Un estilo de vida saludable beneficia al cerebro tanto como al resto del cuerpo y puede disminuir el riesgo de deterioro cognitivo (una pérdida de la capacidad de pensar bien) a medida que se envejece, según nuevas recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) y la Asociación Americana de Ictus publicadas en abc.

Control de la presión arterial: El incremento de la presión arterial, el colesterol y azúcar en la sangre pueden causar deterioro de los vasos sanguíneos grandes y pequeños, activando una cascada de complicaciones que reducen el flujo sanguíneo cerebral.

Colesterol saludable: El exceso de colesterol puede llevar a una acumulación de depósitos grasos, o aterosclerosis.

 

Menos azúcar: Un consumo excesivo de azúcar predispone a enfermedades como diabetes que está estrechamente relacionadas con la enfermedad cardiovascular y la demencia o el alzhéimer.

Actividad física: Cada a vez hay más evidencias científicas que confirman el beneficio del ejercicio, moderado o intenso, sobre nuestra salud cognitiva.

Dieta saludable: La alimentación es un elemento fundamental para mantener nuestro cerebro sano y activo. Una buena dieta ayuda a tener un cerebro sano, que se define como alguien que puede prestar atención, recibir y reconocer información de nuestros sentidos; aprender y recordar; comunicar; resolver problemas y tomar decisiones; mantener la movilidad y regular las emociones. El deterioro cognitivo puede afectar a cualquiera o todas esas funciones.

Libre de humo: El tabaco, junto con el exceso en el consumo de azúcar, es uno de los principales factores de riesgo para muchas patologías, incluida la demencia.

No a la obesidad y al sobrepeso: El exceso de peso conduce entre otras enfermedades al síndrome metabólico, diabetes y enfermedad cardioavascular, factores de riesgo para la demencia de adultos.