Leer aquel libro me dio la posibilidad de conocer esa palabra. Viajar durante 29 días sola me enseñó a experimentarla. La travesía en la que me encontraba me ayudó a escucharla. Las relaciones con otras personas me dieron la oportunidad de aplicarla.

Es que me resulta tan complejo explicar su concepto. Como puedo siquiera acercarme a algo tan profundo como el desapego. Quizás pueda aproximarme entendiendo qué es el apego, pienso.

Siempre me han gustado las palabras, por lo que encuentro al  diccionario como un gran mundo de desconocidos esperando a ser descubiertos. Sí, Internet es fantástico, pero aún conservo aquel librito gordo que llevaba rutinariamente al colegio con una letra tan pequeña que disfruto consultar. Abro esa tapa roja y en las primeras páginas aparece << apego. m. afición o afecto especial a una persona o hacia una cosa >>. Decidí no quedarme con esa única definición, y continué indagando hasta formular algo más o menos así: apego es un estado emocional de dependencia a una cosa, a una situación o a una persona ¿Similares, no?

El sonido de la yerba pidiendo más agua me hace meditar. A veces viajar o hacer travesías solos parece fácil. Puede que aquellos que lo hemos experimentado pecamos de no contar ese detrás de escena de nuestros viajes. Es que viajar, en cualquiera de sus formas, implica mucho más que tomar una o varias decisiones. Al viajar he aprendido que el apego es una expresión de inseguridad. En donde renunciar a él no significa renunciar a nuestras metas, no significa renunciar a la intención sino más bien habla de renunciar al interés por el resultado. Puede sonar como una nimiedad pero estoy convencida que es una nueva forma de comprender el mundo y sobre todo de elegir nuestro paso en él. Sí, realmente lo creo, somos pequeñas hormiguitas que están de paso en este mundo tan enorme.

Entonces cuando renunciamos a ese interés por el resultado logramos desligarnos del deseo que a menudo solemos confundir con necesidad. El desapego, esta palabra tan compleja e increíble que intento desglosar, sienta sus bases en la confianza, en nuestras potencialidades, mientras que al otro lado de la calle ese apego se basa en la inseguridad, en el miedo, ese miedo a la pérdida.

¿No creés que cuando nos sentimos inseguros nos apegamos más a las cosas, a las relaciones, a las personas, a los lugares? Lo curioso que descubrí en este viaje es que mientras más apegada estaba, más crecía mi miedo, generándome no solo una inestabilidad emocional sino también construyendo un comportamiento del que no me enorgullecía, algo que no pretendo sentir hacia mí por el resto de mis días.

Esta ambivalencia que se me presentaba en cada ciudad que pisaba, en donde frente a un paisaje tan increíble podía sentir sentimientos tan diversos, me convertía en una tempestad de encuentros forasteros. De momentos podía sentir paz, una paz tan inmensa que me hacía flotar. O felicidad, esa felicidad de sentirse en el lugar que uno quiere estar. O emoción, esa emoción de estar viviendo tus sueños. O incluso he sentido vibración, esa vibración que recorría mi cuerpo y me dejaba sin aliento. Pero al instante podía experimentar como todo mutaba. Podía sentir miedo, ese miedo que nace de adentro y te hace tiritar. O angustia, esa angustia que te desgarra el alma hasta llorar. O soledad, esa soledad de sentirte tan indefensa ante la eternidad. O incluso esa mirada perdida que busca una cara conocida. Pero ahí estaba él, sentado a mi lado esperando a que me anime a mirarlo para darme un pañuelo bordado, ese mismo que de a poco me había estado quitando de los ojos. Ahora lo miro con admiración. El desapego se presento en aquel viaje ante mí y me dijo: -seguí. Y cuando ya no lo ví, cerré los ojos y lo oí, su eco repetía: -me, seguidme - Así fue que lo conocí, así conocí al desapego. Esta postura de no depender de lo que tengo ni de las personas con las que elijo establecer un vínculo afectivo. Y lo más maravillo es comprender que el desapego no significa no amar, significa ser autónomos, significa liberarnos del miedo a la pérdida para experimentar placer, ese placer de vivir una vida plena sin dejar que nuestras experiencias estén bajo la sombra de ese temor a la perdida.

Mucho de lo que uno aprende viajando queda tatuado a viva voz, pero hay palabras que necesitan madurar para ser traducidas. Entonces quizás nos han hecho pensar que en las posesiones materiales es donde radica la seguridad. Quizás nos han hecho pensar que al tener una casa y ganar mucho dinero nos sentiríamos en paz. Quizás nos han hecho pensar que una carrera universitaria nos haría brillar. Quizás nos han hecho pensar que tener un trabajo rutinario nos daría estabilidad. Incluso he escuchado recientemente esa frase: “-Me sentiré más tranquilo, más seguro y más feliz cuando tenga ese dinero que me deje ser libre económicamente y ahí haré lo que tanto anhelo”. ¿Realmente creen que sirve ese escudo? ¿Ese apego a alguien o algo para postergar nuestro auto conocimiento?

He aprendido que perseguir la seguridad no es camino para encontrarla, ya que buscar esa seguridad y certeza no es más que un apego a lo conocido. He aprendido que ir por el camino de la incertidumbre es terreno fértil de creatividad, de libertad hacia lo que disfrutamos. He aprendido que si elegimos desapegarnos de lo conocido abrazando a la incertidumbre y abriéndonos a las nuevas experiencias, sensaciones y vivencias, nos adentramos en este mundo de lo desconocido que es un completo desafío. Y no me refiero a ser hojas que se mueven por el viento. Y no me refiero a no tener metas, ni proyectos. Me refiero a que quizás entre ese punto donde nos encontramos hoy y aquel punto al que deseamos llegar exista la incertidumbre, lo cual creo que significa un inmenso universo de infinitas posibilidades.     Donde para alcanzarlo podamos elegir y probar diferentes caminos y podemos cambiar la dirección cuando así lo sintamos.

Este universo del desapego me enseñó a no forzar las soluciones ante la adversidad sino mantenerme atenta a las oportunidades que las encierran. ¿Te has puesto a pensar que quizás a todo eso que te apegas y de lo que te has convencido que no podrías ser feliz sin tenerlo cerca, son simplemente tus motivos de angustia? ¿Pensaste alguna vez que quizás lo que te hace feliz no es la situación, la persona, el objeto que te rodea y que sientes tener, sino todos los pensamientos que hay en tu mente y todos los sentimientos que florecen en tu corazón?