A Mical Manzo, una joven de Buenos Aires, le diagnosticaron que su embarazo estaba en pausa, ya que su embrión estaba muerto. Para evitar una infección y desencadenar la expulsión del feto, le recetaron Oxaprost, un medicamento que tiene misoprostol y que en ocasiones se usa para producir un aborto. Incluso con la orden médica, recorrió múltiples farmacias porque no le querían vender la droga. Indignada, hizo un descargo en Twitter y la historia se volvió viral. 

"No les puedo explicar lo que me costó conseguir esa medicación. Aún teniendo receta duplicada, de Osde y de un sanatorio muy importante de zona sur, y teniendo diagnóstico médico con los estudios correspondientes, me negaron la droga en todas las farmacias a las que fui", escribió en el post. 

Según el descargo, la respuesta fue casi unánime: algunos argumentaron que no tenían la droga en stock, otros que "no vendían esas cosas", e incluso le anticiparon que no iba a poder conseguir el medicamento. "Me llegaron a decir que ojalá tenga la conciencia tranquila", contó en sus tuits. 

Consiguió el fármaco en una farmacia en donde trabaja su madre. "Saben por qué? Porque a ella sí le creían. Le creían que no era para un aborto, que era porque la necesitaba porque si pasaba más tiempo podía tener una infección", agregó. 

En sólo unas horas la historia se volvió viral e incluso muchas mujeres contaron experiencias similares en las respuestas de sus tuits. 

"Esta vivencia reafirma mis convicciones de que el aborto tiene que ser legal. Tiene que ser legal porque hay minas que consiguen la medicación por fuentes no confiables, o la pagan fortuna, o que no la consiguen y usan cualquier cosa en la desesperación. Tiene que ser legal porque lo ilegal se oculta, y si te ocultas en un proceso así te podes morir. A mí se me complica y caigo en la guardia y me atienden porque tengo un aval médico detrás. La que se oculta tiene miedo de ir, lo duda, y en esa duda se puede morir también", remató.