Está claro que es mucho más fácil echarle la culpa al árbitro que explicar una derrota. Siempre fue así. Y da muy buenos resultados. Por eso con el tiempo se fue profundizando. La estrategia ya empieza con las designaciones. Se ponen en duda los sistemas de elección de jueces para cada partido de cada fecha. Inmediatamente se conocen las estadísticas de tal árbitro con tal equipo. Ahora, últimamente, hasta se hacen bloques enteros mostrando las miserias del arbitraje en programas políticos de televisión. Aparecen los denostadores de siempre, poco afectos al reconocimiento de errores en la búsqueda de resultados y difaman sin parar.

La estrategia es sencilla: no distinguen los errores arbitrales de los actos de corrupción, da lo mismo. Emparejan una equivocación arbitral con un hecho deliberado. Desconocen, fundamentalmente porque les conviene, que los errores arbitrales forman parte del juego.

Es cierto que el arbitraje argentino pasa por un momento muy malo, con muy pocos jueces a la altura de los partidos que dirigen, pero una cosa es que sean malos y otra muy diferente que sean corruptos.

Cristian Malaspina es el presidente de Argentinos Juniors y vicepresidente de la Liga Profesional, pero no se saca la camiseta de su club para gestionar. Es más, “tribunea” para justificar que los resultados no son buenos.

“Argentinos merecía pasar. La actuación arbitral no nos dejó pasar a la final... Si es offside, es un offside de VAR y ayer no había”, dijo al día siguiente de la eliminación frente a Boca en la Copa Argentina. ¿Qué importa si la posición adelantada es de VAR o no? Importa si estuvo bien sancionada o no. Y eso es lo que pasó. Acá se discuten hasta los aciertos de los árbitros y de los asistentes.

“La actuación arbitral no nos dejó pasar a la final”, asegura el vicepresidente de la Liga Profesional. ¿Cómo sabe que Argentinos iba a ganar? Ese gol de Reniero, en caso de ser lícito, hubiera significado el empate del equipo de Gaby Milito. Y el partido hubiera seguido vaya a saberse cómo.

Una cosa es que los árbitros sean malos y otra muy diferente que sean corruptos

Argentinos-Boca es apenas un ejemplo de lo que sucede semanalmente en el fútbol argentino y en todas sus categorías. Ni hablar de la Primera Nacional, la B Metropolitana y el Federal, que como se ven menos, permiten un relato despiadado. Casi siempre sin pruebas. Son muchas más las denuncias verbales que los hechos, una diferencia desproporcionada que no hace más que demostrar el interés deliberado por difamar.

En el caso de Argentinos-Boca, un dirigente de altísima jerarquía justifica una derrota en una equivocación que no sucedió. Peligrosa postura si se proyecta a la importancia de su gestión.

¿Está capacitado Malaspina para ejercer el cargo que ostenta en la Liga Profesional? ¿O es más fuerte la camiseta de su club? Las dos preguntas aplican para el 90 por ciento de los dirigentes del fútbol argentino.

Julio Grondona hizo un culto de todo lo contrario. Desde que asumió en la AFA se olvidó de Independiente. El equipo de Avellaneda hasta descendió durante su gestión.

Pero se lo criticaba ferozmente por los supuestos beneficios que recibía Arsenal de parte de los jueces. Está claro que es mucho más fácil echarle la culpa al árbitro para justificar una derrota. ¿Cómo se explica que Arsenal, una institución pequeñísima, con escasa cantidad de hinchas, haya ganado todo tipo de torneos locales e internacionales mientras muchos gigantes lo miraban por TV? Echale la culpa al árbitro y al sistema y te evitás todo tipo de explicaciones que no tienen explicación.

Son muchas más las denuncias verbales que los hechos, una diferencia desproporcionada que no hace más que demostrar el interés deliberado por difamar

Los errores arbitrales forman parte del juego y los jueces en la Argentina son de mediocres para abajo en su gran mayoría.

Quienes emparentan errores con actos de corrupción seguramente están buscando un salvoconducto para evitar una auditoría pública y periodística de sus gestiones.

Por supuesto que hay árbitros corruptos, como en todos los ámbitos. Como hay dirigentes corruptos, periodistas corruptos y jugadores corruptos. Pero casi siempre las principales explicaciones de una derrota están en el juego.