El diario británico The Guardian publicó un artículo donde analiza los efectos negativos para las libertades individuales y la privacidad que está trayendo aparejado el Covid-19 en los países del mundo y lo difícil que se podría tornar volver hacía atrás pasada la pandemia.

La palabra de expertos e investigadores dedicados a la vigilancia digital y activistas y grupos defensores de la privacidad dijeron a The Guardian que “la pandemia de coronavirus llevó a un aumento global sin precedentes en la vigilancia digital, con miles de millones de personas que enfrentan un monitoreo mejorado que puede resultar difícil de revertir”.

Mapa global de Covid-19

El informe fue realizado por cinco periodistas ubicados en distintas partes del mundo y se enfoca en las medidas de trazabilidad llevadas a cabo por regímenes autoritarios y por democracias consolidadas con el argumento de combatir la pandemia.

Los gobiernos de al menos 25 países están empleando vastos programas para el seguimiento de datos móviles, aplicaciones para registrar el contacto personal con otros, redes de CCTV equipadas con reconocimiento facial, esquemas de permisos para salir y drones para hacer cumplir los regímenes de aislamiento social”, informa el equipo internacional de The Guardian.

Si bien Argentina no forma parte del relevamiento, el gobierno nacional a través de la Jefatura de Gabinete lanzó “Coronavirus Argentina”, una aplicación para Android y iOS que tiene por objetivo “permitir el autoexamen de síntomas en caso de sospecha e infección de Covid-19, así como también mantener informada a la población sobre las medidas de prevención”. 

La app se pusó a disposición de la ciudadanía el 23 de marzo, cuatro días después de decretarse la cuarentena preventiva obligatoria, y hasta el momento fue descargada de forma voluntaria por más de 500 mil personas. El caso argentino se diferencia de otros sistemas de gobierno donde instalar aplicaciones similares, inclusive más invasivas a la privacidad, es obligatorio. El caso más paradigmático hasta el momento es el de China.

Si bien en nuestro país la decisión de instalar la app es voluntaria, en sus Términos y Condiciones el gobierno nacional se asegura el consentimiento del usuario para acceder a su identidad por medio de datos personales: “nombre completo, DNI, CUIT/CUIL, edad, domicilio, geolocalización y otra información relevante”, a su vez que afirma el respeto de la Ley 25.326 referida a Datos Personales. 

Acceder a datos tan precisos de los ciudadanos le permite al Estado —si así lo quisiera aunque violando la ley antes mencionada— tener una trazabilidad en tiempos real de cada usuario a través de su teléfono con su nombre completo, DNI, número de teléfono y mail personal. Sea que esté enfermo, sano o sea sospechoso de haber contraído Covid-19.

El artículo de The Guardian afirma que la aparición de la pandemia “abrió nuevos mercados lucrativos para las empresas que extraen, venden y analizan datos privados”. Uno de los entrevistados, Ron Deibert, director del Citizen Lab de la Universidad de Toronto, dijo que el coronavirus creó un “11 de septiembre [de 2001] con esteroides”, lo que podría conducir a graves abusos de poder frente a la sociedad global.


El panóptico asiático que ahora quieren todos

En Europa —detalla The Guardian— países con historia de respeto y preocupación sobre la importancia de la privacidad “están recolectando datos de telecomunicaciones, empleando drones y copiando aplicaciones de rastreo de contactos que fueron pioneras en Asia”. Lo que hacen es identificar al portador del teléfono móvil. Esto ya fue propuesto en Inglaterra, donde además se sugiere alertar por medio del celular a aquellas personas que se cruzaron con alguien sospechoso o directamente enfermo de Covid-19 para que se autoaíslen, aunque sin identificar al potencial portador del virus. 

Fuente: The Irish Times

Las empresas norteamericanas Apple y Google anunciaron “un esfuerzo conjunto para permitir el uso de tecnología Bluetooth para ayudar a los gobiernos y las agencias de salud a reducir la propagación del virus” y un diseño que respete la privacidad y la seguridad del usuario. El desarrollo que resulte de está alianza se ejecutará tanto en teléfonos iPhone como Android de los Estados Unidos

En China, los ciudadanos se vieron obligados a instalar la app "código de salud" que determina si los usuarios pueden viajar, entrar a centros comerciales masivos o simplemente salir de sus casas. Para ello la app emplea un código QR que puede ser leído por otro teléfono. En base al seguimiento que el software hace de los datos suministrados por el usuario, se establecen permisos codificados por colores sobre qué puede y qué no hacer. Verde (no está infectado y tiene libre movilidad), amarillo (personas que estuvieron fuera de la ciudad donde habita pero en zonas de no riesgo en los últimos 14 días) o rojo (persona confirmada de Covid-19, debe aislarse y recibir atención médica). La persona que suministre información falsa y por ejemplo entre a un comercio y contagie a otros será detectada con facilidad por el Estado a través del análisis en base a Big Data y en su caso deberá enfrentar consecuencias legales de gravedad.

App China "código de salud"

En la misma línea que el gobierno chino se encuentra Rusia. The Guardian informó que Moscú requerirá que su población, unos 12 millones de personas, tengan un código QR para transitar sus calles, a su vez que busca utilizar sus 100.000 cámaras de vigilancia y su sistema de reconocimiento facial para hacer cumplir los esquemas de aislamiento social. Tanto el sistema de cámaras como el de reconocimiento facial ya habían sido exigidos con éxito durante el mundial de fútbol de 2018.

