Argentina es el país más “conectado” de América Latina. Según la CEPAL, el 69,4 % de la población es usuaria de Internet  y pareciera que la banda ancha, las redes sociales, el chat y las apps hubieran existido siempre. Sólo quienes tienen más años ven este fenómeno como lo que es: algo históricamente muy reciente y que se ha desarrollado de manera vertiginosa. Como para muchos ese impacto ha sido vivido como algo extraño, inaccesible, se habla de la “brecha digital generacional”.

Pero la inmediatez y la facilidad de comunicación que estos nuevos medios proveen son ventajas que a veces los mayores pueden aprovechar mejor que nadie. Hablar diariamente con los hijos por e-mail o por Skype, incluso si estos viven lejos, o quizás hasta fuera del país, les cambia la vida: "Solo con esto me conformo. Es el modo que tengo para sentirme más cerca de la familia, mirar fotos, compartir con ellos acerca de mi vida aquí”, señaló Ana, una residente del Centro Hirshc para adultos mayores, a través de docsalud.

La licenciada María Mercedes Olmedo,  de la Gerencia del Servicio Social de Hirsch, indicó que la era digital no atemoriza a los adultos mayores a la hora de aprender nuevas herramientas para estar vinculados con su entorno, sino que las redes sociales despertaron un gran interés en personas mayores de 60 años porque “les permite interactuar con sus seres queridos en lo cotidiano y participar socialmente de manera activa, y el impacto se refleja de manera positiva en su estado de ánimo y el aumento de su autoestima”.

Un estudio de la consultora CommScore señala a las redes sociales como la herramienta preferida, ya que poseen un 96,8 % de penetración en la población argentina mayor de 55 años que se encuentra online.

Poder mantener un contacto fluido con familiares y amigos es la principal motivación de los adultos mayores para sumarse al uso de Facebook, según otro estudio, realizado por investigadores argentinos de las universidades de la Patagonia Austral y del Comahu . Pero este mismo trabajo reveló que en una población de usuarios entre 61 y 87 años, la sobrecarga de información que estas redes suelen presentar en la pantalla a través de sus interfaces suele resultarles confusa y puede terminar convirtiéndose en un obstáculo: parecen estar diseñadas para un público más joven. De ahí la importancia de implementar programas educativos orientados a la franja de mayor edad, que en América Latina tiene un notable crecimiento respecto de la población general.