Periodismo militante suena despectivo. A soldados embarrando un mundo embarrado. ¿Dar noticias para ganar la batalla? ¿Estar de un lado de la grieta? ¿Organizar informativos a partir de esa guerra ideológica que tiene al mundo en trincheras eternas?

Los unos y los otros. Siempre habrá excusas para levantar el muro de Berlín. Dar noticias para que ganen los nuestros. Esconder episodios para no perder. Y así, apilados entre la mugre de intereses que nunca sabremos cuan nuestros son realmente. En una guerra lo primero que muere es la verdad. Y ahí están los medios y los militantes. Exagerar las sonrisas y ocultar las tristezas. Estamos ganando. Repito, estamos ganando.

Te vas armando de ideas, gustos, libros, discos, películas, discusiones en la Universidad y sus bares. La calle, las piñas, los amigos. Los que crecen y ahora ocupan cargos, los que no están. Los que dieron la vida por Perón o los que ahora mueren con las botas (ideas) puestas o se rajaron porque acá ya no hay aire libre para respirar.

Dice nuestra auto-historia que el punto de inicio fue el 7 de junio de 1810. Pero antes hubo antecedentes. Otros diarios, periódicos, ensayos o panfletos. Otras miradas de una sociedad que encontraba en el mecanismo de la prensa y la tinta, maneras de contarles a los habitantes de ese continente lo que sucedía a su alrededor.



Antes de La Gazetta de Buenos Ayres hubo 24 periódicos distribuidos en más de cuatro décadas (desde 1766). En los archivos de la Nación hay parte de esos tesoros. A principios del siglo diecinueve Manuel Belgrano y el español Francisco Antonio Evaristo Cabello y Mesa crearon el Telégrafo Mercantil. Entre sonetos y textos en latín, el telégrafo fue el primero en esa capital del Virreynato del Rio de la Plata. La idea era clara: describir amablemente el estándar comercial de ese momento y referencia. las ideas de los portuarios (o porteños) de entonces.

Hasta que el periodismo asume que la pluma debía asociarse a la espada para fundar la Nación. Mariano Moreno se asumió como el primer periodista militante de la historia, el político periodista más destacado de ese siglo. No había manera de contar una historia con la pluma si no se podía defender ese texto con la espada en la cintura. Y así fue.

El 7 de junio de 1810 se edita la primera edición de La Gazetta de Buenos Ayres que tenía como objetivo acompañar a esos revolucionarios que conformaron lo que los manuales escolares describen como el Primer Gobierno Patrio. Cuando el Pueblo quería saber de que se trataba, la Gazetta lo contaba. “Raros y felices tiempos los que se puede pensar lo que se quiere y decir lo que se piensa”, escribió Moreno en su primer número. Aquel 7 de junio que 211 años después sigue inspirando entre obsequios y auto-elogios el Día del Periodista. 

¿Podemos los periodistas estar lejos del sentido de esas crónicas? ¿Ser solo intrusos de las vidas y episodios ajenos solo para entretener a la platea?

El 15 de noviembre de 1867 Ovidio Lagos edita con fondos entregados por Justo José de Urquiza el diario La Capital, una tribuna política, que proponía a esta ciudad como Capital Federal de ese entonces joven país. Columnas panfletarias, periodismo que militaba esa idea contra el Poder político porteño. Lago fue diputado en 1887 después de dos décadas de discutir desde su diario la política de la región.



Nadie se avergonzaba del compromiso expuesto. Ni tampoco en 1870, cuando dos años después de cumplir su mandato como Presidente Argentino, Bartolomé Mitre funda el diario La Nación. El ex mandatario pone en sus páginas la representación política de las ideas liberales y conservadores de ese porteñismo victorioso tras las guerras civiles.



Otro de los puntos altos de la Prensa Argentina es el diario Clarín. Hoy en el centro de una escena junto a la justicia y al poder empresario del afamado círculo rojo. Fundado en 1945 por Roberto Noble, quien había sido Ministro de Gobierno entre 1936 y 1939 del gobernador de Buenos Aires, Manuel Fresco. Noble asumió en sus páginas la referencia de un país que clamaba una mayor industrialización contra la idea económica agrícola ganadera de La Nación. Noble, junto a Frondizi y Frigerio, empujaron ese barco y allí aparece un joven asesor del Mid (Movimiento de Integración y Desarrollo) Héctor Magneto, a manejar las cuentas hasta escalar a los ámbitos más altos. Siempre la política y los medios tramaron sus pasos de la mano.



Con Pagina 12 coincide la vocación activa de la pluma y la espada. Un diario donde la débil democracia post dictadura reivindicaba los derechos humanos como política de estado y el Juicio y Castigo a los responsables de los crímenes de Lesa Humanidad de esos tiempos oscuros.



Tiempos bravos donde cada texto es sentenciado por la pelea de las trincheras bobas. Detrás de cada compromiso periodístico hay una idea que lleva a pelear por un mundo mejor. Contar lo que pasa para que “eso que pasa” si es injusto, insuficiente o cruel, no se repita. Nada podrá ser zigzagueante. Ni la búsqueda del rating o los clics de los portales. El sueño no terminó. La idea es la misma que tuvo el espíritu de Moreno en 1810: no ser las azafatas sonrientes de es. avión que va cayendo a estrellarse contra el piso.

Periodismo en tiempos pandémicos (Alan Monzón/Rosario3)