Esta semana se conoció un revelador testimonio en el juicio que intenta probar la responsabilidad de Marcos Jeremías Mac Caddon, presunto ladero de Ariel Máximo "Guille" Cantero, líder de Los Monos, por haber sido el encargado de querer "copar" el mercado de droga del cordón industrial de Santa Fe.

Dentro de los “audios” presentados por los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, el acusado (en una conversación informal con el líder de los Monos) explicaba los alcances de su operación delictiva.

Además de garantizar la venta de sustancia, incorporaba a su cartera “empresaria”, vínculos con la gorra de todos los colores (incluyendo a distintas fuerzas de control), la política sindical, y municipios del Cordón Industrial, desde Bermúdez hasta Santa Fe. “Soy negociante, a mí la porquería (por la cocaína) no me gusta. Pero sí me sirve para darle laburo a los pibes, hacer calles, etc.”

En Argentina no se combate el narcotráfico. Es claro y los resultados están a la vista. Tal vez por resignación e incapacidad de sus fuerzas de control pero también por convicción de las autoridades políticas. “Es una lucha perdida y por lo tanto inútil”, reconocen quienes hoy ostentan los manuales de lo que hay que hacer en la gestión. “La lucha contra el narcotráfico” no existe en el lenguaje y la acción del Presidente o su Gabinete. Un problema que no está, no existe.

Por lo tanto no hay problemas que se vendan drogas en Argentina. Si es problemático que se vendan sustancias mortalmente adulteradas o que ese mercado sea violento y mortal. El panorama está en la calle.

La aparición cada vez más sólida de los “narcopunteros” infecta a la propia política. No hay manera de que un dirigente ingrese a un barrio sin hablar con ellos. Son los interlocutores entre el malestar de la gente del barrio y las autoridades. Sino arreglás con ellos no entrás.

El Padre Pepe (José María Di Paola) ayer en declaraciones radiales dio detalles de la problemática en la provincia de Buenos Aires. Los argumentos están basados en que mucha de la rentabilidad del narcotráfico hoy se queda en el barrio, le da ingresos a los “pibes” y se usa para la operación militante de la política. “Es muy difícil pelear contra eso, hoy no tenemos herramientas concretas para competir con ese fenómeno”, reconoció.

En el audio de Mac Caddon, presentado públicamente por el periodista de Radio 2 Agustín Lago, el acusado le dice a Guille Cantero: “Si vos me das el ok está todo el circo armado. Desde Bermúdez para Santa Fe está todo armado para vos. Tanto en eso como las Cooperativas, los Sindicatos y las Fábricas, un montón. Yo soy negociante, no soy otra cosa. A mí la porquería mucho no me interesa, pero eso si me da cabida para hacer la plata limpia también. Para que los pibes laburen, los agarramos para hacer calles, tengo la mejor con los intendentes. También en Buenos Aires me manejo con la gente de Boca, de arriba. Hacemos una red de cosas”.

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Cuando en febrero pasado, en pleno viaje presidencial a Rusia, se morían en una tarde una veintena de adictos que habían consumido cocaína con carfentanillo el Ministro de Seguridad bonaerense pidió “descartar la droga comprada en las últimas 24 horas para evitar morir”. Berni reconocía la gravedad del problema. Adulterar la droga, matar al cliente, no era un problema sanitario o policial: claramente era un conflicto político. Alguien por decisión o impericia había cambiado las reglas de juego. El amague del urgente regreso de propio gobernador Axel Kiciloff le daba el tamiz necesario a ese argumento.

Los narcopunteros en la provincia de Buenos Aires son actores poderosos del momento. Ayer el concejal de La Matanza Toti Flores dio también algunos detalles de la situación. “Se obedece, porque es negocio. Los barrios tienen mucha gente trabajando y organizando movilizaciones, protestas”.

Muchos de esos jefes son los narcopunteros. La política militante está perdiendo contra los narcos. Los punteros en el barrio manejan todo. Incluso la droga. Lo que ganan en el negocio vuelve al barrio. Mejoran las calles, hacen conexiones de agua. Hace tiempo están trabajando así.

Mac Caddon en Rosario dijo en el juicio en su contra que "aportara a la investigación reconociendo que había sido asesor de concejales que han ganado elecciones". En otro audio a Guille Cantero reconoce sus vínculos: “Me junté con la gorra por el tema de los cereales. A tu pibe lo tienen corrido, metió la mano en la lata, se portó mal y los políticos no lo quieren. Les dije que tenía una línea que se puede bajar ahí y la aceptaron, que es la tuya. Lo único que no quieren es quilombo y les dije que me hacía cargo. Hay que pagar una plata por semana”.

Una historia de las tantas que acumula el memorial narco político en Rosario. Años 90, Villa La Lata. El “Japo” Saboldi quería vender drogas en ese barrio humilde y entonces desplazado. Al lado de su casa un veterano militante barrial del radicalismo lo corrió a trompadas para enseñarle las: acá no. Eran tiempos idílicos, se creía que se podía ganar esa batalla. El tiempo pasó distribuyendo sobres de dinero a todos los escritorios posibles. Japo Saboldi, ya reconocido protagonista de causas narcos, murió en un atentado en la cárcel, y esos punteros de a poco son corridos por las nuevas generaciones. Mucho Netlfix y trap sucio. Los “Ze Pequeños” (en referencia a la película Ciudad de Dios) se van a quedar con todo.

Santa Fe es el único lugar donde los narcos le dan órdenes a la policía”, dijo presuntamente sorprendido el ex ministro Marcelo Saín en su testimonial judicial esta semana. Claro, él sabe que en el mundo (incluso en su amada provincia de Buenos Aires) es al revés. El narcotráfico es administrado clandestinamente por las herramientas del Estado. Una infección vergonzante que todos conocen y esconden en igual proporción.