A propósito de haberse celebrado en la ciudad de Rosario el último fin de semana de junio el Encuentro Nacional de Endocrinología, con la presencia de destacados disertantes de todo el país, donde se abordaron distintas patologías y se discutió la salud de las personas mayores.

¿A quienes llamamos adultos mayores?

Se acepta el término “anciano” como un concepto que refleja un continuo de edad que se inicia en algún momento después de los 60 años y se caracteriza por una fragilidad lenta y progresiva que continua hasta el final de la vida.

Epidemiología en Argentina

Los últimos 100 años fueron testigos de un drástico crecimiento en la calidad de vida de las personas, que se traduce en un incremento de la expectativa de vida. La misma se incrementó en 28 años: actualmente es de 76,3 años, cuando en 1917 era de 48,5 y en 1905, de 40.

El envejecimiento de la población puede considerarse un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, pero también constituye un reto para la sociedad, que debe adaptarse a ello para mejorar al máximo la salud y la capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y su seguridad.

65 de ahora son los 35 de antes…

El envejecimiento biológico no siempre se corresponde con los años. Algunas personas de más de 65 años conservan unas facultades físicas y psíquicas que nada tienen que envidiar a las de muchos treintañeros. Otros presentan discapacidades a edades más tempranas.

Algunas patologías:

Diabetes:

La gente contrae diabetes cuando los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre están altos. La diabetes puede causar problemas de salud graves, como por ejemplo un ataque al corazón o un derrame cerebral. La diabetes es una enfermedad que se puede controlar y cuyos problemas de salud relacionados se pueden prevenir.

Puntualmente en cuanto a las metas de tratamiento en las personas de más edad, considerando la fragilidad de los mismos, se debe ser más laxo, a fin de evitar un mal mayor. En muchos casos por intentar que alcancen valores de azúcar en sangre muy bajos, se les prohíbe “toda la comida” y se los polimedica con el peligro que acarrea la hipoglucemia (bajón de azúcar) que le puede ocasionar desde una caída con fractura a un evento cardíaco más grave. Por otro lado en los ancianos que conservan sus capacidades físicas y cognitivas intactas, se deben mantener los mismos objetivos que en las personas más jóvenes.

Hipertensión arterial:

A partir de los 65 años, la hipertensión arterial se presenta en el 60% de la población y afecta a ambos sexos. No es una enfermedad inocua ya que, luego de varios años sin tratamiento, puede producir importantes complicaciones (ACV o infarto).

Los hipertensos mayores de 65 años se benefician con el tratamiento antihipertensivo.

Para el paciente hipertenso añoso, rigen las mismas indicaciones no farmacológicas a seguir que para los pacientes más jóvenes, en especial con respecto al consumo de sal.

El tratamiento estaría indicado cuando la PAS (la máxima) > 140 mmHg. El descenso de la presión debe ser controlado rigurosamente para evitar la hipotensión (bajón de presión). La PAD (la mínima) no debe ser < 65 mmHg. Se debe tener precaución en la medicación a utilizar a fin de evitar efectos adversos de los mismos.

Si bien la hipertensión no se cura, se puede controlar. Para esto es indispensable realizar los controles y no abandonar el tratamiento, dado que es uno de los mayores problemas que tiene este tipo de enfermedades crónicas.

Colesterol:

A pesar del aumento de la prevalencia de dislipidemia en la población adulta mayor persiste la controversia en cuanto a los beneficios del tratamiento en este grupo. Cerca del 25% de los hombres y del 42% de las mujeres mayores de 65 años tienen niveles de colesterol elevado (por encima de 240 mg/dl).

La asociación epidemiológica entre valores elevados de colesterol y aumento del riesgo cardiovascular no es tan clara en edades avanzadas si no coexisten otros factores de riesgo y los algoritmos de predicción de riesgo son menos exactos para el cálculo de riesgo real por encima de los 65 años.

No hay datos suficientes para recomendar nada relativo a la iniciación o continuación del tratamiento para bajar el colesterol en la población mayor de 80 años de edad sin enfermedad cardiovascular conocida e incluso es posible que las estatinas puedan aumentar todas las causas de mortalidad en el grupo de personas de edad avanzada y sin enfermedad cardiovascular. Dentro de las medidas no farmacológicas, las dietas restrictivas en ancianos son desaconsejadas por el riesgo de malnutrición.

Aspirina diaria:

Además de ser un analgésico reconocido, la aspirina ha ganado terreno como forma de prevenir ciertas enfermedades, así como varios tipos de cáncer. El fármaco se suele recomendar para aquellos pacientes que han sufrido previamente un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular. Se calcula que en este tipo de pacientes reduciría las posibilidades de un nuevo episodio en un 20%. Sin embargo, tomar aspirina regularmente también implica riesgos importantes.

Actualmente se reconoce que sólo la aspirina en bajas dosis (81 mg) tiene beneficios preventivos primarios en personas de 50 a 59 años con un riesgo cardiovascular del 10% o más, siempre y cuando tengan un bajo riesgo hemorrágico, una expectativa de vida de al menos 10 años, y estén dispuestas a tomar diariamente el fármaco durante al menos una década. Entre 60 y 69 años se debe optar por una opción individual, mientras que en los menores de 50 y los mayores de 70 años se desaconseja su uso.

El riesgo a largo plazo de hemorragias graves y de muerte causado por el consumo de aspirinas es un problema real, sobre todo en personas mayores de 75 años.

La soledad y la salud

El empobrecimiento progresivo de todos los lazos sociales, familiares, culturales, la vulnerabilidad frente a las enfermedades, la disminución de las funciones intelectuales, etc., desencadenan inestabilidad y sentimientos de indefensión en el anciano, y es que la soledad puede tener graves consecuencias negativas sobre la salud en el plano físico, psicológico y social.

La soledad es un sentimiento subjetivo que incide en la percepción de vida de las personas mayores, en sus relaciones, su autoestima y su calidad de vida. Por lo tanto, debemos tener presente que el impacto de este sentimiento negativo afecta a todas las esferas de la persona mayor.

Conclusión

En el anciano se requiere siempre individualizar el tratamiento tras haber realizado, en primer lugar, una correcta valoración geriátrica global e integral. Las progresivas mejoras en la expectativa de vida están posibilitando que los muy ancianos ocupen un segmento cada vez más amplio de la población, con no pocos años en perspectiva, muchos de ellos libre de discapacidad, y con probabilidades elevadas de padecer una enfermedad cardiovascular.

La decisión clínica para el control de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular en ancianos tiene en consideración no solo la edad, sino también la esperanza de vida y la capacidad funcional.

Además se debe considerar el costo de la medicación y el hecho de encontremos con pacientes polimedicados, con el consiguiente riesgo de interacciones medicamentosas y posibles efectos adversos.

Se debe considerar con un factor de riesgo más a la soledad. Este sentimiento que, vivido durante la vejez, puede llegar a representar importantes dependencias de tipo social, funcional, cognitivo y/o desencadenar problemas de salud que pueden causar dificultades en la vida cotidiana.