En junio de 2019 el rafaelino Omar Perotti tenía un mensaje claro y contundente para Rosario, comprimido en un eslogan que capturaba la atención de todos: “Ahora paz y orden”. Además de paz y orden prometía inmediatez. Consiguió que los rosarinos le prestaran la atención y el voto, y por eso se convirtió en gobernador.

En julio de 2022, el gobierno provincial no sabe qué decirle a Rosario. No tiene respuestas ni ideas nuevas, pero tampoco una esperanza para ofrecerle en tiempos de violencia desbordada y creciente. El argumento de la herencia recibida se consumió con los reiterados y acelerados desaciertos de la gestión. 

Está a la vista la ausencia de rumbo. En la calle, con una cifra de homicidios dolosos récord; y en el gobierno, que en su tercer año de gestión exhibe niveles de subejecución presupuestaria inexplicables, ausencia de funcionarios políticos y policiales y una secuencia de recambios que hacen imposible sostener líneas de trabajo en el tiempo: hubo dos ministros de Seguridad, dos jefes de Policía provincial, nueve jefes de Unidad Regional en Rosario y al menos cinco cambios de nombres en las áreas Penitenciarias, cuando las cárceles aparecen en el núcleo del problema de la seguridad.

“¿Cuánto hace que el gobernador Omar Perotti no habla públicamente de la violencia que atormenta a los rosarinos? Prácticamente desde principios de mayo…”, dice Damián Schwarzstein en un artículo de Rosario3 publicado esta semana.

Otros periodistas en otros medios hicieron el mismo señalamiento. Es que hay un silencio demasiado evidente, que suena a impotencia, a papeles quemados… a eslogan quemado. O quizás a repliegue estratégico. 

Es la hipótesis de una parte del radicalismo. Están convencidos que el gobernador y sus funcionarios se corrieron de la escena para diluir el costo político de la crisis y trasladárselo al intendente de la ciudad. Una suerte de igualar para abajo y compartir responsabilidades todos por igual.


Por eso el viernes a la tarde, el presidente de la UCR santafesina Felipe Michlig y el ex ministro de Seguridad y precandidato a gobernador Maximiliano Pullaro fueron a darle su apoyo a Javkin. Entraron por la misma puerta que acababa de irse el gobernador Perotti tras recibir junto con el intendente a familiares de víctimas de la seguridad. Michlig y Pullaro representan a un sector de la oposición hipercrítico de la gestión provincial, en especial en seguridad. Los más críticos fueron a respaldar al intendente dialoguista y tal vez a sugerirle que endurezca su posición.

La demostración de respaldo se dio en el epílogo de la semana que desde otra corriente de la UCR, el diputado Julián Galdeano sugirió que Javkin estaba dedicando demasiado tiempo a su proyección política y no lo suficiente a la gestión municipal.

El intendente, a pesar de que no deja de jugar, se niega a apresurar tiempos. Está convencido que el vínculo sociedad-política pende de un hilo como resultado de un escenario más grande, pero agravado por situaciones como las que se viven a nivel nacional o el de la inseguridad en la provincia.


Las familias de Maximiliano, Joaquín, Luciano, Sebastián, Nicolás, Iván, Lautaro, Auriazul, entre otros, son gente común y corriente que la tragedia empujó a las calles y las cámaras de TV. Puede ocurrir que no conozcan los procedimientos para obtener una audiencia con el gobernador, pero ¿no hay interlocutores directos con ellos del Ministerio de Seguridad que les ahorre montar una carpa en la Municipalidad en pleno invierno para que el intendente les gestione una entrevista?

El intendente llamó a Perotti, los familiares levantaron la carpa y el viernes a la tarde se produjo el encuentro. El gobernador asistió con la ministra de Gobierno Celia Arena y un puñado de funcionarios de segunda línea del área, pero el dato relevante es que no llevó al ministro de Seguridad ni a ningún funcionario del área.

Hay otro dato novedoso. Por cuestiones de protocolo y jerarquía, las reuniones provincia-municipio, salvo excepciones, se hacen en la sede de Gobernación. En esta oportunidad fue en el Palacio de los Leones a pedido de la provincia. En síntesis, calculado o no, el problema de las víctimas que reclaman seguridad y justicia, dos áreas de competencia provincial, se instaló puertas adentro de la Municipalidad de Rosario.

“No somos ingenuos. Es notorio que se habla de la ausencia del Estado y de la dirigencia política en general sin diferenciar las obligaciones y responsabilidades de cada nivel. Nosotros tenemos nuestra parte de qué ocuparnos y es lo que estamos haciendo”, dijo el intendente Javkin tras el encuentro del viernes.

Además de la reunión de familiares con el intendente y el gobernador ocurrió otro hecho en la semana que retrata el momento de la seguridad pública. Tras el conmocionante crimen de Claudia Dedebbio y las graves heridas que sufrió su hija en Parque del Mercado sobre el cierre de un mes sangriento, el ministro de Seguridad Jorge Lagna distribuyó a los medios un video con un reportaje ficcionado con declaraciones cargadas de adjetivos compasivos y escasos verbos, más propio de quien charla en el café que del funcionario que ejecuta la política de seguridad pública. “Nada de preguntas que puedan resultar incómodas”, dice con acierto la nota de Rosario3 arriba citada.

Cabe agregar que mientras las autoridades provinciales asumían esa posición, casi todos los medios nacionales consideraron relevante incluir en sus ediciones detalladas crónicas del caso, el seguimiento de la investigación fiscal y destacar equipos de televisión durante varias jornadas frente a Heca.

Vacío y silencio oficial es apostar a que la crisis se apacigüe, que se diluya la presencia de muertos y familiares en los medios y que otros asuntos los desplacen. Mientras tanto el ministro se corre de la presencia pública y como nunca la Casa Gris informa sobre viajes y reuniones del gobernador en Buenos Aires, lejos de los sinsabores del pago chico. Salvo por la reunión en la Municipalidad este viernes, la seguridad desapareció de la agenda pública del gobernador y se concentró en el mundo empresario y productivo. Es el perfil con el que más se identifica, como gestor de la Santa Fe productiva, emprendedora, innovadora, impregnada de ruralidad. El área de Producción quizás sea el punto más alto de la gestión. 

El problema es que ésa no es la única provincia. De hecho la mitad de la población habita en dos grandes aglomerados urbanos en los que la seguridad pública es el principal problema. Y el Estado provincial es el principal responsable de gestionarla. 

Perotti lo tiene recontra claro al tema, porque para ser gobernador su mensaje fue orientado a esa demanda, pero por momentos se parece al Perotti anterior a la campaña de 2019 que no conectaba plenamente con Rosario, con la diversidad de “ciudades” que habitan dentro de la ciudad, cada una con sus demandas, costumbres y necesidades. Una diversidad social que la hace compleja, muy diferente a la aparente uniformidad de comunidades más pequeñas, donde la cultura de la ruralidad organiza de forma hegemónica las voces y demandas. No hay otra forma de abordar Rosario que conocer sus actores y asumir un compromiso presente y dedicado.