Fue una semana en donde quedó claro que el deporte en sus distintas disciplinas transita por un camino muy diferente al del fútbol en la Argentina.

En tenis, el equipo argentino de Copa Davis, con cambio de nombres en la conducción –los que dirigendon estaban hasta hace poco dentro de la cancha–, llegó nuevamente al grupo Mundia, trabajando precisamente de esa manera, en "equipo", y demostrando que no tienen que ser amigos, solo tienen que ser eficientes y pensar en el tenis de la Argentina.

Lo mismo ocurrió con los Pumas en el Rugby Championship. El triunfo frente a los Wallabies australianos fue histórico. El DT Mario Ledesma aseguró: "Hay algo acá en el equipo que se siente; hay una fiebre positiva que se contagia", y eso se nota. 

En cambio en el fútbol todo parece estar estancado, todo parece ser normal: sobre todo lo anormal. En el ámbito local la Superliga venía a cambiar pero todo quedó de la misma manera o peor que antes. Se proyectó el certamen aún mas para los equipos poderosos que van marcando la diferencia. Y a nivel selección, no solo está la incertidumbre todavía de no saber quién será el conductor, sino también esto de no tener idea de si Messi, el mejor del mundo, el capitán, quiere continuar o dejar de pertenecer al combinado nacional.

Se le guarda la 10 poniendo su nombre por sobre el propio equipo y eso resta importancia a lo que significa vestir la camiseta. Y ni hablar lo que ocurrió con la AFIP que encontró baúles con juguetes y dispositivos electrónicos aunque a través de un comunicado la AFA dijo que "eran materiales de videoanálisis". Aunque se vieron guitarras que no encajan dentro del argumento de la casa madre del fútbol argentino.

El fútbol de nuestro país no puede mejorar de esta manera simplemente porque no quieren que eso ocurra porque en la incertidumbre, en la desprolijidad, se hace más sencillo seguir reinando para Tapia y companía, método ya utilizado por Julio Grondona y que le dió muchísimo resultado.