinoso del extremo de su pico estimula una sección sensible del estambre de la flor, con lo que ésta libera fluidos ricos en polen que luego el colibrí procesa en forma de una sustancia que una vez trasladada a otra flor fecunda en nuevos seres del reino vegetal*.

¿Estamos obligados a buscar una nueva palabra que describa todo ese proceso que ignoraban los españoles y portugueses que hace 500 años, al ver por primera vez un colibrí, vieron que le daba un beso o un piquito a la flor?

Todo indica que no. Que podemos seguir cautivados por esa hermosa figura estética al tiempo que conocemos lo que verdaderamente ocurre entre el pájaro y la flor.

Y, quizás, también podamos seguir saludando con Feliz Día en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora al igual que el Primero de Mayo, el Día de la Independencia y muchas otras conmemoraciones cuyo ADN está formado por luchas y tragedias.

Varias figuras revolucionarias de la historia –una de ellas, Joan Báez– nos propusieron este punto de encuentro: la felicidad está en la lucha.