La historia, los malos ejemplos, las pujas internas, la grieta. Los pensamientos políticos por instalar un modelo de país antagónico. No acordar en estos tiempos incendiarios infecta de más distancia las soluciones a esas crisis. Lo mismo pasó con la Revolución de Mayo o la propia Independencia: el origen de la Nación. Belgrano y San Martín apedreados por los poderes de turno. Lo que hoy sucede, ya sucedió. ¿Y si realmente somos eso como país? ¿El resultado de nuestro más tensos desencuentros?

La Fundación Rosario es una institución que todos los años insiste con posicionar la ciudad como emblema de ese tiempo feliz. La bandera flameando y más en la ciudad donde Belgrano la enarboló por primera vez el 27 de febrero de 1812 en la gesta de la Independencia. Colores que identifiquen a aquellos que soñaron una Patria nueva. A pesar de los conflictos políticos de aquel entonces. Un hecho rebelde diseñó la bandera Argentina, todo un símbolo. 

Pero las campañas de embanderar la ciudad fracasan. No hay un espíritu patriótico ni identificación con eso. Solo en tiempos de celebraciones deportivas aparece el celeste y blanco. Maradona tendrá siempre más vitalidad con esos colores que otras figuras estampadas en los manuales escolares. El fracaso siempre es de la política, no podremos achacarles nada a docentes, padres, abuelos, etc., ese desapego por la idea de Nación.

¿Por qué no nos representa emocionalmente la bandera? ¿Por qué solo Los Pumas gritoneando la intro del himno antes de un partido es el ejemplo de la bravía patriótica? Los que dieron la vida por esos cimientos en el Siglo XIX fueron atropellados por los ejércitos de arribistas que se enriquecieron en la función pública de un país quebrado. Y para eso también debería haber un “Ni olvido ni perdón”: el enriquecimiento ilícito de la política en el país de la pobreza debería ser un crimen imprescriptible.



El artista e historiador Ramiro Ghigliazza asume su posición afectiva y rebelde con la idea del desapego. Arrancó con el padre de la patria: San Martín. Retrató su fisonomía étnica y real. Humanizar sus gestos e intentar acercar en ese retrato el brillo y los pliegues de la piel. Con los avances tecnológicos le dio movimiento y hasta lo hizo hablar.

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Esta semana hizo lo mismo con Manuel Belgrano. Se acercó a sus rasgos reales para con ellos transmitir mensajes en medio de la batalla. “Me costó mucho, me basé en el retrato de Carbonnier. Pero hay testimonios históricos sobre su fisonomía que son distintos a ese retrato. Tomé la decisión de hacerle caso a los testimonios y me arriesgué. Seguí ese camino”, dijo el autor de los retratos.

Volver al pasado para ser fiel a la crónica de esos tiempos. ¿Algo sucede hoy por ese origen? “Cada vez que hago un prócer y lo redescubro, me pregunto lo mismo. Uno se pregunta por qué no le damos la atención suficiente. Estas personas pensaron la Patria. ¿Qué nos está pasando que no nos podemos encontrar?”, reflexiona Ghigliazza.

En 1812 los jefes de Belgrano obligaron a que esconda su bandera, que esos colores no representaba ninguna idea de Libertad y que ese emblema no se presente en combate nunca más. Belgrano no hizo caso. Y hoy simboliza la idea guerrera, intelectual y emotiva de una Patria que cuesta entender.

“Es difícil aceptar eso. Pero paso lo mismo que pasa ahora. El enemigo es interno, las mezquindades de siempre. Se vuelve a repetir la historia”, dice Ramiro.



Mientras los videos del artista intentan reconectar el pasado con este árido presente de pulseadas interminables un pequeño emblema de la náusea actual se cola en las crónicas del día de la Bandera. El viernes último mientras los aviones de las FFAA entrenaban sus movimientos en el Monumento y se arengaba a que los rosarinos embanderen sus balcones, un procedimiento de la Justicia Federal detuvo a narcotraficantes con 400 kilos de cocaína.

Casualidad o no el procedimiento fue publicitado con paquetes celestes y blancos, que desparramados en la calle diseñaban un paño similar al que Belgrano coció en 1812. “Esa foto fue montada adrede”, reconoce un investigador de temas ásperos. “Que los 400 kilos de cocaína incautadas se desparramen en una avenida de Rosario como si fuese una bandera, es un provocación política”, agregó. 



Seguimos en guerra. Las postales del celeste y blanco de la droga reflejan el tiempo de esa batalla. Los gobiernos mirando al costado mientras la pobreza encuentra en esas sustancias alimento, prisión y muerte. "Dormite Patria sobre mi camisa olvídate pronto de los que te pisan", escribió Abonizio alguna vez para hablar de su amor por esa tierra arrasada.