“Los seres humanos estamos diseñados para amara a nuestro prójimo. Todos los niños nacemos amorosos, blandos, buenos y con una exquisita capacidad para amar. Lo que pasa es que para desarrollar esa capacidad, primero tenemos que sentirnos amados”, sostuvo Laura Gutman a Rosario3.com.

En el libro Amor o dominación. Los estragos del patriarcado (Sudamericana), la terapeuta familiar, investigadora de la conducta humana y escritora invita a reflexionar sobre “nuestra” realidad emocional para decidir cambios personales que permitan forjar vínculos “armónicos y amorosos.”

En el flamante título, la autora enhebra varios de sus conceptos y elaboraciones previas con el eje puesto en la importancia del vínculo que establece la madre con la niña o el niño en la infancia y cómo esa mutualidad temprana entendida como “desamparo” deriva en “en todas las dificultades que tenemos en nuestra civilización” y en las violencias cotidianas.

Para la también autora de El poder del discurso materno y La familia ilustrada (Sudamericana), “ese desamparo –aclara– no se compara con juicios de valores, moral o interpretaciones” sino con “el diseño de los seres humanos tal cual hemos nacido.”

“Los seres humanos nacemos todos dependientes de los cuidados, maternos, en principio. Tenemos un nivel de necesidad de presencia, de contacto, de disponibilidad que, en la medida en que no lo recibimos, y en que nuestras expectativas al nacer son muy diferentes a lo que en realidad nos acontece, empieza a generarse ahí casi te diría la cuna de la violencia. Es decir, vivimos desde que somos muy niños, aunque no tengamos recuerdos conscientes, la hostilidad de nuestro entorno básicamente porque no estamos obteniendo lo que necesitamos. Y ese es el principal punto de partida.”

Esa hostilidad o “la sensación de que tenemos que hacer algo para sobrevivir porque nuestra madre no nos va a dar aquello que necesitamos” se constituye en terreno fértil para  la dominación como modo relacional que establece el patriarcado.

Gutman reconoce en esa “hostilidad” un “problema transgeneracional: “El adulto o la adulta que se va a hacer cargo de un niño o una niña ha sido un niño o una niña desamparada que ahora va a tratar de ganar esa pelea, de imponer sus propios deseos y necesidades por sobre el niño pequeño. Luego, ese niño pequeño pierde la batalla porque es niño y, cuando es grande, etc. (...)  “Cada vez que esa madre no registra el desamparo del cual proviene y por lo tanto genera una batalla invisible contra el niño que va a demandar genuinamente lo que necesita.”

Amor o dominación avanza sobre otros tópicos como la “represión sexual” –con la distinción entre una “sexualidad libre” y una “genitalidad activa”–, el “poder destructivo de los secretos” y también cuestiona la “excesiva” medicalización de los embarazos, partos y puerperios que representa una instancia más de la “desconexión del cuerpo de la mujer.”

Sin embargo, para Gutman está en manos de las personas revertir esta realidad: “La sumatoria de nuestras vidas privadas hace a la comunidad, a la ciudad, a la provincia y al país que somos. Todo eso que vemos en la televisión que no nos gusta, todo el nivel de violencia, de narcotráfico de delincuencia, de corrupción; en fin, todas esas cosas que nos parecen horrorosas, las generamos cada uno de nosotros. Si nosotros queremos en el futuro un mundo más amable, más solidario, más sustentable bueno, somos responsables de hacer algo por nosotros mismos. Y sobre todo si somos adultos que tenemos niños que aunque no sean tan pequeños, el futuro de la Humanidad depende  de lo que hoy cada uno de nosotros estemos dispuestos a observar, mirar y cambiar en favor de los demás.”