“¿Por qué los vinos chilenos se vendían más que los argentinos aquí?”, se pregunta un invitado en una castellano difuso. “Porque antes las fronteras norteamericanas estaban cerradas para nosotros. Ahora todo cambió”, responde el interlocutor, un funcionario que a pura sonrisa invita a pasar por los stands presentados en el Salón.

Los pasillos de la Embajada Argentina en Washington recibieron hace pocos días a un selecto grupo de invitados dispuestos a probar parte de lo mejor de nuestra tierra: el Malbec. Bodegas argentinas, como Luigi Bosca, Terrazas, Norton, ofrecieron sus productos a paladares acostumbrados a las muy buenas cepas californianas. El Malbec Day, organizado por la Embajada, fue la excusa para que el protocolo político y empresario de la ciudad se reúna para beber buen vino y escuchar algunos tangos.

A sus anchas se lo vio al ministro José Molina, agregado comercial en la Embajada. “Me gusta Terrazas de los Andes, fue la vedette de la noche”, responde a la consulta. “A pesar de los vaivenes que se leen desde acá, para nosotros es un buen momento. Nos ha ido muy bien, este es un evento extraordinario. Tenemos invitados de la administración, del Congreso, del sector privado donde podemos intercambiar la agenda representando nuestros intereses. Este es un mercado muy importante para el ingreso de nuestros productos. Estados Unidos es el cuarto mercado para las exportaciones agrícolas argentinas, es el principal mercado de exportación para los vinos argentinos y aún tenemos mucho por hacer aquí”.

La consejería agroindustrial en los Estados Unidos trabaja para promocionar e incrementar las exportaciones agroalimentarios argentinas. Su responsable en la Embajada piensa que “se había abandonado una tarea estratégica de posicionamiento de nuestros productos”. “Hemos retomado la senda. Mostrar lo mejor de nuestro país. Estados Unidos es el segundo importador mundial de alimentos, importa más de 160 mil millones de dólares y Argentina participa sólo por 1%. Muy detrás de nuestros socios comerciales”, dice.

—¿Como lograron reconstruir el interés por los limones argentinos?

—El cambio de la dirección política argentina fue clave. Es la oportunidad de dinamizar la agenda y ayudar a las economías regionales. Una de las características que tiene el vínculo con el mercado de Estados Unidos es que está muy diversificado con una gran presencia de los mercados regionales y fundamentalmente las Pymes. El trabajo que estamos queriendo hacer es eso, potenciar a los mercados regionales de la Argentina. Lo de los limones ha sido una señal para eso.

—¿Cómo opera en estas acciones el perfil proteccionista de Trump?

—Es que nosotros venimos de una de las economías más cerradas en contrario con los Estados Unidos que es una de las economías más abiertas. Estamos partiendo de lugares muy distintos. Para nosotros tener vínculos y acuerdos comerciales con el mundo era imperativo y sólo teníamos acuerdos con menos del 1% de PBI mundial. Producimos alimentos pero no logramos exportarlos. Eso es clave, revertir eso. Con la administración Trump tenemos buena relación. Algunos éxitos como el limón, como fue la recuperación de sistema generalizado de preferencia y la excepción en los aranceles de aluminio y acero, y somos muy optimistas con el seguir avanzando en la agenda bilateral entre ambos países.

—¿Con el biodiesel no va a haber buenas noticias?

—Argentina nunca ha abandonado el reclamo por sus intereses comerciales. Mantenemos el diálogo. Es más, nuestro embajador tiene un vinculo personal muy estrecho con Wilbur Ross, el secretario de Comercio de Estados Unidos, y desde allí saben que no vamos a bajar los brazos.