Tras los bombazos del procesamiento por asociación ilícita y dádivas y el pedido de licencia a la presidencia de la Bolsa de Comercio de Rosario para Alberto Padoán, no es fácil ni cómodo verse vinculado a la entidad cerealista ni a la firma Vicentín, dos de los nombres propios que lo identifican.

Padoán pasó las primeras horas del día en la entidad, como todos los días. Fue fiel a la decisión (¿o estrategia?) de seguir adelante con todas sus actividades. En cualquier caso, se mantuvo fiel a su estilo hasta que se conoció la noticia. Tras un breve diálogo con miembros de la mesa ejecutiva, optó por tomarse una licencia por seis meses en la conducción de la Bolsa, y se focalizó en la estrategia de defensa procesal, a cargo del doctor Luis María Santillán. 

La decisión de pedir esa licencia la tomó por iniciativa propia, pero la mesa lo acompañó. Fue para descomprimir la presión social que esta causa podía ejercer sobre el organismo. 

La idea es atravesar esta investigación judicial pero a la vez quitarle presión a la institución. En su entorno creen que tiene más información sobre la causa que la que trascendió y que le da confianza en que saldrá airoso, algo más complicado de ver hoy que hace un mes atrás. 

Hasta ayer, Padoán seguía generando consensos amplios. Claro, todo iba a modificarse, según lo que ocurriera con su situación procesal. Esto que contamos en la previa de su declaración, en la que presentó un escrito. Ayer, algunas voces vinculadas a su paso por Vicentín opinaban  que apenas apareció su nombre, tendría que haber dado un paso al costado. Despegar también a la compañía desde aquel primer momento.  

Ahora la premura por aclarar se instala en el terreno incómodo de las cronologías. No son pocos los que se apuran a aclarar que los dos pagos por los que está procesado Padoán, en 2013 y 2015, son previas a su presidencia en la Bolsa, que data de noviembre de ese año. También los que aclaran que fue director de Vicentín hasta 2003, diez años antes del primer supuesto pago. 

No hay unanimidad en esto, pero en la Bolsa creen que un procesamiento no equivale a una condena. En un país como Argentina, esto es casi utópico. Más cuando hay elementos de prueba, y cruces telefónicos. En base a la resolución de Bonadio, los hechos de dádivas mencionados en el texto judicial fueron fechados en 2013 y 2015.

Según lo dice el expediente, hay órdenes de “Padoán para realizar entregas de dinero, por el Grupo Agroindustrial Vicentín, a Nelson Lazarte –ex secretario de Roberto Baratta en el ministerio de Planificación– las cuales se llevaron a cabo en la calle Luis Sáenz Peña 1074 de Capital Federal”. Basándose en información de inteligencia, el juez argumenta que allí funcionan sólo empresas del grupo Vicentín, detalla la resolución de Bonadio. Como detalle, el texto judicial añade que “el 16 de septiembre de 2013 se le hizo entrega de quinientos mil dólares” y “el 16 de junio de 2015 se le hizo entrega de un millón de dólares”. Otro elemento son las 42 llamadas entre la linea de Padoán y el teléfono de Roberto Baratta, el funcioario de Obras Públicas que tenía el Ministerio de Planificación de Julio De Vido. 

Todavía el empresario tiene esperanzas de revertir este golpe. Una opinión bastante generalizada en la Bolsa  es que las acciones personales, en caso de ser ciertas, no deberían involucrar a los cientos de personas que pertenecen a la entidad y van a trabajar todos los días.  Y tampoco a quienes pertenecen a la firma exportadora, una de los diez principales jugadores en la venta al exterior de granos, oleaginosos y productos derivados. Una empresa de renombre internacional, vinculada exitosamente a los mercados financieros internacionales y competidora de Cargill, COFCO, Bunge, Dreyfus, Toepfer o AGD.  Vicentín aparece nombrada merced a Padoán. Esto enfurece a muchos de los ejecutivos de la firma. 

Hasta el llamado a indagatoria, casi todo era discutible. Pero una vez que se conoció la decisión del juez Claudio Bonadío, y las casi 120 páginas del procesamiento, con sus fundamentos y más detalles, junto con el embargo por 4 mil millones de pesos, Padoán queda en una encrucijada en la que debe correrse del centro de la escena, un lugar que le es natural.  Antes de ser presidente de la Bolsa de Comercio, lugar por el que pugna desde 2011, Padoán fue candidato en una reñida y atípica elección interna perdió por cuatro votos frente a Cristián Amuchástegui. Dos años más tarde, en 2013, a través de  Raúl Meroi, su sector político interno accedía a la Presidencia.  Meroi es hoy vicepresidente y ante esta sorpresiva acefalía, será el encargado de que la Bolsa siga andando. 

Lo quieran o no, la Bolsa es la primera organización regional golpeada de lleno por la causa de los cuadernos. El antecedente es la Cámara Argentina de la Construcción, apuntada por la participación de Carlos Wagner, ex presidente. También es equiparable al caso de Techint, cuyo principal ejecutivo, Paolo Rocca, también fue alcanzado por el procesamiento dictado por Bonadio. ¿Cambian las reglas del juego?