Murió este miércoles el escritor italiano Andrea Camilleri, creador del inolvidable detective Salvo Montalbano y maestro de la novela negra. Tenía 93 años. Dirigió obras teatrales y fue guionista en radio y televisión. Hacia el final, ya casi no podía ver y ya no escribía, sino que dictaba sus libros. 

Según informó EFE, Camilleri falleció este miércoles a la edad de 93 años en el hospital romano del Santo Spirito. Fue uno de los autores de mayor éxito en Italia y todo un maestro de la novela de detectives a nivel mundial.

En 1994 comenzó con la saga del comisario Montalbano, con la novela La forma del agua, la primera de las muchas aventuras del sagaz detective nombrado en honor al escritor español Manuel Vázquez Montalbán.

Su universo literario, en la ciudad imaginaria de Vigata, transcurre a través de una treintena de obras en las que Montalbano busca la verdad entre las brumas del crimen, la mafia y la política, siempre haciendo gala de su afinada intuición.

Fumador insaciable, Camilleri se casó en 1947 con Rosetta Dello Siesto, con quien tuvo tres hijas, y no siempre se dedico a la escritura de libros, sino que hasta los setenta años sobre todo dirigió obras teatrales y fue guionista en radio y televisión.

En la RAI en blanco y negro participó en producciones policíacas, como la serie sobre el teniente Sheridan en la década de 1960, y mientras escribió varias obras sin gran relevancia para el público, hasta el punto de que costeaba su publicación de su propio bolsillo.

El éxito le llegó a Camilleri a sus 70 años, con La stagione della caccia (1992), inspirado en la Sicilia rural decimonónica, y con su estilo irónico conquista definitivamente al público desde 1994 con Montalbano.

Creció en la Italia fascista hasta los dieciocho años, vivió en su Sicilia natal la liberación del país por los estadounidenses en la II Guerra Mundial y posteriormente se afilió al Partido Comunista italiano.

Nunca evitó hablar de política, plasmadas en Come la penso (2013), su autobiografía a base de ensayos y recuerdos, y en los últimos años ha alertado de la irrupción del "virus mutante" del fascismo inoculado a través de la xenofobia y la intransigencia.

Tal es así que incluso ha arremetido contra el que quizá sea el político más poderoso de la Italia actual, el ministro del Interior y líder de la ultraderechista Liga Matteo Salvini, al asegurar que tiene "una mentalidad fascista", en una reciente entrevista.

Corpulento, de rostro hosco, profunda voz ronca y afectado por una ceguera que prácticamente le impedía ver y le obligaba a escribir dictando, aspiraba a acabar sus días como un rapsoda, como un cuentahistorias de toda la vida.

"Si pudiera me gustaría acabar mi carrera sentado en una plaza contando historias y, al final de mi cuento, pasar entre el público con la boina en la mano", solía decir.

Su compromiso con los lectores fue total y hasta sus últimos momentos, hasta el punto de que el próximo julio debía acudir por primera vez al teatro de las Termas de Caracalla de Roma para interpretar L'Autodiffessa di Caino e ilustrar las causas y consecuencias del primer fratricidio de la historia del hombre.

Una producción que llega tras otro de sus celebrados encuentros con el público, Conversazione su Tiresia, sobre el adivino ciego más famoso de la mitología griega.

Entre los reconocimientos que orlan su extensa trayectoria están el de Gran Oficial de la Orden del Mérito de la República italiana, además de numerosos premios como el IX Premio Pepe Carvalho de género negro en Barcelona, España.