¡Qué bueno sería volver a lo que conocimos de la Tierra sin Mal, o encontrarla definitivamente! Siempre y cuando no sea la nostalgia dañina que nos encierra en un pasado que nos paraliza.

Frente a  lo que estamos viviendo, sobre todo cuando las víctimas de tanta violencia se cuentan entre los que recién se asoman a la vida, la tentación de recignarnos nos llevaría a “bajar los brazos” y no seguir intentando algo mejor.

Cada tanto reaparece la película “Relatos Salvajes” que nos recuerda y quiere describir de lo que somos capaces cuando nos sentimos acorralados por las peores emociones y sacamos de nosotros lo que nunca quisiéramos reconocer o ver desplegarse en nuestras acciones.

Lo cierto es que lo malo no está en forma pura y aislada, está latente y puede aparecer en escena cuando la realidad nos sobrepasa y perdemos el control. Aunque también es muy cierto que somos capaces de lo bueno y lo mejor, también cuando las condiciones externas nos resultan hostiles. Y los  ejemplos abundan de respuestas positivas y superadoras ante situaciones adversas y hasta violentas.

Pero para esto es necesario convocar o promover ese impulso de coraje mayor que busca responder novedosamente a lo que se nos propone. Allí estaba la esencia de “La No-violencia Activa” de Gandhi y Luther King y de tantos y tantas que en nuestro continente tan desigual, afianzaron caminos esperanzados para recrear este mundo que tanto nos duele.

Hombres y mujeres que llegaron hasta el final del testimonio que es el martirio, desde la fe profunda en nuestra condición fraterna y la búsqueda incansable del bien común. Hacedores e inspiradoras de la tierra sin mal que buscamos y nos merecemos.