“Estamos para ganarla, es el objetivo que soñamos, tenemos al mejor del mundo y un buen entrenador que nos da un plan todos los partidos y vamos a ganarla. Tenemos un plantel bárbaro, cualquiera que entre quiere hacer el trabajo bien, el entrenador les da confianza a muchos jugadores y eso es bueno para el grupo”.

Todo cambió con una victoria en el clásico. De repente el horizonte parece despejado. Es la sensación que siempre deja un resultado positivo. Y es la impresión que le dejó el triunfo frente a Uruguay a Dibu Martínez, el muy buen arquero albiceleste, que se animó a pronosticar que Argentina va a ganar la Copa América.

Pasadas dos fechas y sin que nada parezca determinante aún, Brasil, sin tener un rendimiento superlativo, parece jugar en otra liga. Muestra una superioridad que asusta aunque sus rivales, hasta ahora, no hayan sido los más fuertes. Tiene un grupo accesible y una Colombia, el adversario más complejo, en formación por lo que alterna buenas actuaciones con regulares y malas aunque sus intérpretes individuales son importantes.

¿Qué espacio ocupa Argentina en esta historia? Con Messi en un nivel importante y si consolida el funcionamiento del medio hacia atrás, seguramente se transformará en el principal competidor de la selección local, pero aún resta mucho camino por transitar y quedan altibajos por resolver.

Frente a Uruguay la selección de Scaloni dio un salto de calidad y de carácter que la ubica como favorita, aunque siempre por detrás de Brasil y bastante lejos por ahora.

Es claro ver que Argentina se somete a un gran esfuerzo de despliegue y estratégico para superar a los adversarios, y no siempre lo logra, o lo logró frente a Uruguay por primera vez, y a Brasil todo le fluye naturalmente.



La lógica, que en el fútbol aparece cuando tiene ganas, proyecta un rival accesible para cuartos de final y otra vez Uruguay, o en todo caso Chile, en semifinales antes de llegar al Maracaná el 10 de julio frente a, seguramente, Brasil.

Pero, como quedó escrito, queda bastante camino por recorrer y unas cuantas tuercas por ajustar.

Tenemos al mejor del mundo y un buen entrenador que nos da un plan todos los partidos y vamos a ganarla



Messi necesita más compañía, el medio con Guido Rodríguez parece más compensado, De Paul tiene que emprolijarse un poco, Lautaro debe enfocarse y Otamendi dejar de salir en todas las fotos en las que la selección sufre cerca del arco de Dibu Martínez. Aunque, es cierto, se vio a un Nicolás mucho más firme frente a Uruguay que en partidos anteriores. Y frente a Suárez y Cavani, lo que aumenta su calificación por la inmensa calidad de esos rivales.

Scaloni cambió casi toda la defensa para jugar frente al equipo de Tabárez. Es una señal del entrenador que se manifiesta más en la formación del equipo que en sus declaraciones. Como la mayoría de los entrenadores en general. Y va a volver a cambiar, porque hay un partido muy cercano.

Faltan Paraguay y Bolivia por la fase de grupos y después los cruces. Dos partidos para tratar de consolidar el funcionamiento y luego la hora de la verdad.

Si los mundiales empiezan a jugarse después de la fase de grupos, la Copa América mucho más.



El muy buen triunfo frente a Uruguay coloca a la selección en una posición expectante que despeja algunas de las dudas que había dejado frente a Chile y en las eliminatorias, partidos en los que fue incapaz de mantener el resultado a favor.

En Brasilia se puso en ventaja rápido y la selección celeste, un competidor jerarquizado y clásico, casi nunca incomodó a Emiliano Martínez.

Un buen paso para un camino largo. La pelota sigue rodando.