En India, las autoridades experimentaron con aplicaciones de rastreo móvil, selfies geolocalizadas y hasta llegaron a publicar las direcciones de pacientes con coronavirus.

Otro país que aplica medidas de control tecnológico es Israel. País con reputación mundial por su desarrollo de tecnología para la recopilación de inteligencia y espionaje, tanto desde el sector público como del privado. The Guardian informó que el gobierno hebreo “implementó rápidamente la vigilancia a escala nacional, inicialmente con medidas de seguimiento telefónico respaldadas por el primer ministro, Benjamin Netanyahu”. 

Mientras que legisladores israelíes —continúa el artículo— se opusieron a una propuesta del ministro de defensa, Naftali Bennett, para involucrar a una empresa del sector privado en el análisis de datos, que luego se identificó como la compañía de software espía israelí del Grupo NSO.


El Gran Hermano que recorre las pampas

Argentina con recursos tecnológicos más limitados desarrolló una aplicación de autotesteo contra el coronavirus que georeferencia al usuario, puso a disposición un número de whatsapp para recibir consultas y brindar información que si el Estado quisiera podría identificar a la persona detrás de cada mensaje recibido con facilidad.

Rosario3/Alán Monzón

El periodista Gabriel Sued del diario La Nación contó que Casa Rosada analiza el número de viajes diario en el transporte público dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por medio de la tarjeta SUBE. Una herramienta de trackeo social que ya había sido señalada por expertos locales en privacidad como preocupante porque posibilita la identificación personal de su portador. 

En el mismo artículo Sued destaca la convergencia Estado y sector privado por medio del uso de dos mapas de calor: uno que se vale de las antenas de teléfono de la empresa Movistar para monitorizar “el movimiento de diez millones de usuarios [anonimizados], según las celdas que captan las llamadas o el uso de datos”. El segundo un mapa elaborado por Google “a partir del historial de ubicaciones de los usuarios de la aplicación en los teléfonos celulares”. Telenoche realizó un informe al respecto en su edición del martes 14 de abril.

Asífunciona el mapa de moviliadad de Google para trackear los efectos del Covid-19

El Ministerio Público de la Acusación (MPA) de la provincia de Santa Fe, a través de sus fiscales y jueces, puede obligar a quienes retornan de zonas de riesgo y a quienes incumplen con el aislamiento dispuesto por el Poder Ejecutivo Nacional a instalar una aplicación en sus teléfonos para hacer un seguimiento en tiempo real a través del GPS y así evitar nuevos contagios. En Santa Fe este sistema está activo en 180 teléfonos al 15 de abril, según fuentes de la Fiscalía General. 


La guerra que sigue: volver el tiempo atrás

Este tipo de metodología de control social a través de aplicaciones de rastreo, ya sea para evitar contagios o bien para identificar a quienes estuvieron en contacto con personas infectadas, se comenzaron a usar en Asia. Hong Kong —cuenta el artículo de The Guardian— realiza el seguimiento a las personas que llegan del exterior por medio de pulseras que se conectan a una aplicación móvil (Stay Home Safe) y registra una "dirección de cuarentena", mientras que la aplicación Trace Together de Singapur, utiliza Bluetooth para encontrar personas a menos de dos metros de alguien diagnosticado con Covid-19 que se mantuvieron juntas por media hora o más. Estos desarrollos son de código abierto para permitir que otros países las copien y las implementen.

Rosario3/Alán Monzón

Corea del Sur, país considerado modelo en el combate contra el coronavirus, implementó con éxito estas aplicaciones de rastreo y junto al uso de cámaras de seguridad y registros de tarjetas de crédito pudo identificar y advertir de forma temprana a personas sospechosas de haber contraído el virus.

Países como Polonia, Holanda, España, Irlanda y el Reino Unido expresaron su interés o directamente comenzaron a implementar aplicaciones de este tipo para rastrear y dar seguimiento a los infectados que no necesiten ser hospitalizados. Bruselas advirtió a estos países del riesgo que conllevan estas acciones para los "derechos y libertades fundamentales" de la UE.

Cada país analizado por el artículo del diario Inglés, inclusive Argentina que quedó fuera de su informe, tienen un denominador común: la mayoría de las tecnologías aplicadas para controlar la evolución de la enfermedad son iguales o similares y están relacionadas con la vigilancia y la seguridad ciudadana que proliferaron a partir de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York el 11S de 2001. 

Fuente: Al Jazeera

Cámaras de seguridad, sistemas de reconocimiento facial, Big Data, trackeo por medio de geolocalización, aplicaciones de código QR, sistemas biométricos y de calor, seguimiento a través de antenas de telecomunicaciones son herramientas con las que el mundo se encuentra familiarizado y que en un contexto de pandemia mundial se aplican en conjunto para cuidar a la población. Pero a su vez permite adentrarse a una visión distópica de lo que podría ser una sociedad de control tecnológico bajo un régimen totalitario de corte orwelliano.

La duda entre los especialistas consultados por The Guardian giran en torno a sí se podrá volver atrás pasada la pandemia. Lo que se afirma es que esto dependerá en gran medida del involucramiento de la sociedad civil y del tipo de régimen al que estén vinculadas. No será lo mismo en las democracias occidentales que en países con gobiernos autoritarios, aunque los hechos parecen indicar que tampoco les será fácil a los primeros.