Martes 25 de agosto. Lionel Messi anuncia que rescindirá unilateralmente su vínculo con Barcelona a través de un burofax. "Le dije al club, sobre todo, al presidente (Josep María Bartomeu), que me quería ir. Se lo llevo diciendo todo el año. Creía que era el momento de dar un paso al costado. Creía que el club necesitaba más gente joven, gente nueva y pensaba que se había terminado mi etapa en Barcelona sintiéndolo muchísimo", aclararía unos días después.

Viernes 4 de septiembre. Leo confirma que seguirá en Barcelona para evitar una salida conflictiva. "No iré nunca a juicio contra el Barsa, es el club que amo, que me ha dado todo desde que llegué, el club de mi vida. Voy a continuar en el Barsa y mi actitud no va a cambiar porque haya querido irme", jura en una entrevista con Goal.com desde su casa de Castelldefels.

Jueves 1° de octubre por la tarde. La pelota es devuelta por el palo y Leo llega para empujarla a la red. Abre los brazos y lo festeja como si fuera uno de los varios que le faltaron al Barsa frente al Bayern en aquella oprobiosa jornada de Champions. Sale sonriente buscando compañeros, mostrándole al mundo lo bien que le viene ese gol frente al Celta y lo mucho que lo necesitaba, aunque no lo necesitara. El asistente, que no entiende de sentimientos, ni necesidades, ni guiños, sólo de reglamentos, levanta implacable la bandera marcando posición adelantada. Messi le dice que no, que se equivocó, con una sonrisa que hace mucho que no se le ve. El VAR demuestra al final que el asistente tiene razón. Por un pelín dirían en España.

De pronto todo parece haber desaparecido, o no haber pasado nunca, como una pesadilla que acaba apenas se abren los ojos: era sólo un sueño. Uf, qué alivio.

Barcelona gana sin despeinarse en Vigo dando la ventaja de jugar un tiempo entero con uno menos, Koeman agradece el esfuerzo del capitán en la conferencia de prensa y acá no ha pasado nada, nunca ha pasado nada. Con el transcurrir de las semanas todo aquello será culpa de la prensa. Messi y Barcelona, un solo corazón. 

 "Leo ha trabajado muchísimo sin balón, ha sido muy importante”, arranca el DT ante la prensa.

“Creo que hemos hecho un gran trabajo, estoy muy orgulloso de este equipo por el partido que ha hecho, en el que ha trabajado muy bien y ha jugado con mucha disciplina pese a contar con uno menos... Yo no puedo opinar sobre lo que pasó el año pasado. Desde el primer día he visto a los jugadores con mucho hambre. Han entrenado con mucha intensidad, se juega como se entrena. Hoy (el jueves, en Vigo) han demostrado hasta el último segundo, en un campo complicado, que estamos muy bien físicamente. Como cualquier entrenador necesito tiempo, pero el equipo está mucho mejor de lo que se podría pensar. Estamos creciendo", se ufana sonriente el neerlandés.

Dos jugados, dos ganados, siete goles a favor y ninguno en contra. Suárez es historia, el mensaje de despedida de Leo por Instagram a Luis es historia, Vidal (“te vamos a extrañar”) es historia... El conflicto es historia. O eso parece, porque en la semana Leo dio señales de que al fin y al cabo algo pasó.

"Luego de tantas desavenencias, me gustaría poner un punto y final. Debemos unirnos todos los barcelonistas y asumir que lo mejor está por venir", le dijo el capitán en la edición del miércoles a Sport, una especie de departamento de prensa blaugrana con veleidades de medio gráfico independiente.

"Asumo mis errores, que si existieron fueron sólo para hacer un mejor y más fuerte FC Barcelona... Sumando pasión e ilusión será la única forma de poder lograr los objetivos, siempre unidos y remando en la misma dirección".

"Quería mandar un mensaje a todos los «socis» y a todos los culés que nos siguen. Si en algún momento a alguno de ellos les pudo molestar algo que dije o hice, que no les quepa duda que lo hice siempre pensando también en lo mejor para el club".

Algo pasó, pero qué pasó para que todo se dé vuelta de un día para el otro, para que Koeman se sienta pleno, para que el Barsa gane y guste, para que Leo pida disculpas después de decir públicamente que su ciclo en el club estaba terminado.

Unos días antes, más precisamente una semana antes de la victoria catalana en Vigo, Santi Cañizares, histórico arquero de Valencia, Real Madrid y la selección española, habló con TyC Sports. Y le preguntaron por Messi. Y contestó.

"Messi es un hombre que marca una época, respetado por todos los profesionales, admirado por todo el mundo, extraordinariamente mal asesorado siempre".