¿Cuánto dura un proceso en el fútbol? ¿Cuánto tiempo necesita un entrenador para que su idea quede plasmada en el juego? ¿Cuánto tiempo necesita un juvenil para acomodarse tras pasar de la reserva, o la cuarta, o la quinta, a la primera división?

La respuesta es una sola: depende de los resultados. Ejemplo: si Central le gana a Banfield, o empata, el ciclo de Cristian González se extenderá al menos una semana. Si pierde, el proceso finalizará.

Ganar o perder marca el ritmo del fútbol, salvo que las dirigencias le pongan el cuerpo y el alma a una idea, a un proyecto, y se desentiendan del resultado, algo que generalmente no sucede.

La pandemia cambió varios paradigmas y envalentonó a la conducción de unas cuantas instituciones que, ayudadas además por la ausencia de promedios en el torneo anterior, decidieron achicar drásticamente los costos y apostar por los juveniles. Una política que debería ser lógica para la mayoría de las instituciones. Es más, parece ser el salvoconducto para paliar la crisis: promover los juveniles, consolidarlos en la categoría superior y después transferirlos. Ni más ni menos que la fórmula que tantos réditos les dio a canallas y leprosos en otros tiempos posicionándolos sólidamente en la élite del fútbol argentino. Chimeneas sin humo decía el mítico periodista Juan Gerardo Mármora cuando se refería a las inferiores de Newell’s y Central allá por los 80 y los 90.

Otro ejemplo vinculado a Central que sirve para demostrar cuál es el camino. El club sigue sumando euros por la transferencia de Lo Celso a PSG. Si los franceses avanzan en la Champions, Central recibirá un monto extra por cada fase superada aunque Gio hace un rato largo que ya no está en el club. Así funciona en la modernidad.

El mecanismo de solidaridad es otro buen ingreso para los clubes formadores. Se pone en funcionamiento cuando un futbolista es transferido o cedido a préstamo cuando aún tiene contrato vigente. El comprador debe repartir un 5 por ciento del monto del pase entre aquellos clubes que hayan participado en la formación del deportista entre los 12 y los 23 años.

La estrategia no tiene secretos, pero lamentablemente depende de los resultados.

Los dirigentes tendrían que despojarse del hincha que llevan dentro y gestionar, lo que en Argentina es imposible. Sacarse la camiseta antes de sentarse en el escritorio debería ser el primer acto de gobierno.

Los hinchas, socios y simpatizantes también tendrían que hacer su aporte: tener un poco más de paciencia. Pero tampoco funciona así. Y tiende a empeorar. A esta altura la tolerancia es casi cero en algunas instituciones y directamente cero en la mayoría.

Los dirigentes tendrían que despojarse del hincha que llevan dentro y gestionar



El problema es que ninguna de las partes pone al club por encima de todo, como debería ser. No hay ningún nombre ni trayectoria que sea más importante que la entidad, pero los valores están subvertidos.

El tan mentado escudo sólo se tiene en cuenta en ocasiones, fundamentalmente cuando es funcional a alguna decisión de la comisión directiva o la firma de un contrato.

La conducción auriazul ratificó a comienzos de semana al Kily González, que recibió un fuerte apoyo de los referentes del plantel. Pero todo se desvanecerá si gana Banfield. Esos mismos dirigentes que lo ratificaron dejaron trascender que así será.

En castellano concreto, lo que los directivos ratificaron fue que el resultado manda, como siempre.

¿Qué cosas diferentes pueden suceder con el rendimiento de Central dentro de la cancha si gana, pierde, o empata con Banfield?

Si gana, ¿todo se habrá solucionado? Si pierde, ¿nada habrá servido para nada? En realidad, lo que cambia es una sola cosa, el resultado, el soberano.

Última pregunta. ¿Cuánto tiempo pasó desde que Central jugó la final de la Copa Complementación de la que se ufanaron dirigentes, cuerpo técnico, jugadores y mayoría de simpatizantes?

Ultima respuesta. Unos cuantos resultados.