Son las diez de la noche y el centro de Rosario ya se despobló a pesar de que la primavera echa su calidez por el aire. Algunos pocos apuran el vaso de cerveza en la esquina de Santa Fe y Sarmiento y pronto se suman al éxodo. Desde la vereda de enfrente, son testigos de su huida retrasada, dos mujeres –una de ellas es una señora grande vestida con un pantalón holgado y claro con blusa al tono–, un hombre y un jovencito. Están sentados sobre banquetas, rodeados de pequeños mueblecitos, como si estuviesen en el living de su casa pero en cambio, están asentados en plena calle. Una escena doméstica transportada a la vía pública.

Cada vez son más las personas que deambulan por las calles rosarinas. No son linyeras, no tienen esa estirpe. Incluso, puede que tengan su casita en otro margen, pero acuden a zonas más concurridas de la ciudad –la Terminal de Ómnubus Mariano Moreno y sus alrededores convoca a la mayor cantidad–para encontrar lo que les falta: comida, monedas o cualquier ayuda por favor. Se trata de los nuevos desplazados, que en medio de la crisis económica que padece el país, se quedaron sin trabajo, sin una fuente de ingreso y por eso recurren al circuito de asistencia social para sobrevivir.

Foto Positiva/Rosario Solidaria

La creciente aparición en la calle de estos ciudadanos fue confirmada por la secretaria de Desarrollo Social de la Municipalidad de Rosario, Laura Capilla. En diálogo con Rosario3.com, sostuvo al ser consultada: “Vemos en los últimos años la presencia de personas que no están en situación de calle sino que tienen una permanencia en la calle circunstancial, muchas mujeres que deben abandonar la casa por violencia familiar y también de personas que se han quedado sin trabajo. Tenían un laburo y los echaron o vivían con alguien a quien lo echaron y se tuvieron que ir”, manifestó.

La funcionaria aclaró que “no es una población acostumbrada a la calle o que ha pasado su infancia allí, sino que han tenido ciertos recursos y se encuentran muy solos y empiezan a transitar la calle”, y precisó: “Esta nueva población está integrada en su mayoría por jóvenes varones, mujeres con niños no llegan a instalarse porque actuamos rápidamente con la Gurdia Urbana Municipal (GUM)”.

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De acuerdo a lo que indicó Capilla, “estas personas en muchos casos han sido desalojadas, ya no pueden pagar un alquiler y se tienen que ir. También vimos casos de familias que recurren a la calle porque uno de sus integrantes se quedó sin trabajo, sin ese ingreso que les permitía mantenerse”. En ese sentido, admitió que “como Estado, tenemos nuestras limitaciones porque son familias que tenían trabajo y que por ahí pagaban 10 mil pesos de alquiler. Los podemos ayudar un mes o dos pero después es muy difícil mantener eso”.

Otra dificultad radica en el abordaje. “Son personas que han tenido recursos y no han tenido necesidad del Estado para resolver sus cosas y no saben cómo llegar, les da vergüenza ir a la secretaría, no están en el circuito, no van a un comedor comunitario y no saben qué hacer”, remarcó.

Comer en la calle

Desde la ONG Rosario Solidaria, que se encarga de brindarle el desayuno a personas en situación de calle durante el invierno, Jorgelina De la Torre, coincidió con la funcionaria municipal. “Durante 2018 aumentó en un 50 por ciento la población que necesita un plato de comida y lo busca en la calle y en un 30 por ciento la gente en situación de calle”, sostuvo en base a la experiencia de recorrer la ciudad cada mañana, desde el 25 de mayo al 30 de agosto pasado. Para ser más clara, propuso una comparación: “Este año que pasó dimos unos 120 desayunos diarios cuando en otros años fueron 70”.

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Ante la inquietud de Rosario3.com sobre la postal social que pudo registrar por su trabajo solidario, respondió: “En 2018, por un lado vimos más personas en situación de calle y por otro lado, muchas personas que más allá que puedan tener un techo van a la calle a buscar comida porque han perdido su fuente de ingreso. Son los que perdieron su changuita, se quedaron sin eso y apelan a la solidaridad de la gente. Hay mucha gente que ha quedado sin trabajo, fueron desalojados o siguen teniendo su rancho pero se mueven por la comida. Vos los has visto seguro revolviendo los contenedores, son muchos más”.

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Se duplicó la asistencia municipal

Desde la Secretaría de Desarrollo Social aseguran que en 2018, el Refugio municipal –el albergue ubicado en Grandoli al 3400, con capacidad para 40 varones de entre 18 y 60 años, donde reciben alimento y cobijo nocturno– alojó en 2018 a 231 hombres. “Hubo un incremento del 53% comparado al al anterior”, subrayaron.

Según el informe elaborado en relación a 2018, el 59% de quienes circularon por el refugio refirieron haber estado menos de un año en situación de calle, y un 41% más de un año.

En tanto, de las recorridas realizadas por los operadores de calle, se subraya la presencia en calle de población joven, casi el 40% de los usuarios tenían entre 18 y 30 años y un 28% entre 31 y 40 años.

Se relevaron y se trabajó con 136 personas, de las cuales el 82% fueron hombres y un 18% mujeres, con las siguientes características: el 23% presenta problemáticas de salud mental, el 20% conflicto familiar, el 30% refiere problemas habitacionales, imposibilidad de pagar alquiler con desalojos, el 15% señala un conflicto territorial, el 13 % consumos problemáticos, siendo el alcoholismo la principal problemática.

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