Nano Catalá es un estudiante de la Universidad, pero también un provocador, un personaje que, con su arte, cuestiona el sistema universitario.

En estos días se ha viralizado –especialmente entre los jóvenes– un video al este alumno llamó "Esto lo hago pa´ recibirme", el cual lo describió como su “tiradera” contra la universidad. Según el diccionario, la tirarera es un dicho o hecho con el que se procura poner en ridículo a alguien o algo. Claramente, intentó –y lo logró– poner en jaque la cultura institucional tan naturalizada, especialmente en este nivel educativo y, a su vez, prácticas docentes anquilosadas que llevan décadas de arraigo.

Algunos podremos reírnos con la “simpática” canción, otros se sentirán incómodos, pero de ninguna manera puede resultarnos indiferente. Cualquiera de nosotros/as que haya cursado al menos una materia en alguna facultad, conoce de lo que habla. Y creo que es por eso que tenemos que hacernos cargo, al menos quienes caminamos las instituciones.

Su canción se titula “Los años que me has robado”, aludiendo a las idas y vueltas en su carrera. Y si bien hay pasajes que describen claramente la vida universitaria, tales como “anotarme en una comisión, tomar apuntes, leer autores que no me importan…”, hay otros que interpelan la Universidad, en general, y a los docentes, en particular: “Nunca un horario fijo, no saber cuál es el aula, acumulación de parciales el mismo día; con un 6 yo me conformo, no entendí nada, pero si me aprueba no me opongo”.

El estudiante devenido en cantante plantea graves falencias que pueden corregirse a la brevedad. El desconocimiento del plan de estudios, de las correlatividades y de las consecuencias que le trae al estudiante dicho ignorancia, es viable de solución.

“Qué enseñamos”, “para qué lo enseñamos” deberían ser las primeras preguntas que respondemos al comenzar el año lectivo o cada clase, y, obviamente, explicar qué esperamos de ellos/as al finalizar el año. La enseñanza, el aprendizaje y una evaluación justa es su derecho y es nuestra responsabilidad acompañarlos en ese recorrido.

Ser universitario es mucho más que caminar sus pasillos, aprobar materias y “conseguir” un título para salir al campo laboral, es transitar un espacio en una etapa subjetiva importante y es un recorrido que fundará las raíces para su vida personal y profesional.

El filósofo Nuccio Orddine plantea que, hoy en día, las carreras están orientadas hacia el mercado, se programan estudios con el único objetivo de conseguir una licenciatura que después pueda servir para conseguir un trabajo.

De este modo, “se olvida la raíz etimológica de la palabra escuela, que deriva del griego antiguo skholé, que significa tiempo libre, ocio, pensar en mí mismo, en mi formación, y no en la utilidad práctica de lo que estoy estudiando. Creo que la propia sociedad, tiene la necesidad de cultivar utopías, porque si nos quedamos solos en el ávido intercambio económico nunca podremos entender exactamente cuáles son los grandes valores de la humanidad", sostiene el pensador.

La función del nivel superior es formar sujetos críticos que cuestionen lo dado, que interpelen las prácticas enraizadas y, a su vez, que propongan alternativas de mejora para ser profesionales autónomos que puedan decidir qué sociedad quieren conformar y qué universidad proponen para un futuro no tan lejano en las que ellos pueden seguir siendo parte.