Un clavel rojo aparece siempre sobre la tumba de Lisandro de la Torre. A pesar del paso del tiempo, sigue siendo una incógnita esa misteriosa aparición. Mitos y leyendas también forman parte de la historia del Cementerio El Salvador, un lugar en el que, más allá de las apariencias y los tabúes, se respira vida.

“Los cementerios son un registro histórico, biográfico y arquitectónico de una ciudad. Se puede hacer una lectura muy interesante para complementar la visión que uno tiene de la ciudad”, aseguró Sylvia Lahitte Helbling, coordinadora del Área de Preservación y Gestión del Patrimonio en Cementerios Municipales, perteneciente a la Dirección General de Defunciones y Cementerios, en diálogo exclusivo con Rosario3.

Una historia que comenzó hace más de 150 años. “El Cementerio El Salvador se bendijo porque estaba en manos del clero. En 1856 fue el tercer cementerio de la ciudad y el primer cementerio municipal. La burguesía de la ciudad, en esa época, se perfilaba como un sector muy pujante porque era un momento de enorme crecimiento de Rosario. Esto se ve reflejado en un sector del cementerio donde se ubican los panteones familiares de gran porte”, agregó. 

Alan Monzón/Rosario3

Los arquitectos de renombre de la época eran los encargados de construir las mansiones y al mismo tiempo los fastuosos panteones que aloja esta necrópolis. “Desde su origen, el cementerio tuvo tres ensanches. Hay un sector que es la calle 6, que es la Calle Central. Ese es el primer ensanche y es el sector que alberga los panteones más monumentales y que guardan la riqueza arquitectónica más importante", describió Sylvia Lahitte Helbling.

"Las grandes y poderosas familias de la época que elegían boulevard Oroño para vivir también elegían la Calle Central para que descansen los restos mortales de sus familiares. Para estas personas era también la posibilidad de perpetuarse en el tiempo y demostrar una posición social”. continuó.

Entre los mitos, leyendas y misterios que forman parte de la historia de El Salvador, hay algunas muy llamativas y para destacar “Sobre la tumba de Lisandro de la Torre siempre aparece un clavel rojo. ¿Cómo no podemos saber, a través de los años, quién lo deja? Se dice que es una mujer, nada más", sorprendió la encargada de organizar las visitas.

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Y fue por más: "También hay una estatua que fue colocada hace apenas 5 años, es una chica de bronce de aproximadamente un metro de altura que esta recostada sobre un banco. La gente se va acercando, hace un gesto de devoción, lo convierte en otra cosa y lo transforma en un mito”.

La iniciativa, que se mantendrá hasta fin de año, se llevara a cabo el segundo y el cuarto sábado de cada mes por la mañana, en tres turnos y sin costo. Cabe remarcar que las personas interesadas deberán inscribirse previamente y que las visitas se desarrollarán respetando los protocolos sanitarios vigentes.

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